El pase de Borocotó al kirchnerismo, abandonando la fuerza por la que fue electo apenas unos días antes, es un nuevo capítulo de una vieja historia.
La impiadosa lógica de acumulación de poder del oficialismo K brindó otro didáctico ejemplo de cómo en aras de consolidar un proyecto, todo vale. Y no es casual que el elegido sea el médico Eduardo Lorenzo “Borocotó”, ya que su carrera política es un muestrario de cambios de bando invocando diversas razones pragmáticas o el descubrimiento de virtudes que antes no había percibido, aunque sus argumentos obviamente no han convencido a nadie.
La historia comenzó en la década menemista, cuando Borocotó militó codo a codo con Domingo Cavallo, quien llegó a presentarlo como “la gran incorporación de Acción por la República”. De ahí seguramente es la relación que trabó con el actual jefe de Gabinete -quien a la postre también sabe de eso de andar de un lado a otro-, contacto que le sirvió para llegar ahora al mismísimo despacho presidencial, donde se abrochó el pase.
Llegó incluso a integrar la fórmula para gobernador de Luis Patti, del que luego se distanció al enojarse el ex subcomisario con el médico. ¿Por qué? Porque coqueteaba con el duhaldismo...
El diputado del Pro Federico Pinedo dio una síntesis del pensamiento que cruzaba a todos quienes desde tres años cotidianamente dialogaban sobre la reconstrucción de la política a partir de la figura de Mauricio Macri. “El pase de un sujeto elegido por la oposición hacia el oficialismo es simultáneamente un acto de corrupción y fraude electoral”. En tanto, desde su visión de constitucionalista Daniel Sabsay calificaba de “miserable” y “tragicómica” la actitud del diputado electo por el Pro, al tiempo que también apuntaba al Gobierno, que “lo ha instigado a realizar ese acto”, y sostuvo que se trata de una “falta de ética” y “un daño a las instituciones”.
Es que sorpresivamente Néstor Kirchner y Alberto Fernández “descubrieron” las cualidades de Borocotó en el plano médico y considerando que ese potencial corría el riesgo de no ser valorado por Macri, le propusieron que sea el presidente de la Comisión de Salud de la Cámara baja a partir del 10 de diciembre, después de que jure, ya no por el Pro, sino por sus “principios éticos independientes”. Una contribución que también se manifestará a la hora de colocar su humanidad en la banca cuando los números no le cierren al oficialismo para sancionar una ley. Es que en el camino rumbo al mágico número 129 vale todo, gracias a “los borocotó” de ayer, hoy y siempre.
Probablemente a Macri no lo haya sorprendido del todo el gesto de su ex aliado, ya que las partidas que ha sufrido en su breve carrera política son varias. Después de los comicios de 2003, el macrismo padeció en la Legislatura porteña la fractura de su bloque y la diáspora de cinco de los 22 legisladores originales, pero cierto es que el éxodo no fue una exclusividad del sector y que fue menos afectado comparado con otras fuerzas.
El salto de Borocotó modifica el sorprendentemente resultado de la elección del 23 de octubre en Capital, que le había dado 6 diputados al Pro, 4 al ARI y 3 al FpV. Ahora el ganador queda con 5 diputados, apenas uno más que el que salió tercero. “Este per sáltum que en forma sorpresiva y sorprendente ha realizado Borocotó implica una verdadera estafa al pueblo que votó mayoritariamente una lista de oposición y que se trasmuta de inmediato en legislador oficialista. Si partimos de la base de que en la Capital Federal un Diputado representa aproximadamente 161.000 ciudadanos, hay que admitir que esa inmensa cantidad de votantes han quedado sin representación”, es la lógica aritmética que hace el diputado macrista Jorge Vanossi, cuyo sector no piensa dar la banca por perdida, sino que ya presentó un escrito para impedir que el médico y otrora periodista deportivo asuma en una banca oficialista. El final es abierto.