Una encuesta realizada por Parlamentario revela que, según diputados y senadores, la parálisis legislativa fue el hecho más saliente de 2005.
Por Pablo Winokur
Cuando se habla del Congreso muchas veces no se sabe exactamente a qué se hace referencia. La opinión pública -tan poderosa, influyente, irracional y cambiante, pero a veces sabia y certera- suele aludir generalmente al Congreso sin tener en cuenta un dato: el Poder Legislativo en la Argentina posee dos cámaras, independientes entre sí, que sólo tienen en común un edificio; el cual incluso es hasta difícil de transitar para los periodistas, quienes tienen que hacer peripecias para atravesar de un lado al otro ese palacio dividido.
Pese a eso, y a que los datos pueden ser engañosos, el hecho legislativo más saliente del año 2005 -según los propios diputados y senadores- fue la “parálisis legislativa” en que presuntamente se sumió el Congreso. Presuntamente, porque en realidad el estancamiento se dio en Diputados, donde el oficialismo no juntaba mayoría propia para imponer su voluntad en la sanción de leyes; el Senado -en cambio- sesionó regularmente.
Sin embargo, la imagen de cara a la sociedad es que “el Congreso” sesionó sólo ocho veces, sin que nada se pudiera hacer para revertir esa sensación en la opinión pública. Claro que entre los legisladores que contestaron a esta encuesta de Parlamentario no existió esa confusión semántica, puesto que todos conocen la diferencia entre ambas cámaras. Pero al ser más los diputados consultados -por una cuestión proporcional- la mayor parte de los legisladores (34%) mencionó el poco trabajo de la Cámara baja como el hecho más destacado. El número aumenta hasta casi un 70% si sólo tomamos en cuenta las respuestas de los diputados.
Fuera de ese hecho -o “no hecho”, como definió el demoprogresista Alberto Natale- también se mencionaron otras leyes o sucesos de gran importancia. En segundo lugar fue elegida la ley de protección integral del niño y adolescente (20%); en tercero las dos leyes educativas (14%), entendiendo a éstas como la de Financiamiento Educativo y la de Educación Técnica, y por último, pero también con un alto porcentaje, fue mencionada la ley de Donante Presunto (10%).
Sin superar el dígito, varios legisladores mencionaron como importante a lo que más fresco aparece, como el debate de impugnación de los pliegos de Luis Patti y Eduardo Lorenzo Borocotó y el pago al FMI (ambos temas con un 6%). Cabe mencionar sin embargo, que buena parte de la encuesta se realizó antes de que estas dos cosas se concretaran. También fueron mencionadas la ley de Biocombustibles, la de Jubilación Anticipada y el juicio político al juez de la Corte Suprema Antonio Boggiano, que concluyó con su destitución.
El no hecho
El hecho apuntado por legisladores como el más saliente de 2005 caía de maduro: la Cámara baja sólo sesionó trece veces -u ocho sin tener en cuenta las oportunidades en que se pidió cuarto intermedio- lo cual la puso en la mira de la sociedad. En esas oportunidades aprobó 71 proyectos de ley, contra los 195 del período anterior.
La cuestión pasó eminentemente por la decisión del Ejecutivo, por cuanto está dicho que el Parlamento se movió en función de los deseos de la Rosada. Empero, este escenario de parálisis se profundizó hasta dimensiones dramáticas luego de la ruptura entre el presidente Néstor Kirchner y su ex mentor, Eduardo Duhalde. Al cerrar las listas electorales la fractura fue evidente. El peronismo de la provincia de Buenos Aires iba dividido, entre el Frente para la Victoria -encabezado por la primera dama, Cristina Férnandez- y el PJ oficial -a cuyo frente estaba la ex primera dama Hilda González-.
Esa posibilidad se venía barajando desde el comienzo de la gestión K, por lo que no generó mayores sorpresas. Sin embargo, el dato más sugestivo fueron los segundos: José Pampuro -ex duhaldista acérrimo y ex médico de los hijos del matrimonio de Lomas de Zamora- acompañaba a Cristina, y José María Díaz Bancalari, titular del bloque oficialista en Diputados, se alineó junto a Chiche, con lo cual se vio obligado a renunciar a ese cargo.
Más tarde y tras un largo período de debate se acordó quiénes reemplazarían al Mono Díaz Bancalari: la idea fue que hasta tanto se decidiera la nueva composición del cuerpo -es decir, tras las elecciones- y se probara en las urnas el poder de cada dirigente, un cuarteto transitorio dirigiría los destinos del bloque. Así asumieron Jorge Argüello, Osvaldo Nemirovsci, Juan Manuel Urtubey y Carlos Caserio, representando a distintos sectores del peronismo.
El cuarteto nunca fue efectivo: no logró el consenso ni puertas adentro -para buscar los números para conseguir las leyes que el Gobierno requería- ni puertas afuera, ya que no concitó una gran adhesión presidencial. Aunque tampoco podrá endilgárseles toda la responsabilidad, ya que al asumir ya la batalla estaba planteada y milagros no podían hacer.
En síntesis, desde la asunción de “los cuatro mosqueteros” la Cámara sólo sesionó una vez, gracias a que la oposición logró imponer sus números para dar el quórum. En aquella oportunidad se logró sancionar la prórroga de los remates de los deudores hipotecarios -medida resistida en principio por el Ejecutivo, pero luego ratificada por el Senado- y la ley de Protección Integral de la Niñez, entre otras normas.
Todo este embrollo, que algunos legisladores definieron como “parálisis legislativa”, seguramente será el hecho por el cual se recuerde en materia parlamentaria a 2005; aun cuando el Senado se empeñe en informar que su performance fue muy distinta.
Vacaciones ajetreadas
El año legislativo comenzó raro, pues dos hechos sacudieron la escena. El primero fue la tragedia del boliche República Cromañón. Los casi 200 muertos que conmovieron a la ciudad de Buenos Aires -y al país- no pasaron desapercibidos en el Congreso de la Nación. En primer lugar, se desató un debate veraniego sobre si desde el Parlamento era posible modificar la legislación para evitar futuras tragedias de este tipo. Luego, los sucesivos embates de la Legislatura porteña contra el jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, también generarían repercusiones. Si bien todo este tema le pasó por el costado al Congreso -de hecho ningún diputado o senador consultado lo consideró como hecho legislativo- no se puede dejar de marcar que este tema también dejó su impronta en la agenda parlamentaria de 2005.
El segundo escándalo con que se inició el período ordinario del año pasado fue el de las narcovalijas de Southern Winds. Aunque las consecuencias legislativas de dicho suceso no fueron muchas, generaron un fuerte debate en el Congreso respecto de las políticas de prevención del narcotráfico, la seguridad aeroportuaria y el rol del secretario de Transporte, Ricardo Jaime. Al respecto, comenzaron a llover los pedidos de interpelación contra este funcionario y también contra Alberto Fernández y Julio De Vido. Más allá de que los reclamos de la oposición no prosperaron, las denuncias contra el secretario se multiplicaron hasta el punto de que el ex diputado socialista Ariel Basteiro llegó a decir que “Jaime es al gobierno de Kirchner lo que María Julia fue al de Menem”.
El tercer suceso con que se recibió el nuevo año fue el canje definitivo de parte de la deuda externa en poder de bonistas privados. En el período extraordinario, ambas cámaras aprobaron la denominada “ley cerrojo”, que pidió el Gobierno de modo de cerrar definitivamente y por ley el canje de la deuda, y así de desalentar a los bonistas que no quisieran ingresar. La idea fue decir explícitamente que no se mejoraría la oferta, lo cual fue avalado por la casi totalidad de los bloques legislativos.
Algo es algo
Ya comenzado el año, la mayor parte del esfuerzo político estuvo destinado a las elecciones legislativas. “Ya me habían avisado que los años de elecciones el trabajo disminuía, pero nunca pensé que tanto”, indicó la diputada Mirta Pérez, nueva en estas lides.
Más allá de esto, la primera etapa se destinó a estudiar pliegos de renegociaciones de contratos y a analizar los cargos por el juicio político a Boggiano, entre otros temas administrativos. También se trabajó fuertemente en algunas comisiones, que luego permitieron la sanción de algunas leyes.
Tal vez la más esperada -y que aún aguarda la sanción definitiva en el Senado- fue la modificación a la ley de Radiodifusión, permitiendo a las cooperativas poseer emisoras.
Un debate que quedó trunco fue el de la denominada ley del Tabaco, que promovía una serie de medidas para desalentar el consumo de cigarrillos: la idea -propuesta por el Ministerio de Salud- era imponer precios mínimos, prohibir la publicidad y evitar que se fume en lugares públicos.
La medida quedó cajoneada, debido a la fuerte presión de las empresas pymes -que decían que esta ley favorecía a las grandes- y a la negativa de los legisladores de provincias productoras de tabaco a prestar su voto para esta causa.
Mejor suerte corrieron otras leyes enviadas por el Poder Ejecutivo, que incluso fueron señaladas por los legisladores como las más importantes del año. La primera fue la ley de Educación Técnica que incluso fue reclamada por el presidente Kirchner desde el palco de un distrito del Conurbano. Esta norma intenta recomponer una de las falencias más graves de la ley federal de educación.
También en esta materia se aprobó la ley de Financiamiento Educativo, que busca elevar las cifras destinadas a educación del 4 al 6% del PBI en los próximos cuatros años.
Casi a fin de año se aprobó en materia de salud la ley de donante presunto, por la cual se estipula que toda persona es donante de órganos a menos que diga expresamente lo contrario.
Final del juego
Ya sobre el final del año, las asunciones de diputados y senadores generaron varios bloopers. El primero fue que tras la elección de octubre se produjo el pase del año: Eduardo Lorenzo Borocotó se pasó al kirchnerismo a pocos días de ser electo como diputado.
Pocos entendieron que pasó. Lo cierto es que este hombre vinculado a la centroderecha se fue al kirchnerismo a cambio -presuntamente- de la presidencia de la Comisión de Salud.
También en las filas del kirchnerismo de Capital se generó una polémica en torno a Rafael Bielsa, quien horas antes de asumir anunció su renuncia a la banca, para ocupar el puesto de embajador en Francia. Finalmente, el rechazo fue tan grande que el hoy legislador volvió a renunciar -esta vez a la embajada- y ocupó su banca en el Congreso.
Las ceremonias de asunción también dieron que hablar. Primero la del Senado, donde estuvo presente Kirchner. Al momento de jurar Carlos Menem, el primer mandatario guiñó un ojo a su esposa Cristina y tocó madera, para ahuyentar la mala suerte que supuestamente genera el riojano. Días más tarde, al asumir Cristina Fernández de Kirchner, el titular del cuerpo, Daniel Scioli, se equivocó en la fórmula y la nombró como “senadora por Santa Cruz”, cuando ella había sido electa por la provincia de Buenos Aires.
En Diputados la ceremonia de asunción estuvo signada por el debate en torno de los pliegos de Patti -que fue pasado a comisión- y de Borocotó.
Días antes de concluir el año, el Gobierno sorprendió con el anuncio del pago de toda la deuda al Fondo Monetario Internacional, con reservas del Banco Central, lo cual también requirió de un debate parlamentario que se liquidó en apenas unas horas.
En esos mismos días se debatió también el Presupuesto, la Emergencia Económica y la reforma al Consejo de la Magistratura, entre otras medidas.
Fuera del trajín de los últimos días de 2005, sin duda será recordado en el futuro como el año en que “el Congreso” no trabajó, pese a los esfuerzos de la Cámara alta por no quedar pegada a esta lamentable situación.