El Ministerio de Economía, a cargo de Felisa Miceli, le acercó al presidente de la Nación Néstor Kirchner una propuesta de modificación en la política tributaria. La idea consiste en un aumento en el mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias, tras la presión sindical del pueblo de Las Heras de la provincia de Santa Cruz junto a las exigencias de la Confederación General del Trabajo (CGT).
El pedido, que se basó en un informe elevado personalmente por la titular del Palacio de Hacienda al presidente Kirchner, consta de distintas alternativas ante la exigencia de la suba del piso del tributo a las Ganancias.
Entre las sugerencias, la posibilidad más fuerte sería elevar el mínimo no imponible, que actualmente opera sobre los sueldos mayores a los 1.835 pesos para los trabajadores solteros y en 2.235 pesos para los casados.
La suba del piso del impuesto a la Ganancias podría ser del 20 al 30 por ciento, y regiría a partir del mes de abril, momento en el que vence el tiempo del Poder Ejecutivo para modificar la política impositiva.
Los sueldos no se han ajustado al verdadero movimiento de la inflación y la suba en los salarios fue menor al verdadero aumento de los precios. Por lo cual, el Gobierno no adecuó a la suba en los costos o al aumento inflacionario, el piso de Ganancias. De este modo, cada vez más plata perteneciente a un sueldo va a parar a las arcas del Fisco.
Los trágicos sucesos acontecidos en la localidad de Las Heras, de la provincia de Santa Cruz, durante la semana pasada, sumados a la fuerte presión de los dirigentes de la CGT, han obligado al Ministerio de Economía a presentar alternativas de respuestas.
La exigencia de los empleados consiste en un mayor incremento salarial para compensar la reducción que reciben por el impuesto a las Ganancias.
El conflicto impositivo, en realidad, se presenta porque el Gobierno no quiere resignar una porción de la recaudación, y de ese modo, evitar que se produzca una disminución del superávit fiscal.
Ese sobrante es uno de los logros más importantes para la administración kirchnerista, y fue con lo que afrontó el pago de la deuda.
Al respecto, varios expertos en materia económica han asegurado que la reforma, lo que haría en realidad, es generar un pequeño alivio y a la misma la definieron como una verdadera mezquindad para los trabajadores.
A su vez, los conocedores de la política impositiva afirmaron que el Gobierno no debe preocuparse por una posible disminución en la recaudación.
Por último, insistieron en la idea de que si la gente tiene más plata a su disposición, se produciría automáticamente un aumento en el consumo. Ese incremento se traduciría como una suba en la recaudación del IVA, que compensaría la baja en el impuesto.