El diputado Jorge Sarghini reconoció los problemas existentes en su bloque, aunque desmintió que vaya a producirse una ruptura. Además, criticó “las visiones binarias” de la política y descartó que ellos sean “anti K”.
Por Pablo Winokur
Le tocó ocupar la Secretaría de Hacienda en lo peor de la crisis económica, cuando nadie creía que la Argentina pudiera despegar. Allí duró un año, hasta mayo de 2003, cuando asumió Néstor Kirchner como presidente. Jorge Sarghini dejó la jurisdicción nacional para volver a su provincia -Buenos Aires-, donde ya había sido ministro de Economía durante casi cinco años. Esta vez su destino era el Banco Provincia.
Sin embargo, las vueltas de la vida y de la política argentina lo ubicaron en la oposición, luego que el Presidente formalizara la ruptura con el PJ bonaerense.
Hoy, Jorge Sarghini es uno de los diputados considerados “duros” dentro del Peronismo Federal; un bloque que -dicen- está a las puertas de la ruptura luego de las diferencias surgidas en torno de la reforma al Consejo de la Magistratura y el posicionamiento frente al Gobierno.
El legislador recibió a Parlamentario y desmintió la ruptura, aunque reconoció que las diferencias existen.
- ¿Cómo ha quedado el bloque luego de votar divididos en el tema Consejo de la Magistratura?
- Cuando un bloque vota dividido significa que problemas hay; eso no puede negarse. Pero me gustaría que quede muy en claro que esas diferencias tuvieron que ver con criterios puramente objetivos respecto de la ley que se discutía y no de especulación política. No quiero que haya suspicacias, porque no creo que haya otras razones por las que hayan votado a favor de aquella ley. Diferencias hay, pero surgieron en un tema puntual.
- ¿No es minimizar la situación?
- Obviamente no es un tema menor y no lo minimizo, pero hasta ahora no han aparecido diferencias en otros temas. Por eso mi firmeza en decir no a las suspicacias y no a las acusaciones de que si no se alinea se está fracturando el bloque. De hecho, en la última sesión, en oportunidad del debate del proyecto de financiamiento para obras de infraestructura, gas o electricidad, el bloque Peronista Federal dio un gesto muy fuerte de unidad al plantear unánimemente disidencias en particular al texto propuesto por el oficialismo.
- ¿Y cómo será el futuro de este bloque?
- Veremos. Se resolverá dentro del bloque. No puedo negar que el hecho de votar divididos no es lo mejor que le puede pasar al bloque y que esto significa un problema, pero no lo veo definitivo ni tampoco sin solución. Esto no se resolverá discutiendo respecto de lo que pasó, sino en función del comportamiento futuro.
- ¿Cree que se violó la expectativa de la gente?
- No, porque la gente nos votó sabiendo quiénes éramos. Sabían que fuimos parte del Gobierno, pero que teníamos diferencias en algunos puntos particulares como la forma de construcción política, algunas diferencias respecto de los manejos institucionales y algunas cuestiones económicas. Pero también sabían que podíamos tener coincidencias. Entonces, a nosotros no se nos votó para ser una oposición sistemática, sino para que nos opusiéramos a aquello que considerábamos negativo para el país y para que apoyáramos lo bueno. Y así lo vinimos haciendo, como cuando propusimos modificaciones al Presupuesto, cuando reclamamos el cambio en la prórroga de los impuestos o cuando yo me opuse al pago al FMI por considerar que no era el momento oportuno.
- ¿No hay ruptura entonces?
- En principio no se ha planteado eso. Yo no puedo anticipar cómo sigue. Lo único que puedo decir es que hemos demostrado -más allá de expresar mis diferencias en su momento- una voluntad de no fractura.
- Usted está dentro de los sectores duros del bloque. ¿Los otros sectores se están pasando al Gobierno?
- No creo en una cosa ni en la otra. Ni hay quienes se están pasando al Gobierno, ni nosotros somos duros. Sí tenemos diferencias respecto del posicionamiento a tener frente al Gobierno nacional. Yo soy de los que creen que quienes estamos en este espacio debemos ser consecuentes con lo que planteamos como opción a la sociedad el 23 de octubre, cuando dijimos que no éramos una oposición cerrada al Gobierno, porque de hecho fuimos parte del mismo, pero que también teníamos diferencias que íbamos a marcar con toda claridad. Lo que pasa es que tenemos que romper una lógica binaria y maniquea que nos indica que sólo hay dos andariveles: o estamos con el Gobierno o contra el Gobierno; o somos el Frente para la Victoria o formamos parte de la nueva Unión Democrática. Esto es falaz: yo tengo derecho a permanecer dentro del justicialismo, a cuyas ideas no he renunciado y a poder conformar un espacio que pueda expresar las diferencias con el FpV. Pero nosotros no somos “anti K”.
¿Aliados?
- Kirchner permanentemente invita al diálogo y a que cada uno defienda sus ideas. Sin embargo tiene estas actitudes de descalificar a todos los que piensan distinto. ¿Por qué cree que hace esto?
- Probablemente el Presidente esté haciendo una lectura de conveniencia política. Yo no creo que nadie inteligente -y por supuesto considero muy inteligente al Presidente- crea en este corte y esta forma de ver las cosas tan maniqueas. Lo que sí es cierto es que quienes ejercemos la política lo que mejor podemos hacer para prestigiar esta actividad es dar testimonios con nuestros actos, más allá de nuestros discursos. Y en el tema del Consejo de la Magistratura se demostró que ese diálogo no existe, porque -con todo respeto al Presidente- no es cierto que quienes nos opusimos no ofrecimos opciones. Nuestro bloque generó despachos en disidencia.
- ¿Hay posibilidades de que su sector se alíe con el macrismo o con Sobisch?
- No las hay. Esas son las posiciones que surgen de esa forma de ver las cosas: como no nos afiliamos al oficialismo de manera automática, rápidamente intentan mostrarnos como que vamos al otro rumbo. Yo soy justicialista y quiero expresar mis diferencias desde el justicialismo.
- ¿Qué futuro tiene el denominado “PJ tradicional” en una posible elección contra el Frente para la Victoria?
- Estaría negando la realidad si no dijera que el PJ está encolumnado mayoritariamente en el Frente para la Victoria. Eso no quita que haya dentro del PJ una expresión más crítica respecto de esta situación. Los tiempos irán resolviendo este debate y estoy seguro de que el justicialismo va a tener la suficiente grandeza para aceptar estas dos posiciones.
- ¿Estaría dispuesto a acompañar la reelección de Kirchner?
- No hago opciones sobre hipótesis, porque cuando uno las hace, las está forzando y queriendo generarlas.
- ¿Tuvo contacto con Duhalde en las últimas semanas?
- No. Yo nunca he sido de verlo con continuidad a Duhalde, salvo cuando estuve en funciones de Gobierno que así lo exigían. Siempre tuve una muy buena relación sin que eso implique tener un contacto cercano.
- ¿Cree que está definitivamente retirado de la política?
- Sí. Le creo porque ha dado gestos contundentes en ese sentido.
- ¿Van a dar una lucha por la vicepresidencia tercera?
- Eso le corresponde a la conducción del bloque. Nosotros tenemos un número tal que hace que nos corresponda desde el primer día, y nunca supe ni entendí porqué se eligieron todas las autoridades de la Cámara, menos la vicepresidencia tercera que le correspondía a nuestro bloque.
Zapatero a sus zapatos
- ¿Por qué el Gobierno no encara una reforma tributaria?
- El miembro informante del oficialismo -en oportunidad de discutir este tema- dijo que a entender de ellos el pueblo votó esta estructura tributaria en octubre y, por lo tanto, no hay que modificarla. No creo que ésa sea la única posición. Yo creo que el Gobierno ha privilegiado el fuerte superávit fiscal, porque ha asumido compromisos como el pago al Fondo -que no vi con buenos ojos aun sabiendo que era de altísimo rédito político acompañarlo-. Y no porque defienda las políticas del Fondo, las cuales he sufrido mucho desde mi propia gestión. Simplemente porque no creía que fuera la prioridad. La no reforma tributaria tiene que ver con privilegiar el alto superávit, que concentra muchos recursos como nunca para el Estado nacional. Hoy -sacando los ingresos de la Seguridad Social- el 70% de lo recaudado queda en el Tesoro Nacional, lo cual permite al Gobierno nacional disponer qué prioridades da a esos recursos.
- ¿Por dónde empezaría usted la reforma tributaria?
- Es un debate muy amplio y no creo que haya una sola persona que tenga ese diseño óptimo. Pero sin dudarlo tiene direcciones rectoras. Sería un sistema mucho más simple apoyado en contribuciones al consumo, a la renta y a la Seguridad Social. Esto implicaría simplificar el sistema, eliminando muchos impuestos que resultaron como producto de la crisis o la mala administración tributaria y otros que surgen del ciclo de la economía, pero que no deben ser permanentes…
- ¿Retenciones?
- Sí, retenciones, por ejemplo… Por eso uno tiene que ir a esa estructura, que es de manual. Luego entran las cargas valorativas, y yo por mi pensamiento y modelo de sociedad en la que creo, quiero un sistema más progresivo, más apoyado sobre la renta y no sobre el consumo. Aunque hay que reconocer que si uno compara este sistema con el de diez años atrás, la renta tiene un peso relativo que no tenía en otros tiempos. Y creo que hubo una decisión central para que esto fuera así, que fue tomada en 2002, cuando yo era secretario de Hacienda. Fuimos muy criticados, tomamos la decisión en soledad, pero no permitimos el ajuste por inflación en la determinación de ganancias, que fue el instrumento que históricamente licuó el impuesto a las ganancias. Ese fue el quiebre fundamental. La decisión no sólo impactó en 2002 sino que tuvo impacto en los ejercicios siguientes. Porque si esa decisión se hubiera tomado, claramente hubiera afectado las recaudaciones futuras.
- ¿Cómo se hace para que un gobierno tome la decisión política de reducir el IVA?
- Se va a hacer cuando la renta se esté gravando mucho mejor. En la medida en que eso se empiece a gravar mejor, se va a poder reducir ese impuesto al consumo. Aunque hay que reconocer que el IVA es un buen impuesto, aunque nosotros tenemos una alícuota muy alta. Yo en lo que no creo es en los parches. Porque si le bajamos dos puntitos a los alimentos, el impacto es nulo. Eso es demagogia y no generará resultados…
- Con el superávit que hay, ¿no se le puede bajar dos puntos a todo?
- Hoy hay margen para eso. Pero se debería generar el debate si hay que empezar por ahí o por otro lado.