El centenario partido sólo tiene un legislador que lo representa en la Legislatura, pero hay una decena que estuvieron afiliados a la UCR.
Por Julio El Alí
La ciudad de Buenos Aires se caracterizó históricamente por ser un bastión de la UCR, que salvo pocas excepciones ganó todas las elecciones en este distrito. Sin embargo, la crisis de 2001 y el “que se vayan todos” se combinaron para provocarle una caída en la consideración de la ciudadanía de la que aún no se ha recuperado.
Sin embargo, a pesar del bajísimo porcentaje de voto que obtuvo el radicalismo en las últimas elecciones, la nueva conformación de la Legislatura cuenta con una decena de diputados en diferentes bancadas que en su pasado formaron parte de las filas del partido centenario. Paradójicamente, la representación propia radical en el cuerpo es mínima, con sólo un diputado: Roberto Vázquez, a quien los vecinos desconocen por su bajo perfil.
Correligionarios
A los diputados de origen radical conocidos, como Jorge Enríquez y Florencia Polimeni se le sumaron ahora Alejandro Rabinovich, Teresa Anchorena, Enrique Olivera, Ivana Centanaro, Fernando Cantero, Guillermo Smith y Oscar Zago.
Polimeni entró al Parlamento por la lista macrista, pero nunca dejó de declarar su amor por el partido radical y lo que representa la figura del ex presidente Raúl Alfonsín. En la actualidad, se encuentra en su monobloque Guardapolvos Blancos.
En tanto, Enríquez forma parte del bloque Juntos por Buenos Aires aliado al macrismo, pero fue un dirigente histórico que representó a la UCR en la Convención Constituyente porteña.
El ARI captó varios hombres con pasado radical. El primer candidato a legislador en la lista de Elisa Carrió fue un reconocido radical peleado con la dirigencia porteña, Enrique Olivera, quien fue jefe de Gobierno. Otro ex boina blanca es Rabinovich, quien supo ser presidente de la Juventud Radical. También Cantero, quien ya era legislador, Anchorena y Smith.
El kirchnerismo cuenta con Centanaro, quien tiene un pasado radical, pero al no encontrar un espacio dentro de la UCR porteña aceptó formar parte de la bancada oficialista, explicaron fuentes cercanas a la legisladora.
Un caso similar es el de Zago, aunque a diferencia de Centanaro se encuentra en el bloque que lidera Diego Santilli (Juntos por Buenos Aires) donde la mayoría de sus integrantes son peronistas disidentes. “Yo formo parte de los radicales por el cambio, a los que Mauricio Macri nos abrió un nuevo espacio, y nos dio la oportunidad que nuestro partido no nos otorgaba”, explicó Zago a Parlamentario.
Alianza o soledad
Quienes todavía se sienten orgullosos de ser radicales y no abandonaron la UCR atraviesan convulsionadas aguas frente a la disyuntiva de analizar eventuales alianzas o decidirse a avanzar solos. Por lo pronto, ya se hicieron evidentes fuertes divisiones internas a la hora de decidir si apoyaban o no a Aníbal Ibarra en el juicio político.
Vázquez votó en contra del inicio del proceso, pero la tragedia de Cromañón ya había provocado la separación de quien era el presidente del Comité. “Creo que la decisión que se tome tiene que, además de contribuir a recuperar la identidad partidaria, intentar que haya la menor sangría posible, porque las últimas decisiones han desangrado al partido constante-mente”, opinó en aquel momento Polimeni.
La UCR porteña intenta realizar cambios pero no consigue reposicionarse en el ámbito político, que lo observa como un dinosaurio en extinción. Sus hombres no luchan desde el partido sino que engrosan las filas de otros nuevos espacios, como el ARI o el macrismo, que no tienen una imagen negativa en la opinión pública.
Sería interesante saber qué hubiese pasado si estos mismos legisladores hubieran conformado la lista radical en las últimas elecciones. En estricto off, varios de los ex radicales aceptaron que hubieran tenido otro destino.
La UCR sufre la dispersión de quienes fueron defensores de los valores radicales y, en la actualidad, forman parte de otros espacios políticos, lo que condena a una reforma de la estructura partidaria dentro del radicalismo, porque si no correrá serios peligros su existencia.