El ex vicepresidente Carlos "Chacho" Alvarez afirmó que su renuncia a ese cargo se produjo cuando se dio cuenta que se encontraba "absolutamente solo" en el Gobierno en su lucha por transparentar el funcionamiento del Senado, y dijo que se arrepiente de "haber formado una alianza con un proyecto político y sin un programa de gobierno".
Alvarez formuló estas apreciaciones en un libro de próxima aparición, titulado "Sin excusas", del cual se conocieron algunos fragmentos. Respecto de su experiencia como titular de la Cámara alta, indicó que "inmediatamente después de la elección supe que el Senado iba a ser un problema central por resolver".
"Conociendo los mecanismos que allí siempre funcionaron -las trabas y transacciones para el tratamiento de las leyes, los nombramientos de los jueces, etc.-, sumados a la mayoría peronista y con un Ejecutivo de distinto signo político, todo hacía suponer una relación muy compleja", señaló. Alvarez explicó que, en ese contexto, "sólo había dos posibilidades: la negociación -esto es, continuar con el mismo sistema imperante- o enfrentar a los protagonistas de esas viejas prácticas con la sociedad. Yo decidí hacer lo segundo, aunque visto desde ahora reconozco que lo hice sin que mediara una estrategia que asegurara el éxito. Por lo pronto, sin estar seguro del apoyo presidencial".
Agregó que encontró una "nula vocación de la mayoría de los senadores para cambiar el estado de la situación, y por supuesto un fuerte espíritu corporativo que hacía impensable cuestionar las prácticas y los privilegios que existían en la institución".
Alvarez sostuvo que "en nuestro país, para evitar la competencia desleal, el bipartidismo construyó un sistema de garantías mutuas, según las cuales no se afectarían intereses ni negocios". Afirmó que "este sistema contaba con socios en el poder económico, y fundamentalmente con el amparo de los sectores clave del Poder Judicial, para dar inmunidad en el campo legal".
Sobre el caso del presunto pago de coimas en el Senado, para aprobar la ley de reforma laboral, dijo que "para mí significaba un gran desafío, porque era evidente que si había habido sobornos, quien había pagado era el gobierno al que yo pertenecía, que continuaba con las viejas prácticas que teníamos la obligación de combatir y remover". Dijo que esa situación "me enfrentaba con el gobierno, que intentaba desembarazarse del problema y negar lo ocurrido", y que sobre este tema habló con el presidente Fernando de la Rúa y con el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique.
"De la Rúa se hacía el 'yo no sé nada', o explicaba que la filtración o la denuncia debía obedecer a una interna del propio justicialismo. Y Flamarique sostenía que él había tramitado la reforma sólo en términos políticos, que nada tenía que ver con el pago de los sobornos", añadió Alvarez.
El ex vicepresidente señaló que él no estaba dispuesto a "dejar correr el tiempo para que el tema terminara diluyéndose y olvidándose, como sucedió con muchos casos de corrupción".
Al respecto, dijo que hubo "una reunión de gabinete muy tensa, porque se habían publicado unas declaraciones mías del día anterior, muy voluntaristas, sobre la necesidad de un proceso similar al del mani pulite -manos limpias- italiano".
"La mayoría, en esa reunión, quería que el problema desapareciese cuanto antes de la escena pública", puntualizó.
Alvarez dijo que parte del problema era que "desde el punto de vista político, el gobierno necesitaba seguir contando con ese mismo Senado para aprobar las leyes. Por eso era necesario que todo siguiera igual". Además, afirmó que "el propio presidente había pasado por esa institución y no se le podían escapar las prácticas allí imperantes, ni el sistema de relaciones estrechas que unía a los principales operadores del radicalismo con el justicialismo. Más aún, yo llegué a la conclusión de que el presidente podría ser beneficiario de este sistema".
Alvarez dijo que comenzó a percibir "que los puentes estaban rotos" con De la Rúa cuando el ex mandatario "comenzaba a aceptar la teoría que sostenía que yo me quería llevar puestos a los senadores y que mi ofensiva no terminaba allí, sino que después iba por él".