La certeza de contar con mayoría cómoda en ambas cámaras es un dato que condiciona la relación del Ejecutivo a partir de diciembre. Senadores y diputados K hablan de un nuevo tiempo, apreciación no compartida por la oposición. Hasta ahora Cristina Fernández de Kirchner dio señales de apertura al diálogo. ¿Cumplirá?
Por Pablo Winokur y Luis A. Soria
Indagar sobre cómo se imaginan los cursos de acción tanto de la Cámara alta como la Baja, desde el triunfo de Cristina Fernández de Kirchner para completar los ocho años de gestión K, ahora con el barniz de la Concertación Plural, depara dos escenarios: el que brinda la oposición y el que genera el oficialismo liderado por Miguel Angel Pichetto y Agustín Rossi, quienes descuentan que el Parlamento va a recuperar su funcionamiento, a partir de la crisis que lo condicionó y que ya superó.
Un hombre que es el vínculo del Ejecutivo y que reemplazará a Daniel Scioli al frente del Senado es el actual gobernador radical mendocino Julio Cobos, quien ya desembarcó con sus equipos en ese Cuerpo para ponerse al tanto de cómo es el entramado interno de su funcionamiento.
A diferencia de Cristina Fernández de Kirchner, Cobos fue un poco más locuaz, aunque no mucho, sino que se limitó a decir lo mínimo elemental. El electo vicepresidente de la Nación afirmó que en su rol de titular del Senado será “un lazo entre el Ejecutivo y el Legislativo, para que las acciones se transformen en respuestas para la gente”.
Un listado que contempla soluciones para todos los habitantes; es decir, seguridad, salud, pero también obras, como el pavimento y las cloacas.
Al referirse a los planes sociales, dijo que “hay un conjunto de acciones que tienden a mejorar el empleo. Los planes sociales fueron una necesidad en una etapa del país, pero una sociedad no puede vivir esclava de estos planes. Queremos un trabajo mínimo. Hay que seguir fortaleciendo la inversión pública, pero generar condiciones de competitividad para atraer inversores”.
Claro que Cobos se privó, al igual que todos, de generar lo necesario para mejorar la calidad institucional. Precisamente, cómo será la relación entre CFK y el Poder Legislativo nacional, es una de las cuestiones que hacen a este sensible tema para el conjunto de la dirigencia a lo largo y ancho del país.
El rol de cada uno
Por el lado del oficialismo en la Cámara alta, una de las definiciones de Miguel Angel Pichetto es para la antología, aunque algunos dijeron al conocerlas que no habría que dramatizar. Textualmente, el rionegrino cuestionó a los que escriben sobre el Congreso y “creen que debe expresar una visión distinta del Gobierno, cuando en realidad el oficialismo debe acompañar los grandes proyectos del Gobierno, y la oposición debe hacer oposición”. Remató ese pensamiento con una frase despojada de especulaciones o de dobles interpretaciones: “Así es el juego. Somos mayoría parlamentaria y vamos a acompañar al Gobierno. No somos librepensadores”. Mas claro, échele agua…
De todos modos, ante la consulta de Parlamentario imaginó otro escenario, y afirmó sin tapujos: “A mí no me interesa la entidad administrativa. Me importa el resultado de los proyectos que impulse el Gobierno”, y que en la Cámara alta “se abrirá un espacio de debate interesante, con la presencia del socialismo, del ARI y otras fuerzas que ya están”.
Para Pichetto seguramente se van a generar canales de diálogo en la medida que avance la construcción del Pacto Social. Todas las fuentes consultadas por Parlamentario consideraron que es imprescindible que el armado jurídico sea plasmado por las mayorías legislativas. ¿Quién se puede oponer a que la Argentina fije una política de Estado no atada a las circunstancias pasajeras? Esto es lo que se preguntó uno de los legisladores consultados quien, como otros, optó por responder en estricto off the record.
Quien no coincide con ese perfil es el presidente de la bancada de la UCR, el coterráneo de Cobos Ernesto Sanz. Ante la consulta de rigor, Sanz consideró necesario un cambio y romper la dependencia que se dio hasta el momento con Néstor Kirchner. En ese contexto, rápido de reflejos, esgrimió que ese cambio tiene que ser visible a través de medidas concretas y que dejen atrás la subordinación. Un inventario que señala el fin de la emergencia económica, el abuso con los decretos de necesidad y urgencia, que los aportes de la oposición a los proyectos de ley sean tenidos en cuenta, una distribución proporcional de las presidencias y las secretarías de las comisiones -no sólo las propias, sino también las bicamerales-, entre otras medidas. Un reclamo que también se escucha en las voces de la oposición de la Cámara baja.
Un veterano en estas lides, el socialista Rubén Giustiniani, coincidió con las posiciones de Sanz y apuntó que “estamos en clara desventaja, pero espero que podamos trabajar en forma conjunta con el oficialismo para alcanzar y definir políticas de Estado y de largo plazo, en las que necesariamente debe estar incluida la oposición”. De paso, no dejó de expresar su alegría por dejar la soledad, en alusión a un trabajo común que emprenderá con el ARI.
Precisamente, uno de los flamantes senadores de esa fuerza, Samuel Cabanchik, aportó a Parlamentario un dato imperdible. Se tomó el trabajo de revisar los discursos de Cristina Fernández de Kirchner en el Senado y descubrió esta perlita en el diario de sesiones del 11 de octubre de 2006, más precisamente en la página 57. “Aquí estamos nosotros, el Parlamento nacional, cumpliendo el rol de órgano deliberativo del Poder Ejecutivo Nacional”. Todo un dato de parte de quien desde su rol de primera dama opinaba del Congreso que ocupa desde 1995, alternando entre las dos cámaras.
Aunque inmediatamente Cabanchik deslizó su deseo de que lo expresado por la senadora fuera un lapsus.
Posiciones similares
Recoger opiniones en la Cámara baja es escuchar las mismas posiciones que en el Senado, de parte del oficialismo y la oposición. Veamos lo que dice quien el 10 de diciembre se va a La Plata, Alberto Balestrini. El actual titular de la Cámara de Diputados precisa que la respuesta se debe ubicar en el nuevo contexto histórico y sin titubear afirmó estar “seguro de que el Parlamento recuperará un mayor protagonismo institucional en los próximos años” y resaltó que “vienen tiempos de más estabilidad política y económica. Y el Parlamento irá tomando, de a poco, el rol institucional que le corresponde”.
Una apreciación compartida por varios hombres del oficialismo, como Agustín Rossi, Patricia Vaca Narvaja, Carlos Kunkel, Diana Conti y Vilma Ibarra, entre otras figuras de peso a la hora de las decisiones. Para Rossi, la presidenta electa tiene las mejores intenciones y rescató su discurso cuando festejó su triunfo.
Un hombre vinculado estrechamente con el oficialismo es el reelecto diputado Miguel Bonasso. Para Bonasso, es fundamental que el Congreso recupere su identidad, al tiempo que sugirió que Cristina Fernández de Kichner debe dar ese paso institucional.
Una visión no compartida por el opositor Claudio Lozano: “No hay ningún síntoma de cambios, yo por lo menos no lo visualizo, más bien todo lo contrario. No sólo en la relación con el Parlamento, sino en todos los órdenes”.
Sondear a los miembros del bloque del ARI y de la UCR es sacarlos de la caza de varones y mujeres para engordar sus respectivos bloques. Para el anunciado titular del interbloque de la Coalición Cívica, el diputado Adrián Pérez, es un imperativo histórico restablecer la independencia del Poder Legislativo y en ese sentido remarcó que sería un giro de 180 grados, aunque al igual que la mayoría de la oposición lo puso en duda, porque hasta ahora CFK no precisó qué piensa respecto a cómo será esa relación.
Un misterio que también preocupa a los radicales, como Hugo Storero y Oscar Aguad, dos de los mencionados para vivir esa situación. Al igual que Gerardo Morales, ambos destacaron que es necesario ese cambio y que es fundamental entablar un diálogo maduro, sin especulaciones, con el resto de las fuerzas de la oposición. Storero y Aguad dijeron en las reuniones de su bloque que hay que hacer todos los esfuerzos necesarios para la unidad y para fijar una agenda mínima de temas.
Desde el Justicialismo Nacional, el lavagnista Jorge Sarghini se expresó en un sentido similar y consideró que “lo fundamental, más que contar diputados, es ir encontrando posibilidades de acuerdo sobre cuestiones concretas”. También Federico Pinedo se inclinó por buscar puntos comunes, mientras se empieza a concretar los cambios en la relación. “Ver para creer”, habría dicho Pinedo.
¿Cambiará la relación del kirchnerismo con el Parlamento, teniendo en el sillón de Rivadavia a quien ocupó durante más de una década puestos legislativos? ¿Volverá el Parlamento a tener un lugar de privilegio en la relación con el Poder Ejecutivo Nacional? Algunos se ilusionan con la buena sintonía que hubo en tiempos de Eduardo Duhalde, un presidente surgido precisamente de la Asamblea Legislativa. En esos tiempos, muchos funcionarios del Ejecutivo surgieron del propio Parlamento -más de uno tomando licencia para ocupar un cargo en el PEN-, y el diálogo con las principales fuerzas legislativas era permanente. Con el oficialismo y la oposición.
Los que se ilusionan, se despiertan enseguida: nadie podría imaginar semejante cambios en las formas del kirchnerismo, amén de que una senadora vaya a ocupar la primera magistratura.
Pero no son pocos los que destacan que más allá del gobierno de Duhalde, en todos los turnos constitucionales desde la recuperación democrática en 1983, cada presidente recibió periódicamente -algunos más que otros- a los representantes de la oposición. Incluso muchos eran llevados a las giras presidenciales, como muestra de civilización democrática. Esa costumbre se eliminó desde hace cuatro años.
Consultada precisamente sobre la relación con la oposición durante los contados y selectos reportajes concedidos por la presidenta electa en la semana previa y la posterior a los comicios, Cristina deslizó una crítica por no haber sido llamada por ninguno de los candidatos derrotados el 28 de octubre. Resaltó en cambio que sí lo hubieran hecho el ex presidente Raúl Alfonsín y la vicejefe electa del Gobierno porteño, Gabriela Michetti.
Aclaró que “los acercamientos y los diálogos no pueden solamente ser exigibles al Gobierno, sino que deben ser de los dos lados”.
Cristina Fernández aseguró entonces que “naturalmente” recibirá a los dirigentes de la oposición que pidan audiencia, y echó mano entonces a su rol parlamentario: “He vivido sentada junto a la oposición en el Parlamento. Los dirigentes de la oposición que pidan audiencia serán recibidos. Hay que desdramatizar esta relación”.
Un misterio a develar que por ahora sólo encuentra posiciones que las consideran factibles y las que directamente las desechan. ¿Cuál será la verdad?