El armado de los temas para la sesión de esta semana dejó al desnudo la presión del FpV para la sanción de determinadas leyes y el rechazo a las normas de la oposición.
No lo pude hacer ayer en Labor Parlamentaria porque el vuelo no cumplió con el horario”, dijo el radical jujeño Miguel Angel Giurbegia, y arrancó el masivo aplauso de todos los presentes, más lógicas risas. Es que minutos antes, la secretaria parlamentaria del bloque del FpV, la mendocina Patricia Fadel, rechazó en nombre de su bloque el tratamiento sobre tablas de un pedido de comunicación de Giubergia al Ejecutivo para que informe sobre el control de los organismos del Estado a la empresa Aerolíneas Argentinas. “En nombre de la dignidad de los usuarios, los diputados no pueden ni deben seguir permitiendo que esta empresa viole los horarios de vuelo y el lógico maltrato a los pasajeros. Además, tenemos que saber la cantidad de subsidios que recibe”, disparó el radical.
Fadel recogió el guante y lo acusó de demagogo y que en todas las sesiones plantea que se aborde sobre tablas temas de su pertenencia, lo que implica “no respetar lo acordado en Labor”.
Una anécdota que pinta un mecanismo de funcionamiento en las sesiones, en particular en las dos últimas, donde el oficialismo puso contra la pared a la oposición para la aprobación de determinados temas. Una situación que derivó, en el recinto, en un fuerte cruce de acusaciones entre el presidente de la bancada de la UCR, Fernando Chironi, y el jefe del oficialismo, Agustín Rossi. Chironi había afirmado que no se podía seguir funcionando al frenético ritmo del oficialismo, el que pretende el inmediato tratamiento de los temas que a ellos les interese, “sin darnos tiempo a estudiarlos”. Rossi tomó esas palabras como una ruptura de acuerdos y advirtió a la oposición en el sentido de cumplir con la palabra empeñada.
Finalmente, se encarriló el temario en las dos últimas sesiones, pero con aquellas leyes requeridas por el Poder Ejecutivo y postergando las resistidas en su propio bloque, pero con un mensaje final: las leyes más importantes tienen que llevar la impronta K, las de la oposición tienen que esperar para que algún día sean ley. Una promesa sin fecha, lógicamente.
