El argumento para licuar las acusaciones de la derrota llevó a Mauricio Macri a plantear que él no estuvo en la contienda. Los demás no piensan lo mismo. Ricardo López Murhpy hace malabarismos para no romper la alianza
Recorrer los despachos en la Legislatura porteña en busca de un legislador macrista que formule un análisis de lo que sucedió en las urnas de la Capital Federal es una odisea. Algunos se niegan a responder. Otros optan por compartir la teoría de Mauricio Macri en torno de que él no fue candidato y otros, en voz baja para no ser castigados, admiten el error de la estrategia electoral de no respaldar con mayor fuerza las candidaturas de los nominados para el Congreso de la Nación. Son más locuaces los representantes de Ricardo López Murphy, pero a medida que pasan las horas bajan los niveles de las críticas.
Es que la sensación de derrota y de haber dilapidado su capital político se instaló con fuerza y las reacciones se mutaron con el correr de los días. La primera defensa la ejerció el diputado nacional reelecto Federico Pinedo, quien en las primeras horas dijo que no afectaba la imagen de Macri porque su figura política no estaba en juego. Después, ya el propio Macri recuperó el habla y en todas las entrevistas sacó a esgrimir la tesis que no fue candidato, por lo que no tuvo nada que ver con lo que pasó. Rápido de reflejos, se comparó con el socialista Hermes Binner: “Es como acusarlo a Binner de haber sido derrotado porque en Santa fe ganó Cristina Fernández de Kirchner”.
En las elecciones del domingo pasado, el PRO retuvo dos bancas de diputados nacionales por el distrito porteño, que quedarán en manos de Federico Pinedo y Cyntia Hotton, de Recrear, en tanto que por la provincia de Buenos Aires llegan a la Cámara baja, entre otros, Jorge Macri, Lidia “Pinky” Satragno, Juan José Alvarez y Cristian Ritondo.
El mensaje de las urnas
Ricardo López Murphy, que en el 2003 sacó más de tres millones de votos en todo el país, el último domingo de octubre cosechó apenas 264.000 sufragios, es decir el 1,45 por ciento en todo el país. Además, no pudo acceder a una banca de diputado nacional, que le exigía obtener al menos el 3 por ciento del padrón bonaerense, cifra que quedó distante del 1,9 por ciento que efectivamente concentró.
Eso en cuanto a la incursión del aliado López Murphy, pero el panorama del macrismo es igual o peor en términos de números. Todo el caudal de votos que obtuvo cuando fue electo se diluyó de manera estrepitosa. Una de las interpretaciones, puertas adentro, es que Macri optó por preservar lo de Capital Federal antes de incursionar en la nacional con el respaldo a un candidato. Su apoyo a Francisco de Narváez no fue todo lo que esperaban y mucho menos para Ricardo López Murphy.
Precisamente, el hombre no se priva de admitir que la derrota fue dura y en cuanto a cómo sigue la historia parlamentaria de Recrear y PRO desliza que “muy afectada”, sin precisar hasta dónde llegará esa situación y hasta cuándo se prolongará. En ese sentido, diputados de ambas fuerzas respondieron a Parlamentario que todavía es prematuro delinear el futuro, pero recalcan que no visualizan, por el momento, una ruptura.
Un mismo panorama se encuentra en la Legislatura porteña, donde nadie se anima a hablar de ruptura. No es para menos, si se produce la fractura en el recinto, el FpV y la Coalición Cívica se harían un picnic.
Por lo tanto, en estos dos ámbitos se infiere que la alianza electoral persistirá, salvo un imponderable de último momento. Más que nunca van a seguir juntos, con mayor razón en la Capital Federal. Gabriela Michetti, Oscar Moscariello y Diego Santilli, seguramente, buscan poner paños fríos a la disputa. Inclusive, trascendió que ambos están abocados a la distribución de las presidencias y secretarías de las comisiones, una distribución que va a calmar hasta el más enojado. Los siete representantes de Recrear cumplen un rol más que valioso en el tablero del recinto de la Legislatura. Ellos, junto a los de PRO, suman 28 legisladores, es decir apenas a dos votos de tener quórum propio, con lo cual ambos se necesitan para garantizar una gestión sin sobresaltos.
Una pista la dio el legislador Enzo Pagani. Afirmó que el sector que lidera “trabajó de manera inclaudicable a través del proyecto PRO” y evaluó que esa línea no se modificará aunque “algunos sectores del partido se hayan mostrado históricamente reacios a mantener la alianza con el macrismo”.
Tesis macristas
Mientras que el peronista macrista Cristian Ritondo se llamó a silencio, pese a que fue quien inició la pelea al anunciar que no votaría a López Murphy para presidente, otros no se callan, como es el caso de Federico Pinedo. En resumen admite que la carencia de una postulación a presidente habría contribuido a contar con más apoyo popular, pero rápidamente no le echa la culpa a su jefe, más bien tiende a dispersar a la hora de descargar las broncas.
Pinedo no pierde la oportunidad para recalcar lo del millón de votos de Francisco de Narváez en Buenos Aires, que le ganaron al aparato del Frente para la Victoria en Capital Federal que llevaba a los ministros Carlos Tomada y Daniel Filmus en las listas de diputados y senadores y reitera, a quien lo quiera oír, que “los votos los deben ganar los candidatos; no creo que si Mauricio Macri se involucraba más hubiera cambiado algo” y, finalmente, no se olvida de citar la irrupción de las tijeras en los cuartos oscuros.
Por su lado, Mauricio Macri recrea la tesis del crecimiento del PRO. “Es la primera vez que no voy de candidato y, sin embargo, se consigue un millón de votos en la provincia de Buenos Aires y logra un corte de boleta de más del 10 por ciento en la Capital; es un crecimiento”, afirma Macri, al tiempo que reitera que los votos no son transferibles. Traducción: por más que haya apoyado a López Murphy, nadie puede garantizar que otro hubiera sido el resultado.
Un resultado que a todas luces esmerila su capital político, más allá de las elucubraciones de la dirigencia. Esta situación exige a Mauricio Macri una buena gestión, habida cuenta de sus potenciales deseos de ser el referente de la reconfiguración de la centroderecha de cara al 2011 quedarán como meras expresiones de optimismo. Por lo pronto, el mensaje de las urnas del domingo 28 de octubre es una mala señal, que deberá revertir lo antes posible.