El presidente Eduardo Duhalde realizó una fuerte defensa de la política económica y social que implementó durante su gestión, al enfatizar que la Argentina "ya no se encamina a la disolución, la democracia está a salvo" y dejó atrás la "pesadilla de la hiperinflación".
"El camino correcto era el inverso al que se venía siguiendo", definió el jefe de Estado ante la Asamblea Legislativa en la apertura del 121 período de sesiones ordinarias del Congreso Nacional, que presidió por segunda y última vez ya que en mayo proximo dejará el Gobierno.
El tono que dominó el discurso del presidente fue el contraste entre la crítica situación en que recibió el Gobierno, los logros en materia económica y social y el control del tipo de cambio, cuando se había especulado con un desborde de la relación entre el peso y el dólar. En ese sentido, Duhalde ratificó su línea política de "fortalecer el país hacia adentro" para marcar la relación hacia el exterior que permitió que "la Argentina tenga moneda" y se negociara en mejores condiciones con el Fondo Monetario Internacional".
En poco más de media hora, Duhalde tuvo tiempo de hacer un largo repaso sobre los programas sociales de emergencia que implementó en los 14 meses de Gobierno y desgranó cifras sobre los indicadores positivos de la economía, exportaciones y potencial económico.
El discurso estuvo marcado por el inminente final de la gestión de Duhalde, ya que dejará la Casa de Gobierno el próximo 25 de mayo, por lo que estuvo casi huérfano de anuncios y de señales de continuidad, y contó con una única referencia al proceso electoral del 27 de abril, en tono ascéptico e institucional.
"El país avanza hacia las elecciones del 27 de abril, muestra más que evidente de que la democracia está a salvo. El 25 de mayo me iré con la satisfacción de saber que ha sido el pueblo, quien ha decidido el futuro de la Patria, optando por la ancha avenida de la democracia", expresó. También marcó un fuerte contraste sobre el modelo económico implementado durante la gestión del peronista Carlos Menem y su continuidad en la gestión del radical Fernando de la Rúa, Duhalde sólo hizo sólo dos menciones: cuando marcó que terminó "un ciclo que nos había sumergido en un desastre político, económico y social" y que el camino correcto era "el inverso" al adoptado antes.
En el discurso hubo una sola referencia a Juan Perón y Eva Duarte cuando destacó que "la justicia social es el fin supremo de la política", y en cambio apeló a frases del Papa Juan Pablo II y Carlos Pellegrini.
Duhalde dedicó varios párrafos del discurso a marcar los contrastes de la situación de la Argentina al momento de asumir la presidencia, el 1 de enero de 2002, y los indicadores políticos y económicos que se pueden relevar hoy.
"Acordamos propiciar políticas fiscales y monetarias que evitarán la suba descontrolada de los precios y la inestabilidad cambiaria. Hoy la hiperinflación es una pesadilla del pasado y ha desaparecido la desesperación de muchos por comprar dólares como refugio a su angustia", apuntó. Agregó que esa situación había sido marcada por él mismo como "un proceso preanárquico que marchaba hacia la disolución nacional" y destacó que "se realizó "un arduo trabajo para reencaminar la Patria después del derrumbe" ya que terminaba "un ciclo que nos había sumergido en un desastre político, económico y social".
"Todos sentían en carne propia el derrumbe y se sentían injustamente damnificados: los ahorristas con su dinero acorralado, los productores con sus campos hipotecados, los industriales, los comerciantes, los jubilados, pensionados y trabajadores del Estado", enumeró
Destacó que los más perjudicados "fueron y siguen siendo los excluidos, los que no tienen trabajo, ni techo, ni salud, ni educación, ni alimento, ni vestido" y dedicó largos párrafos a mencionar la tarea solidaria de la gestión que lidera.
En ese punto marcó la creación del Consejo de Políticas Sociales que lidera la primera dama Hilda "Chiche" Gonzalez, su esposa, que lo observaba desde el sector de invitados rodeada por ministros y funcionarios.
Los ministros marcaron asistencia perfecta, y de los gobernadores se vio en primera fila al bonaerense Felipe Solá, al lado de la primera dama y un poco más atrás al ministro de la Corte Suprema y ex presidente provisional del Senado, Juan Carlos Maqueda, quien presidió la anterior Asamblea, cargo que ahora ocupa el sanjuanino José Luis Gioja.
"Había que tomar con firmeza el timón de la República en el peor momento en materia económica y social de la Argentina contemporánea, con la decisión de poner en pie y en paz a la Argentina y de sentar las bases de un nuevo modelo económico fundado en la producción y el trabajo", agregó el jefe de Estado.
En el plano económico, mencionó el crecimiento de las expotaciones, la apertura de nuevas fábricas, la situación del agro al que definió como "la locomotora del tren que traccionó las economías regionales" y los "cuatro trimestes consecutivos de crecimiento del PBI", además del impacto turístico.
"A 14 meses meses del derrumbe, Argentina ya no se encamina hacia la disolución", reseñó el presidente. También tuvo un gesto de cortesía hacia los parlamentarios al sostener que: "me confiaron el honor de gobernar los destinos del país", cuando lo eligieron como presidente interino "y hoy vuelvo aquí, después de un año de enorme sacrificio del pueblo".
Incluyó en los agradecimientos a los gobernadores argentinos por los dos acuerdos que firmaron y que fueron la base para avanzar en las negociaciones económicas y por implementar políticas de austeridad: "ellos cumplieron, yo cumplí, y juntos estamos sacando adelante la República".
"Hemos sufrido mucho y hemos madurado en el dolor. Hemos hecho grandes sacrificios y seguramente nos esperan horas de redoblarlos para construir una Argentina que cobije a todos sus hijos. En lo personal, me voy con la certeza de haber dado todo de mi. Si no he hecho más no ha sido por falta de convicciones o de coraje. Es simplemente porque no he podido", resumió el presidente antes de dar por finalizado el discurso y dejar el Congreso Nacional.