El médico Martín Galmarini, ex regulador del Sistema de Atención Médica de Emergencia (SAME), envió una declaración escrita "por consejo médico, dado el estado de estrés" que sufre, en la que ratificó falencias observadas la noche del 30 de diciembre pasado.

El texto con las declaraciones fue aludido por la presidenta de la comisión, Fernanda Ferrero (Recrear), en una sesión rodeada de familiares con las fotos de las víctimas colgadas de su cuello. Galmarini dijo ser "el primer facultativo" que ingresó al lugar, por la calle Jean Jaurés, donde advirtió "aproximadamente 50 víctimas y el desorden imperante" y que "las víctimas eran traídas por otras víctimas", por lo que informó que se necesitaría "mucha cantidad de móviles en el lugar".

También refirió las dificultades para agrupar a los afectados de acuerdo a la gravedad de su estado y dijo que "el sistema de comunicación estaba saturado" y que "no recibía instrucciones sobre cómo reingresar al lugar del hecho".

Aseguró que "en el lugar no había médicos suficientes para la atención de tal cantidad de víctimas", que eran transportadas por "autos particulares y móviles policiales" y que "en los móviles del SAME existían tubos de oxígeno que no podían usarse, porque se dejaba a la unidad desprovista de ese elemento".

El director general del SAME, Germán Fernández, sostuvo que "sobraron 15 tubos de oxígeno" luego del traslado de las víctimas y consideró "inédito en el mundo" el tipo de siniestro, porque "no hubo casos de fracturas, ni quemados de importancia", porque las muertes fueron causadas por monóxido de carbono.

Ante la comisión que preside Ferrero -para quien "esa noche se trabajó muy mal"-, Fernández reconoció que la zona que circundaba Cromañón no había sido debidamente vallada, que hubo desorden en el operativo y que "muchas víctimas habían sido trasladas por móviles policiales".