Por Jorge Vanossi, diputado por Propuesta Republicana
La fecha del 24 de marzo de 1976 será por mucho tiempo objeto de grandes polémicas entorno a su significado, a las consecuencias de lo acontecido en ese momento, y, también, con relación a si corresponde o no incorporarla al calendario de las jornadas que en la historia nacional justifican algún tipo de conmemoración o de reflexión por parte de la sociedad argentina.
Hoy por hoy, en un momento político en el cual la gran asignatura pendiente sigue siendo alcanzar "la paz interior" que señala el Preámbulo de la Constitución Nacional como uno de los fines más excelsos de nuestro estado y nuestra sociedad, surge de inmediato el interrogante sobre la conveniencia de asignar al trigésimo aniversario de aquel golpe de estado una especial consideración por parte de los distintos agentes que movilizan la política y la cultura de nuestro país.
Una primera aproximación al tema nos lleva a recordar que, próximos al bicentenario de la Revolución de Mayo, ya con motivo de la primera centuria, el maestro Joaquín V. González publicó un ensayo titulado "El Juicio del Siglo", en el que arribaba a la conclusión -muy desgraciada por cierto- de que la constante de todo ese tiempo había sido la "Ley del Odio" entre los argentinos.
.Las profundas heridas abiertas desde 1810 nunca terminaban de cicatrizarse por cuanto periódicamente se reciclaban a través de más enfrentamientos, con nuevos muertos, más exilios y muchos desaparecidos. La lista es amplísima y la componen personajes de todas las banderías: al pasar, surgen los nombres de Moreno, Liniers, Laprida (recordado por Borges en su famoso "Poema Conjetural"), Dorrego, Lavalle, Facundo Quiroga, Marco Avellaneda, Chilabert, Aberastain, Chacho Peñalosa, etc, etc; por no seguir con la lista de caídos en 1874, 1880, 1890, 1893, 1905. A partir del 6 de septiembre de 1930 Uriburu aplicó la Ley Marcial y hubo fusilamientos; y la historia se repitió otras veces, mezclada y confundida con arritmias y asimetrías que no son del caso traer a colación en este momento en que está tan descuidada la mencionada "Paz Interior".
Nuestro pensamiento al respecto se puede sintetizar en dos o tres apuntaciones, muy brevemente expuestas: 1-las lecciones de nuestros recurrentes desencuentros se pueden resumir en una aseveración y comprobación que formulara Ortega y Gasset: "Los déspotas y los demagogos han sido los grandes estranguladores de las civilizaciones y culturas". 2- Como bien señaló alguien con relación al período 1976-1983 "en la lucha contra los caníbales no está permitido comerse a los caníbales"; y esto es obviamente así toda vez que al procederse de tal forma (violando esa prohibición) se pierde toda legitimación moral porque se cae en el mismo pecado de que el fin justifica los medios. Y no estamos de acuerdo con eso. 3-Si bien es cierta la prevención de Carlos Fuentes en el sentido de que "Tiempo que pasa, verdad que huye", también tiene mucha fuerza la sabia advertencia del Pontífice actual Benedicto XVI cuando el 9 de enero de este año expresó: "No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón".
Si todas las jornadas de ruptura constitucional dieran lugar a un Feriado Nacional Inamovible, pues entonces tendríamos un calendario colmado de fechas "en colorado" y algún chistoso podría sostener: "que siga la 'joda'" (ver Diccionario, acepción: destrozar, arruinar; irritación).
Finalmente creemos que el tema da para muchas reflexiones, sin convertirlo en un "bodrio" (guiso mal aderezado, cosa mal hecha, desordenada o de mal gusto). Parecería que se ha olvidado que el 23 de mayo de 1984 el Congreso de la Nación sancionó la ley 23.062, que no impide a todo argentino tener el juicio que quiera sobre cada uno de los episodios violentos de nuestra historia, pero que por encima de ello reivindicó a todos los presidentes constitucionales que fueron objeto de la violencia "y hasta de la privación ilegítima de la libertad, sirviendo la presente ley de instrumento de reparación histórica". Creemos que basta con ello.