Grandes interrogantes se plantean en la futura relación que mantendrán la futura administración nacional y los popes cegetistas. Teniendo como posibilidad concreta la de que Cristina Fernández se convierta a partir de diciembre en la sucesora de su esposo, la central obrera se prepara para lo que estima será una relación diferente entre las partes respecto a lo que ha sido hasta ahora.

La primera dama ya ha anticipado su deseo de concretar un pacto social entre el Gobierno, los empresarios y los sindicalistas. Respecto a ello, las partes involucradas ya han mostrado cierta disposición.

Pero los sindicalistas tienen más expectativas de momento en saber quién será el sucesor de Carlos Tomada, habida cuenta de que el actual ministro de Trabajo pasará a ocupar un escaño en la Cámara de Diputados.

Con ese antecedente, la CGT sueña con una suerte de enroque, ubicando al frente de un Ministerio de Trabajo de Cristina Fernández al actual diputado y abogado laboral de la central sindical, Héctor Recalde.

Pero en el Gobierno no están muy convencidos de esa alternativa. Habida cuenta del poder que supondría para el moyanismo esa alternativa, desde la Jefatura de Gabinete, que tiene gran preeminencia aparente en lo que sería el futuro gobierno cristinista, se especula con otro hombre: Héctor Capaccioli, actual superintendente de Servicios Sociales.

También sigue sonando Aníbal Fernández, quien ya fuera ministro de Trabajo del gobierno bonaerense en tiempos de Duhalde, pero la última palabra, por supuesto, la dará Cristina. Si es que se convierte en presidenta desde el 10 de diciembre, claro está.