Nuevas versiones dan cuenta de la continuidad de Peirano al frente de Hacienda, pero no será la única decisión de la esposa de Kirchner en caso de ganar las elecciones.
En los últimos días se incrementaron notablemente las versiones sobre las variantes que podrían ocurrir en el Ministerio de Economía tras las elecciones del 28 de octubre. En principio, y dando por descontado el triunfo de Cristina Fernández, se comenta que el actual ministro de Economía, Miguel Peirano, continuaría un tiempo más como titular del Palacio de Hacienda.
Según algunos asesores de Economía, la relación del ministro con el entorno de la candidata a presidente es muy fluida y lo que se habla es que el actual ministro podría seguir en su cargo por lo menos en los primeros meses de una eventual gestión de Cristina Fernández.
También sería un hecho que el Ministerio de Economía no se va a desdoblar. Ese es un punto que aparentemente el propio Néstor Kirchner consideró como improductiva y que a la vez generaría mayor internismo en un gabinete que de por sí va a presentar complicaciones.
Las otras versiones que se escucharon en los pasillos de Hacienda es que el candidato verdadero para ocupar Economía es el actual presidente del Banco Central, Martín Redrado, pero para que este funcionario cambie de cargo se necesitaría un tiempo prudencial para tener su reemplazante al frente del Banco Central.
El tercer candidato que se mencionaba hasta hace poco, Mario Blejer, en este momento perdió perfil para ocupar el cargo de ministro de Economía.
También surgieron versiones que el actual titular de Planificación, Julio De Vido, no dejaría su cargo en forma inmediata, pese a que se sabe que el diálogo con Cristina Fernández es muy poco fluido.
Pero, más allá de las versiones, está claro que la nueva Administración tendrá varios desafíos complicados en materia económica. El primer aspecto que deberá superar el gobierno electo es la espiral inflacionaria en la que ingresó la economía argentina y que la actual gestión trata de minimizar y tapar con distintos instrumentos, como por ejemplo los controles de precios, que este año no dieron resultado.
La inflación real acumulada en lo que va del año, según diversos especialistas privados, trepa a una cifra que oscila entre 15 y 16%, mientras que el número oficial es de 5,8%. Es más, desde el oficialismo y particularmente la candidata Cristina Fernández de Kirchner, trató en los últimos días de convencer que la inflación de este año se ubicará en un dígito.
El segundo desafío de la próxima gestión será justamente recomponer la confianza en los números que difunde el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), organismo que vive desde principios de año una severa crisis interna por la injerencia de algunos funcionarios del Poder Ejecutivo sobre las mediciones de ese organismo.
Paralelamente, en el organismo hubo, desde el mes de febrero, una serie de desplazamientos y renuncias de técnicos y especialistas que agudizaron la crisis de la entidad. Y la falta de credibilidad no abarca solamente a las cifras de inflación, sino también a los números que se dan del costo de la canasta básica de alimentos, de desempleo y hasta los números del Producto Bruto Interno.
El tercer punto esencial para el próximo gobierno será provocar una recuperación de la inversión, un ítem económico que mostró una significativa recuperación entre el año 2003 y mediados de 2006, pero que en este momento se ubica en un franco descenso. El ritmo de inversión hace un año atrás crecía en el orden del 18 al 20% del Producto Bruto Interno y ahora se sitúa entre el 12 y el 13%.
Otro aspecto significativo para el nuevo gobierno es la crítica situación energética, con déficit en la producción y distribución de electricidad y de gas, a tal punto que durante gran parte del invierno se tuvieron que imponer cortes en distintas industrias.
Paralelamente, quedó siempre postergado y se lo considera un problema “explosivo” el gran retraso tarifario que tienen los servicios públicos en la Argentina. Algunos especialistas coinciden en que el retraso en el costo de las tarifas de los servicios públicos oscila entre el 60 y el 80%.
Pero hay más aspectos pendientes, sobre todo de carácter financiero. En este caso, Argentina todavía no resolvió la normalización de la deuda con el Club de París, un grupo de acreedores a los que la Argentina le debe 6.300 millones de dólares.
También deberá buscar alguna alternativa para los tenedores de bonos por más 20.000 millones de dólares que no se adhirieron al canje de deuda que se realizó en marzo de 2005.
A su vez, muchos analistas comentan que el nuevo gobierno deberá poner un freno a las crecientes presiones de los sindicatos para aumentar los salarios, atenuar el incremento del gasto público y lograr mayor competitividad porque la balanza comercial del país está registrando en los últimos meses una significativa caída de casi 30 puntos.