Por Silvia Giusti *
Ya pasó la alegría del acto inaugural del ciclo lectivo; ya quedó atrás el reencuentro con los compañeros y colegas después de las vacaciones. Ya se vieron las caras de los alumnos en la clase; ya se identificaron a los que entienden, a los que están con la mente en otra cosa, a los que molestan, a los que tristemente repiten el curso...
Ya habló el Gobernador, con el orgullo de las obras concretadas, de los edificios nuevos, de las escuelas ampliadas. Con la satisfacción de haber avanzado en la recuperación y el reconocimiento de la docencia, en la dignificación de sus salarios, en la profesionalización de su actividad.
Ya hablaron los ministros. La presencia en Chubut del Ministro Daniel Filmus y su permanente referencia al financiamiento, a la voluntad transformadora, a la revisión de las leyes educativas de los noventa y su continua convocatoria a todas las autoridades y a todos los sectores para, por fin, cambiar a la sociedad a partir de la educación. A la Ministro de Educación de la Provincia, Mirta Romero, ahora con la fundada esperanza y la concreta posibilidad de concentrar los esfuerzos de profesores, directivos, supervisores, especialistas y autoridades educativas de la Provincia en mejorar los aprendizajes de los alumnos y en disminuir las diferencias entre ellos. Ya hubo alegría, reencuentros, palabras de autoridades, contacto con alumnos.
¿Y ahora?
Ahora que el sistema escolar cuenta con mejores condiciones para trabajar, más espacio físico, más equipamiento, salarios recuperados, ahora que el Estado hizo gran parte de lo que nunca debió dejar de hacer. ¿Qué pasará ahora en las escuelas?..
¿Seguirán las repeticiones de programas, clases y evaluaciones, siempre parecidas o iguales a los de años anteriores?
¿Alguien se ocupará de los alumnos que no entienden, que no avanzan, que no aprueban? ¿Seguirán librados a su suerte y a las posibilidades (o las carencias o las ausencias) de sus familias?
¿Las iniciativas en materia de calidad y de equidad seguirán siendo exclusiva competencia y responsabilidad de “la superioridad” política o técnico-pedagógica o tendrán cabida la imaginación, el diseño y el compromiso de cada docente a partir de sus propias vivencias y prácticas?
¿Se instalarán en la comunidad docente renovadas actitudes como aprendices permanentes al servicio de los alumnos? ¿Tendrán como contrapartida políticas y acciones de capacitación valiosas para las escuelas, los alumnos y las familias?
¿Continuará el “fundamentalismo” cuando se trate de los legítimos derechos laborales o prevalecerán solidaridades comunitarias y sociales compatibles con las necesidades educativas de los chicos, los adolescentes y sus familias?
Como Estado, es decir, la Provincia del Chubut y la Nación, concretaron entre el año 2005 y lo que va del 2006 una serie de iniciativas que evidencian el interés por la educación y por sus principales protagonistas: los alumnos y los docentes.
De este modo, conjuntamente la Nación y el Chubut, recuperaron años de injustificable ausencia, desidia, dejaron atrás tiempos de actuación a espaldas de la voluntad popular, ésa que, por el contrario, siempre respaldó a la educación como instrumento de construcción de la justicia social.
Ahora llega el momento de confirmarles, cada día y en cada clase, a los gobernantes y a los ciudadanos, al Estado y a la sociedad, que su esfuerzo vale la pena.
Ahora ya no es necesario “resistir” como lo hicimos durante tanto tiempo porque se ha “resignificado” y reconocido el rol y la importancia de la educación.
Ahora, de una vez y para siempre, ¡MANOS A LA OBRA!
* Senadora de la Nación, ex docente, ex supervisora escolar y vocal de la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Cámara Alta.