Veintiseis diputados y una senadora no presentaron ningún proyecto de ley en 2005, según un relevamiento hecho por Parlamentario en base a la información recogida en Mesa de Entradas de ambas cámaras.
Se ha dicho en estas páginas que la interpretación de los números es subjetiva, y que no necesariamente son suficientes para hacer un juicio de valor respecto del desempeño de un legislador. La labor de un diputado o senador no es un resumen de sus intervenciones en los debates, ni el número de proyectos presentados; ni siquiera su asistencia a las sesiones. Todo suma, y no se puede incinerar a un legislador por el análisis separado de alguno de estos factores.
“El verdadero trabajo de un legislador se ve en las comisiones”, es una frase recurrente que suelen exponer quienes saben dónde se cocinan verdaderamente las leyes y dónde se demuestra cabalmente la aptitud que nuestros representantes tienen para desempeñar las funciones para las cuales han sido elegidos. Lejos de las cámaras, lejos de los titulares de los medios, cerca de los asesores; metidos de lleno en lo que representa el verdadero trabajo que se realiza en el Congreso nacional y en todas las Legislaturas provinciales.
Bueno es decir también que quienes se encargan de remarcar este dato también admiten que en tiempos en que el trabajo legislativo no brilla por su productividad, son muchos los que directamente no asisten a las comisiones.
El trabajo legislativo es, en definitiva, una sumatoria de todas las actividades que se desarrollan en el Parlamento, pero nada indica que no puedan ser analizadas en forma independiente. Por eso es que Parlamentario ha puesto la lupa en su anterior edición sobre la participación de cada diputado en los debates legislativos. Porque, en definitiva, el eje de la labor parlamentaria es el debate, y nadie debe sentirse molesto porque se analice si participó o no de los mismos.
Por eso es que en esta edición analizamos la presentación de proyectos, sabiendo de la salvedad que inexorablemente hay que hacer siempre, y que exponemos cada vez que destacamos quiénes han sido los que más proyectos han presentado en cada rubro, y que haremos una vez más: la cantidad de iniciativas presentadas no es sinónimo de calidad, y no necesariamente quien presenta más proyectos es quien mejor los hace o el que tiene las mejores ideas. Están también aquellos que -dicen los críticos- presentan cataratas de proyectos basados tan sólo en lo que aparece en los diarios.
Pero también están quienes no presentan nada. Por múltiples razones que cada uno deberá exponer individualmente a la hora del descargo, con sobrada justificación en muchos casos, por cierto. Pero están aquellos que muestran una desidia en la materia que podría ser emparentada con la vagancia.
La lupa de Parlamentario apuntó nuevamente con particular atención a la Cámara baja, signada durante 2005 por un año electoral muy particular, ya que la tensa pulseada existente dentro del bloque oficialista repercutió de tal manera en la vida legislativa que el número de sesiones realizadas fue mínimo. Una inactividad en la que el Ejecutivo mucho tuvo que ver, pero en nada influye esa omnipresencia en la participación individual de cada legislador.
Esto es, nada tiene que ver el hecho de que haya habido tan pocas sesiones semanales en que los diputados hayan menguado su participación en cuanto a presentación de proyectos.
En la Cámara baja hay tres clases de iniciativas: de ley, de declaración y de resolución, siendo las primeros las más importantes, y éstas fueron las tenidos en cuenta a la hora de realizar el presente informe.
Los proyectos de ley son los que merecen mayor estudio y elaboración, los que ameritan una preferencial atención y trabajo de parte del legislador y sus asesores. Y si leyes sobran -según los que insisten en la necesidad de un digesto riguroso- no debería pretenderse que un legislador se convierta en una máquina de presentar este tipo de iniciativas. Hecha la salvedad, vale preguntarse qué debe esperarse de un legislador. Muchas cosas, o al menos unas cuantas correspondientes a alguno de los rubros ya expuestos… pero que al menos se tome también el compromiso de trabajar en algún proyecto de ley de su autoría, para que su nombre quede asociada a una ley aprobada, o al menos que quede en los archivos parlamentarios.
En cero
La cuestión es que no fueron pocos los diputados que quedaron en cero a la hora de verificar la cantidad de iniciativas de ley presentadas a lo largo de 2005. Lo cual no implica que no hayan inscripto proyectos de otros rubros, pero lo cierto es que 26 diputados expusieron una alarmante sequía en esa materia.
Hay nombres notables entre éstos, mezclados con otros desconocidos para el gran público. Algunos en los que se justifica, o al menos se entiende el cero, pero otros que merecerían alguna explicación. Figura entre los diputados que no presentaron ningún proyecto de ley a lo largo de 2005 el actual presidente del bloque Peronismo Federal, José María Díaz Bancalari, pero su caso debe inscribirse entre los que se entienden. Primero, un presidente de bloque tiene otras preocupaciones y obligaciones diferentes a las de elaborar proyectos, aunque una cosa no inhiba la otra. Segundo, porque el bloque que presidía el nicoleño era nada menos que el más importante. Y tercero -y más importante- Díaz Bancalari no sólo participó como candidato en la campaña electoral 2005 sino que tuvo participación activa -como frustrado componedor- en la disputa existente en el seno del justicialismo, en cuyo marco perdió la presidencia del bloque justicialista.
Hay otros casos, como el del diputado Ricardo Rapetti, quien ya concluyó su mandato, pero que pasó todo el año 2005 de licencia por una enfermedad que no sólo lo postró ese año sino también el anterior y parte de 2003… Cabe aquí preguntarse si no debería haber una reglamentación que se aplique para los casos en los que una persona ha sido elegida para ejercer el cargo y se ve imposibilitada de hacerlo por razones de salud. ¿Cuánto es el tiempo que puede admitirse semejante ausencia? El tema merece al menos ser discutido.
Hay otros casos en los que no sólo no presentarn proyecto de ley alguno sino que tampoco tuvieron otro tipo de iniciativa, como el chaqueño Rafael González (ocupado en la intervención del PJ santiagueño), el riojano Ricardo Quintela (en campaña para la Intendencia de la capital de su provincia) y el obrero metalúrgico José Roselli, quien merece un párrafo aparte.
Este diputado, que concluyó su mandato el pasado 10 de diciembre dentro del bloque Convergencia, aunque había llegado a su banca a través de Autodeterminación y Libertad -detrás de Luis Zamora, con quien se peleó-, tuvo una más que pálida actuación legislativa en la que prácticamente no se le escuchó la voz en el recinto y en la que al menos durante 2005, el año que nos ocupa, apenas aparece como cofirmante en un proyecto de resolución.
Hay otros diputados que no presentaron proyectos de ley, mas sí de declaración o resolución, aunque tampoco se destacaron en esos rubros. El formoseño Mario Bejarano, por ejemplo, que sólo presentó un proyecto de resolución; o el tucumano Roque Alvarez, quien ya concluyó su mandato y que el año pasado sólo presentó una iniciativa de resolución; y el ex intendente de General Rodríguez Oscar Di Landro, con una iniciativa de declaración, el catamarqueño Guillermo De la Barrrera (uno de resolución), y otra chaqueña, la peronista Beatriz Goy (uno de resolución). No mucho más hicieron la ahora kirchnerista Marcela Bianchi Silvestre, que el año pasado obtuvo su reelección y sólo presentó dos iniciativas de declaración, y el salteño peronista Enrique Tanoni (uno de resolución y otro de declaración).
Llama la atención también los casos de Adolfo Rodríguez Saá, quien a partir del 10 de diciembre es senador nacional. El ex presidente de la Nación no presentó ningún proyecto de ley en su segundo año de mandato como diputado, aunque sí presentó varias iniciativas de otros rubros: seis de resolución y siete de declaración.
Lo mismo sucede con otro diputado muy conocido, el radical Federico Storani¸ quien el último año no presentó proyectos de ley, pero sí once entre iniciativas de declaración y resolución. O el caso del peronista Jorge Villaverde, quien encabezó la nómina de candidatos a diputados nacionales duhaldista y, si bien no presentó proyectos de ley, se anotó con nueve iniciativas de otros rubros.
En el Senado
En la Cámara alta hay tres veces y media menos legisladores. De ahí que las cantidades se reduzcan y no llame la atención que la nómina de los senadores que no presentaron ningún proyecto disminuya notoriamente. De hecho, el Senado funcionó prácticamente con normalidad el año pasado, por lo que no sorprende que en ese ámbito sólo una persona aparezca en cero.
“No se han encontrado proyectos que respondan a los criterios buscados”, responde el buscador a la hora de plantear los datos correspondientes a la senadora pampeana Silvia Gallego, cuyo último proyecto de ley presentado data de noviembre de 2004 y corresponde a la prevención de la transmisión vertical y erradicación de la transmisión de la enfermedad de chagas, cofirmado por su colega y ex gobernador Rubén Marín. Esa senadora tuvo participación en numerosas otras iniciativas, aunque siempre como cofirmante, y su apellido no figura en la nómina de la Mesa de Entradas.
Hay otros legisladores que figuran con sólo un proyecto de ley, como la santiagueña María Elisa Castro -quien estuvo de licencia por razones de salud-, su comprovinciano Mario Mera, el también santiagueño -pero radical en este caso- José Luis Zavalía, el puntano Raúl Ochoa (quien fue suspendido en el ejercicio del cargo luego de haber sido condenado por la Justicia federal que lo encontró culpable de haber votado por lo menos en dos oportunidades durante los comicios celebrados en 2001), y los ex gobernadores Marín y Julio Miranda.
No es el objetivo de esta nota emitir fallo condenatorio contra nadie, ni siquiera realizar juicios de valores más allá de los puntualmente expuestos. Hay que destacar que muchos legisladores citados pueden haber tenido participación importante en la elaboración de leyes, siendo en muchos casos cofirmantes.
Debe insistirse en que cantidad no es sinónimo de calidad y para exhibir una muestra citamos el ejemplo de la primera dama, quien presentó en 2005 tres proyectos de ley por cierto importantes -sin juzgar aquí si son buenos o malos-, dos referidos a las sociedades comerciales y otro estableciendo la votación nominal para los proyectos de ley. ¿Y la reforma del Consejo de la Magistratura?, se preguntará más de uno. Data de diciembre de 2003.
El papel individual de los legisladores debe potenciarse en estos tiempos en que el Congreso de la Nación está a la defensiva no sólo por los embates del Ejecutivo, que lo ha convertido prácticamente en una mera escribanía de sus deseos -según la definición de sus propios habitantes-, sino también frente a una sociedad dispuesta a cuestionarlo por todo tipo de factores. En algunos casos con razón y otros no. Es en ese marco en el que los legisladores deben esforzarse al máximo no sólo para redoblar el trabajo sino también para dejar el menor número de flancos expuestos.