Por Alicia Mastandrea. Presidenta de la Comisión de Industria y Comercio del Senado
La industria de la celulosa y el papel puede ser una industria sustentable ambientalmente. Finlandia, Suecia y Canadá, principales países exportadores del mundo, así lo han demostrado al encabezar a su vez, el ranking como los países más sustentables en lo ambiental. El conflicto con la hermana República Oriental del Uruguay puede y debe ser resuelto respondiendo a las legítimas aspiraciones del pueblo uruguayo de tener oportunidades de desarrollo económico, y las aspiraciones del pueblo entrerriano, de mantener un ambiente sano y sustentable. Evidentemente, las formas y modos para tratar este tema no han sido las adecuadas, y hoy nos vemos en la necesidad de recurrir a La Haya, como organismo externo y autónomo para que dirima una situación que deberíamos haberla resuelto responsable e institucionalmente entre países hermanos.
Mientras la Corte de La Haya se expide, queda una agenda importante que deberíamos atender. Es verdad que las plantas de celulosa y papel han sido muy contaminantes. En los años 80 hubo una serie de denuncias graves por la presencia de dioxinas en ostras cercanas a plantas de celulosa en Canadá. Y se encontraron dioxinas en productos de papel blanqueado. A partir de esto, se produjo una reconversión de las tecnologías utilizadas en la elaboración de la celulosa y el papel blanqueado, impulsado por la misma industria, por los consumidores, y por una fuerte regulación que obligó a modificar los procesos tanto en Estados Unidos, como en Canadá y en Unión Europea.
De acuerdo con los antecedentes del sector, las dos tecnologías que se pusieron en marcha en ese momento para mitigar el impacto ambiental fueron la llamada TCF (Total Clorine Free)- o totalmente libre de cloro, en donde el blanqueo se realiza por agua oxigenada; y el método ECF (Elementary Clorine Free)- Libre de cloro elemental- que utiliza el dióxido de cloro. Quince años después que estas tecnologías se pusieran en marcha, se encuentra, que ambas presentan un impacto ambiental similar. Pero que la demanda de la pasta TCF es reducida, ya que sus condiciones técnicas son inferiores (el papel es menos blanco y se amarillea con el tiempo). La reducción del impacto ambiental se tradujo que además de en el sistema de blanqueo, se impulsaran modificaciones en los procesos productivos, tratamientos de los efluentes, uso de agua y energía, que permitieron lograr una industria con niveles de contaminación que no afecta la sustentabilidad ambiental de la zona de influencia.
Esto es fácilmente observable y demostrable. Como mencioné, los principales centros de producción de celulosa y papel se encuentran en Estados Unidos, Canadá, Finlandia y Suecia (principales exportadores de celulosa y papel del mundo). Estos tres últimos países, son a su vez, los que muestran los índices integrados de sustentabilidad que los ubican como los mejores países en sostenibilidad ambiental en el ranking mundial (Indice de sostenibilidad ambiental 2005- llevado por la Universidad de Yale y de Columbia)
Pero además de la tecnología, se ha avanzado en los marcos regulatorios disponibles. En octubre de 2007 entrará en vigencia en Europa el Sistema de Prevención y Control Integrado de la Contaminación, que otorga un nuevo marco regulatorio de control ambiental. Esta legislación ha marcado límites de emisión integrado por unidades de producción. La tecnología del control también ha avanzado. Las emisiones se pueden medir por sensores colocados en las salidas de los efluentes, que en tiempo real indican a los operadores de la fábrica y a los organismos de control, las emisiones que se están produciendo en forma total e integral. Si se produce alguna emisión fuera de norma, los sistemas cuentan con alarmas que pueden estar dispuestas en el organismo de control y en la empresa. La tecnología disponible permite hacer un seguimiento efectivo de las emisiones de las empresas.
Este sistema integrado de prevención y control ambiental es aplicable a la industria de la celulosa y el papel en Unión Europea, así como a decenas de industrias más. En Argentina aún no hemos incorporado en buena parte de nuestras industrias las tecnologías y sistemas de control disponibles. Ni los marcos regulatorios necesarios.
Las empresas que han anunciado inversiones en Uruguay, BOTNIA (capitales finlandeses), ENCE (capitales españoles) y Stora Enzo (capitales suecos-finlandeses), son empresas que utilizan procesos y tecnologías de punta en la industria de la celulosa en sus países de origen. Todas ellas han innovado además, en los procesos biológicos de tratamiento de efluentes, de los procesos productivos y uso de energía y agua. Se les puede y debe exigir que utilicen en nuestra región los procesos requeridos en la Unión Europea.
Esto debería ser una oportunidad para impulsarnos a iniciar el camino de requerir a nuestras industrias que vayan adaptando sus procesos a estos mismos estándares internacionales.
La preocupación principal expresada por la población de Gualeguaychú parte de la desconfianza de que estas empresas vayan a utilizar las tecnologías disponibles en sus inversiones en la R.O. del Uruguay. También se duda de la capacidad de control sobre efluentes que permita monitorear que se están utilizando los sistemas de mitigación que corresponden. Pero estas preocupaciones pueden ser resueltas.
Para ello se debería:
1) Proponer incorporar un sistema de control integrado de emisiones, con el sistema de sensores en efluentes con control en tiempo real realizado por un organismo bi- nacional. Proponer que la Asamblea de Gualeguaychú tenga una participación como observador en el sistema de control ambiental. Se debería legislar en forma conjunta sobre la base de los parámetros requeridos para la industria papelera (DBO, DQO, AOX, etc.). Y agregar un control cada tres meses de las condiciones del río.
2) Proponer un análisis independiente de los estudios de Impacto Ambiental que verifique que las fábricas incorporan los procesos productivos y los elementos de mitigación y tratamiento de efluentes establecidos por los organismos internacionales (mejores tecnologías disponibles o ”BATs”). No han sido consultados, en Argentina, los organismos y Universidades especializadas.
3) Iniciar un proceso responsable para que las empresas de las industrias consideradas con mayor impacto ambiental que actúan en Argentina vayan adaptándose a los estándares internacionales de prevención y control de la contaminación.
La preocupación por el impacto ambiental de las plantas de celulosa y papel es legítima. Pero la población tiene el derecho de saber que la mitigación del impacto ambiental de las industrias de celulosa y papel ha sido abordado regulatoria y tecnológicamente, y se ha ido resolviendo a nivel internacional. Tenemos la oportunidad de incorporar esa gestión y tecnología en nuestro país y en nuestra región, que nos permitirá un desarrollo sustentable en lo ambiental, pero también en lo económico y social, como ya lo han logrado los principales países exportadores de celulosa del mundo.
Lo urgente, es evitar la profundización de las divergencias con un pueblo hermano, como el de Uruguay. El conflicto ha llegado a un punto que es imprescindible que los presidentes de ambos países se reúnan para zanjar las diferencias, y lograr una agenda común para atender estos problemas y responder satisfactoriamente, a las aspiraciones de la sociedad en ambas margen del río que nos une. Por ello, considero que desde el Senado debemos aportar para que el dialogo sea la forma de resolución de este conflicto, y seguramente, la propuesta presentada por el Senador Marcelo López Aria y el Senador Rubén Giustiniani de crear una comisión binacional parlamentaria, contribuirá por vía de la diplomacia legislativa a la solución pacífica del tema.