El miércoles 21 de noviembre se dio comienzo al tratamiento en el recinto de la ley de leyes para el primer año de gestión de Cristina Fernández de Kirchner en el Gobierno nacional.

El miembro informante fue el presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara baja Carlos Snopek, quien comenzó con el informe a las 20.45 y la sesión pasó a cuarto intermedio cerca de la medianoche.

El segundo orador fue el diputado del PRO Esteban Bullrich quien acusó a Snopek de “filosofo jujeño de la cacatúa”.

Para analizar los discursos, Parlamentario.com transcribe textual la versión taquigráfica del miércoles 21. Pronto se completará con la del jueves 22.

Sr. Snopek– Señora presidenta: al analizar el presupuesto de la administración nacional para un ejercicio determinado es preciso hacer un repaso de las variables macroeconómicas y de la política macroeconómica.

Sra. Presidenta (Vaca Narvaja).- La Presidencia solicita a los señores diputados que guarden silencio para poder escuchar al orador.

Sr. Snopek.- Señora presidenta: decía que cuando analizamos el presupuesto de la administración nacional en orden a la estimación de los recursos y a la asignación de los gastos es preciso y conveniente hacer también un repaso de las variables macroeconómicas que se tuvieron en consideración en el momento de elaborar ese instrumento, que básicamente condiciona la estimación de los recursos.

En tal sentido, corresponde señalar que en términos macroeconómicos existen tres políticas que marcan el rumbo y trazan la dirección del presupuesto para el año 2008. En primer lugar, un tipo de cambio competitivo, fijado en aproximadamente 3,21 pesos por dólar. En segundo término, una administración prudente de los recursos. Por último, políticas consistentes de ingreso.

Debo señalar que también es significativa la inclusión de una variación del producto bruto del orden del 4 por ciento en términos reales, lo que implica una variación de 14,5 por ciento en términos nominales; esto no se suele decir cuando se habla de la variación interanual del producto.

Hemos recibido muchas críticas en torno a esta cuestión. En más de una oportunidad se ha señalado que la variable de crecimiento del producto para el año que viene ha sido subestimada, lo cual implicaba una subestimación de los recursos. En este sentido, quisiera que imaginemos un edificio lo suficientemente alto como para que desde una ventana pequeña mirando hacia el este veamos el Río de la Plata, y desde una ventana más amplia y generosa ubicada del otro lado veamos la Argentina del norte, del oeste y del sur, es decir, todo el territorio nacional, con amplitud y generosidad. Sin duda la ventana del este desde la que se ve el Río de la Plata es por la que miran los analistas políticos, algunos periodistas y aquellos que de una u otra forma intentan captar alguna clientela con ciertas predicciones, como por ejemplo aquella que estimaba un dólar a 10 pesos. Esa predicción fue desmentida por un estudio que realicé personalmente por aquellos años, que demostraba que el valor técnico del dólar era de sólo 2,40 pesos, cifra que hasta hoy conserva cierto grado de certeza.

A la nómina de los que miran por esa ventana pequeña hacia el este tendríamos que agregar a los que no avizoran la posibilidad de gobernar en el futuro y a los que saben que no tienen la obligación de gobernar, ya sea porque les ha ido mal –helicópteros volando sobre la Casa Rosada, 5.000 por ciento anual de inflación en términos de precios internos o 10.000 por ciento en términos de tipo de cambio‑ o porque lisa y llanamente tienen la clara perspectiva de que es imposible que tengan la responsabilidad de gobierno en el futuro.

Esta es la ventana por las que se ven las aguas del Río de La Plata. La otra ventana es mucho más amplia y generosa, y mira a la Argentina. Es la ventana de la responsabilidad del gobierno. Cuando se observan las variables macroeconómicas que informan el presupuesto es necesario ser prudentes y razonables, porque ello implica nada más ni nada menos que un esquema de responsabilidad frente al conjunto de la sociedad.

De ningún modo estamos diciendo que están equivocados quienes predicen que vamos a crecer más. Como en la misa, si tienen razón, todos cantaremos aleluya, porque seguramente tendremos un crecimiento mayor al esperado.

Sin embargo, no podemos ser irresponsables y decir hoy que tendremos un crecimiento que quizás no alcancemos, porque está condicionado por factores externos. Podrían existir externalidades negativas que lo afecten.

¿Alguien podrá decir que nosotros podemos controlar los precios de algunas commodities? Ello depende del mercado de Chicago o, en todo caso del de Londres, pero no del de Rosario ni de la bolsa de la benemérita ciudad de Buenos Aires, capital de nuestra República.

Entonces con estas condiciones y realidades que se dan en el contexto macroeconómico mundial no podemos ser irresponsables y decir que vamos a tener un crecimiento mucho más elevado, porque ello seguramente también vendría asociado a un aumento de la recaudación.

Entonces, como ya ocurrió en otras épocas, podría haber muchos argentinos que sintieran que vale la pena tirar manteca al techo. El resultado de ello sería un aumento del endeudamiento o un incremento de la inflación, como el 5.000 o 10.000 por ciento que mencioné antes.

Los argentinos parece que ya nos hemos olvidado de estas cosas. De la misma manera no recordamos que hasta hace pocos años no teníamos presupuesto de la Nación. Ahora nos quejamos porque se dice que el jefe de gabinete tiene facultades para modificar algunas partidas, pero resulta que en la Argentina de no hace muchos años los presupuestos llegaban a la Cámara en septiembre u octubre del año siguiente, cuando ya se habían ejecutado los gastos. Ello se podía hacer a total discrecionalidad del gobernante de turno.

No teníamos presupuesto y actuábamos sobre la marcha. Tampoco contábamos con la ley de administración financiera. Estas eran las condiciones de la Argentina de no hace mucho tiempo. Ahora nos quejamos por alguna “cosilla” que podría estar ocurriendo. ¡Caramba! Me parece que, cuanto menos, no estamos siendo realistas y, mucho menos, objetivos en el análisis de estas situaciones vinculadas con la formulación, evaluación y posterior ejecución de los presupuestos nacionales.

Ahora ingresan a la Cámara en término. Afortunadamente lo hacen el 14 o el 15 de septiembre, como lo señala la Constitución Nacional, lo que nos permite discutirlo en el recinto.

También escucho decir que hay muchos recursos que no se han discutido en el Parlamento y que han sido gastados por el Poder Ejecutivo nacional. Vale la pena decir las cosas como son. ¿Saben en qué se han utilizado esos recursos? Básicamente para aumento de jubilaciones, pensiones –no sólo las contributivas, sino también las asistenciales y graciables, según una ley que ha sancionado el Congreso‑, asignaciones familiares y haberes de los empleados públicos. También se han utilizado para mantener el nivel de inversión en la Argentina, no solamente el nivel de inversión directa por parte del Estado nacional, sino también el nivel de inversión que surge de las transferencias a las provincias y municipios de la Argentina, que han podido recuperar esos niveles después de muchos años de postraciones, dificultades y a veces de imposibilidad de avanzar en el camino de las realizaciones y de las expectativas de sus respectivos pueblos.

No hablemos entonces de cosas que son irreales, que son traídas de los pelos. Vienen hablando desde el 15 de septiembre, y miren cómo resultaron las elecciones. El resultado es contundente: quienes han avanzado por ese camino no han logrado el voto y el apoyo popular.

Los invito, entonces, a reflexionar sobre la necesidad de que la oposición sea también prudente y razonable en estos términos que estoy explicando.

Continuamos después de esta breve reflexión sobre las ventanas hacia el Este y las ventanas hacia la Argentina. ¿Qué significa cambio competitivo? Significa, es cierto, un esfuerzo del pueblo argentino, pero también significa que se generan empleos, que se aumenta la tasa de ahorro, que está llegando a los niveles más altos que jamás tuvo la Argentina.

También significa que tenemos exportaciones por 57.600 millones de dólares FOB e importaciones por 46.600 millones de dólares CIF, con un superávit de la balanza comercial que está acercándose en términos constantes al 6 por ciento del producto bruto interno.

¿Qué significa una administración prudente? Significa superávit de las cuentas públicas; no solamente superávit primario sino también superávit financiero.

He escuchado discutir sobre los superávit. Hace unos días en la comisión que me honro en presidir se discutía sobre los superávit y se decía que si no hubiera superávit de algunos de los estamentos del Estado entonces no habría superávit global del conjunto. ¡Vaya novedad! No sé de dónde sacan esta elucubración aislada del contexto.

¿Qué es el sector público nacional? Es la administración nacional más esos entes, como por ejemplo AFIP, PAMI, los fondos fiduciarios, el INTA, el Instituto de Vitivinicultura, ANSES. ¿Y de qué se compone el superávit del sector público nacional si no del conjunto de los superávit de cada uno?

Ninguno de esos sectores tiene déficit operativo. Lo que hay, obviamente, es transferencia entre unos y otros, lo que no implica transferencias de carácter permanente, ya que cada uno conserva la propiedad de los recursos según la ley lo marca. Todos en conjunto van a conformar no solamente el superávit primario, que hoy ronda los 27 mil millones de pesos, sino también el superávit financiero, que es de poco más de 7 mil millones de pesos.

Esto es administración prudente, señora presidenta. ¿Y sabe qué son las políticas consistentes de ingresos? Son aquellas con las que se logra la reducción de la pobreza. Por ejemplo, en el caso de los mayores de 60 años ha bajado del 27,2 por ciento al 12,5 por ciento; menos de la mitad que teníamos hace muy poco tiempo. Esa baja se produjo del segundo semestre de 2003 al segundo semestre de 2006.

Con políticas consistentes de ingresos también se logra la reducción de la indigencia, que en el caso del mismo sector de mayores de 60 años ha bajado del 9,5 por ciento al 4,2 por ciento.

Si comparamos el ingreso del decil más alto de la población versus el ingreso del decil más bajo, es decir el 10 por ciento que más gana versus el 10 por ciento que menos gana, veremos que en pocos años de gobierno reducimos esa brecha a la mitad. No hay antecedentes en la historia de la Argentina de que haya ocurrido semejante cosa en tan poco tiempo.

La diferencia es de veintitrés veces. No digo que estamos conformes con esa reducción sino simplemente que se ha avanzado mucho en el camino de la mejora en la distribución del ingreso. Eso es una política consistente en materia de ingresos.

Por supuesto que todavía falta. Los países más avanzados del mundo que cuentan justamente con la posibilidad de un desarrollo de manera sustentable a lo largo del tiempo tienen políticas de ingresos que los llevan a que estos números sean bastante inferiores a veintitrés veces.

El índice Gini está en 49 en nuestro país; menos de 50. Ya hemos cruzado la línea de aquello que nos da una perspectiva de futuro y una posibilidad de crecimiento sustentable en el tiempo. Hace casi cincuenta años que esto no ocurre en la Argentina. Recuerdo los números de 1953. ¡Parece mentira! Probablemente usted, señora presidenta –lo digo con todo respeto-, era una adolescente en ese momento. (Risas.)

Lo cierto es que desde ese entonces no tuvimos una política consistente. ¡Miren lo que les estoy diciendo! Me gustaría que alguien me trajera los números y me desmintiera. No los van a encontrar.

Se sostiene que contamos con 19 mil millones de pesos en el presupuesto del año próximo para el pago del servicio de la deuda, esto es, intereses más amortizaciones. Es cierto, pero ¿qué significan 19 mil millones de pesos? ¿Con qué los comparamos? Desde donde estoy a la Presidencia existe una distancia larga o corta. El asunto es comparar esa distancia con algo, como puede ser el sistema métrico decimal.

Lo que he dicho lo podemos comparar con lo que sucede con la familia. ¿Cómo se mide el endeudamiento? Con los ingresos que tiene o los ahorros que posee. O sea que puede endeudarse hasta cierta porción de sus ingresos. Hacerlo más allá significaría una imprudencia. Alguien podría endeudarse si así lo deseara con ahorros previstos para alguna contingencia, pero con el cuidado de no sobrepasarlos.

Esos son los dos parámetros del endeudamiento. ¿Pero saben una cosa? Hace pocos años la deuda pública argentina equivalía a diez veces la reserva. Hoy representa solamente dos veces. Como todos conocen, las reservas ascienden a alrededor de 45 millones de dólares.

Me acuerdo cuando le pagamos al Fondo Monetario Internacional. Hasta en la calle opinaban los taxistas: “¿Cómo vamos a pagar 17 mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional?”

La verdad es que no sé de dónde habían sacado esa cifra. Además sostenían que nos íbamos a quedar sin reservas, porque se trataba de reservas de libre disponibilidad.

Hacíamos una suerte de pase activo, por decirlo de alguna manera, aunque ése no es el término técnico.

Se decía en este recinto que era una imprudencia pagar esa cuenta, porque nos íbamos a quedar sin reservas internacionales. Sin embargo, las reconstituimos, pasamos al frente y hoy tenemos 45 mil millones de dólares bien constituidos. Nada de esas reservas raras de bonos y demás. Hay una porción…

– Varios señores diputados hablan a la vez.

Sr. Snopek- Señor presidente: le ruego que haga callar a algunos señores que desde la tribuna hablan en voz alta. Cuando ellos hablan yo me callo.

En orden a los ingresos, hace un rato he dicho que constituyen el otro elemento comparativo que uno tiene para decir qué son esos 19 mil millones de pesos, porque algunos sostienen que es mayor que lo que se gasta en las universidades. ¡Vaya novedad! Pero hay que compararlo con los ingresos, y en este sentido podemos decir que hasta hace pocos años los servicios de la deuda representaban el 20 por ciento de los ingresos que tenía el Fisco nacional mientras que hoy representan el 8,6 por ciento. Entonces, hemos pasado del 10 al 2 por ciento en términos de reserva y del 20 al 8,6 por ciento en términos de ingresos. ¿De qué estamos hablando? ¿Estamos hablando de una gran distancia que hay de aquí para allá o estamos hablando realmente de que la Argentina va avanzando por un camino distinto? Esto no lo puede negar nadie, y es lo que refleja el presupuesto para 2008.

Se prevé un PBI de 896.730 millones de pesos y una variación del IPC del 7,7. Aquí quiero detenerme un instante, porque hace no mucho tiempo teníamos índices muy confiables para todo el mundo, es decir, medíamos claramente la temperatura del paciente. Lo que no hacíamos era diagnosticar con corrección, y mucho menos curar al paciente. Hoy es probable que el termómetro tenga alguna ligera avería y se nos haya corrido un poquito para allí o para allá, ¡pero lo cierto, claro y contundente es que hemos hecho un buen diagnóstico y que estamos curando al paciente, puesto que la Argentina de hoy es distinta a la de no hace mucho tiempo! (Aplausos.)

Pasemos al superávit primario: 3,15 en términos del PIB. Tenemos un superávit financiero de 7.900 millones y un superávit primario de 27 mil millones. Se está estabilizando. Lo importante no es que sea el 3,15 sino que se está estabilizando en estos números. Es decir, estamos teniendo una plataforma sólida en la cual asentarnos.

Esto es muy importante desde el punto de vista de la inversión. Como todos sabemos, quien piensa invertir no lo va a hacer en un lugar donde se tienen déficit como los que teníamos hace no mucho tiempo. Recordemos los ingentes déficit que teníamos, que ascendían al 8, 9 y 10 por ciento del producto bruto interno. Estos eran los déficit de la Argentina, y no estoy hablando de la época del 1800 sino de la vuelta a la democracia.

Hoy afortunadamente tenemos superávit sustentables en el tiempo, y esto es lo importante. No es tan importante si es del 2,5 o del 4 por ciento. Lo importante es que se está estabilizando, y esto nos permite tener un panorama de corto y mediano plazo, e incluso de largo plazo, para quien quiera invertir en nuestro país.

Voy a ir redondeando mi exposición ya que observo en el tablero que apenas me quedan dos minutos. Pongámonos en el lugar de un inversor que se decide a meter la mano en el bolsillo para venir a invertir en nuestro país. Recordemos lo que decía un general de la Nación en el sentido de que el bolsillo es la víscera más sensible del hombre. Y como todos saben, inversión significa trabajo, porque la inversión va asociada al trabajo. Si no hay inversión, no hay trabajo, y viceversa. Y esto, obviamente, nos preocupa.

Para que haya inversión tiene que haber garantías en el sentido de que nadie está tirando manteca al techo, porque un inversor no puede estar pensando en que algún día le van a meter la mano en el bolsillo no para hacer inversiones sino para pagar la “festichola”, que se ha traducido en mayor endeudamiento o en inversión.

Este es el sentido y el alcance que tiene un presupuesto de la Nación, que tiene una asignación para gastos de 161.486 millones y una estimación de recursos de 169.463 millones de pesos.

Con esto doy por concluida mi exposición porque no me quiero pasar un solo minuto de mi tiempo, y lo hago con la esperanza de que mis colegas hagan lo mismo. (Aplausos.)

Sr. Presidente (Cambareri).- Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.

Sr. Bullrich – Señor presidente: voy a tratar de cumplir con el pedido del presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de que administremos bien el tiempo. Trataremos de hacerlo mejor de lo que se administran los recursos en este país.

El señor diputado Snopek, el filósofo jujeño, la cacatúa, decía que si los números de crecimiento de este país fueran mejores, que lo que se estima en este presupuesto ‑cosa muy probable porque está subestimado‑ iba a cantar el Aleluya, como en misa.

Eso me recuerda un cuento que me contaba mi abuelo. El me decía que una vez llegó al pueblo un cura nuevo, y el domingo en la misa dio un sermón que fue excelente y que entusiasmó a los pocos feligreses que concurrían porque el pueblo no era muy practicante. Sin embargo, los entusiasmó tanto que al día siguiente se corrió el rumor de que había llegado un nuevo cura que era un gran orador y que apelaba a la esperanza y al espíritu, y así fue como los que habían ido el domingo anterior volvieron, pero escucharon el mismo sermón, cosa que los sorprendió, mientras que los que fueron por primera vez salieron contentos. Pasaron cinco, seis, siete domingos y ante la sorpresa de los feligreses el sermón seguía siendo el mismo, hasta que un día un grupo de personas fue a hablar con el cura a plantearle que hacía ocho domingos que venía dando el mismo sermón y no entendían por qué lo hacía. A lo que el cura les respondió: “Ustedes son los mismos, ustedes no han cambiado y mientras no cambien el sermón es el mismo”.

Entonces, quiero pedir un favor: solicito que se inserte en el Diario de Sesiones el discurso que pronuncié el año pasado en oportunidad de considerarse el proyecto de ley de presupuesto. Creo que hay que decir exactamente lo mismo, porque no ha cambiado nada; este presupuesto está totalmente ensombrecido por la ley 26.124 de superpoderes, que otorgó al jefe de Gabinete de ministros la facultad de disponer de los recursos públicos como si fueran propios, sin ningún control, lo cual le ha permitido manejar a discreción 22 mil millones de pesos en el año 2007. Esto también ha permitido que casi 53 mil millones de pesos hayan sido manejados discrecionalmente durante la gestión del presidente Kirchner.

Entonces, lo que hay que decir es lo que ya se ha dicho. La República no está funcionando y los problemas son serios. No es un problema de termómetro, lo que está mal es el electrocardiograma; no es un problema de temperatura sino de cómo late el corazón. Los índices que permiten tomar decisiones no constituyen uno sino todos los instrumentos: son el fondo; uno no puede tomar decisiones en la oscuridad, sin la información. El problema es más serio de lo que nos quiere hacer ver con algún sentido del humor el señor presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda.

En virtud de aprovechar y administrar bien el tiempo, a lo que señalé el año pasado quiero agregar que existen algunas perlas en este presupuesto. Ya hablé de la cantidad de recursos que se mueven con los DNU y los superpoderes. Además de la subestimación en el crecimiento, la subestimación en la inflación también genera fondos que van a ser manejados discrecionalmente y que este año estuvieron en el orden de los 12 mil millones de pesos.

La inflación que hoy está en el orden del 20 por ciento –siendo conservador‑ se había estimado en un 7 por ciento. El crecimiento que rondará entre el 7,5 y 8 por ciento se había estimado en un 4 por ciento. La principal área perjudicada por esta subestimación es la educación, y éste es el problema serio, porque hay una ley de financiamiento educativo que establece que se debe invertir en educación un porcentaje del PBI. Si subestimamos el PBI, obviamente invertiremos en educación menos de lo que deberíamos invertir.

Voy a dar un ejemplo. El conjunto de universidades nacionales, que están representadas por el Consejo Interuniversitario Nacional, presentó un presupuesto de 6.904 millones de pesos para el año 2008; lo que se le está poniendo a disposición en este presupuesto son 5.600 millones de pesos, es decir, 1.200 millones menos de lo que ellas reclaman.

Si uno hiciera la estimación del crecimiento en forma correcta, estimando el arrastre del año 2007 y lo que puede crecer el 2008, observaría fácilmente que se cubriría esa diferencia. Sin embargo esos fondos no se les ponen a disposición, terminando en subsidios, como ocurrió este año, a empresas que no cumplen, como el caso de los ferrocarriles, las empresas energéticas y las dedicadas al transporte terrestre no ferroviario.

Cuando el señor diputado Snopek hablaba de las reservas el señor diputado Negri le hizo algunos gestos, porque es falso que las reservas sean de 40 mil millones de dólares. Casi un 50 por ciento de las reservas están en bonos. Creo que también hay que ser transparente en la presentación de los datos.

Además del tema de las reservas, que como decía el señor diputado Snopek, gesticulando con los deditos, son un poco raras, refiriéndose a las que estaban contra deudas, hay que reconocer que el superávit financiero del que hablaba, de 7 mil millones de pesos, también está respaldado por una figura ficticia, que son los 7 mil millones de pesos que se están tomando de los fondos de jubilaciones y pensiones dentro del resultado y que por ende refleja que el año que viene se terminaría no con un superávit de 7 mil millones de pesos sino prácticamente con un déficit cero, con un presupuesto en equilibrio, es decir, sin superávit.

Si queremos contar los ahorros futuros de jubilados y pensionados y hacer las cuentas financieras de esa manera, cosa que advertimos cuando se hizo ese pase y en el discurso cuando se discutió la ley de jubilaciones, entonces sí hay superávit, y es de la misma manera en que lo ha habido en el pasado: sacándoles la plata a los jubilados. Entonces, hay que hablar de los números transparentes.

Este no es un presupuesto del cambio. Este es un presupuesto que dice lo mismo que ya nos dijeron, que nos cuenta los mismos cuentos, que nos da el mismo sermón. La pregunta es si nosotros vamos a seguir haciendo lo mismo, si no vamos a cambiar, si vamos a seguir dejando que los fondos fiduciarios absorban 6 mil millones de pesos por año y se manejen como lo han hecho, para invertir en obras como las que se analizaron y que me tuvieron como protagonista en su investigación, junto con el señor diputado Pérez, como el caso Skanska. ¿Vamos a seguir admitiendo eso? ¿Vamos a seguir permitiendo que se continúe sin ningún control, con los organismos de contralor sin información y con este Congreso haciendo la vista gorda en términos generales a la forma en que se invierte en este país, o vamos a cambiar?

El 10 de diciembre se renuevan las autoridades. Este presupuesto lo va a ejecutar un nuevo Ejecutivo; nuevo en parte, hay que reconocerlo. La pregunta es si las formas van a ser las mismas. No es la primera vez que hablo de las formas en este recinto y seguramente no va a ser la última porque las formas importan. Lamentablemente las formas en que se están haciendo las cosas no están bien. Entonces, más allá del discurso efusivo, emotivo, humorístico por momentos y triste por otros, del presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, diputado Snopek, nosotros seguimos diciendo que la República no son los índices económicos.

Es fácil afirmar que la pobreza se redujo a la mitad si se realizan comparaciones con respecto a los índices económicos de 2001. Deberíamos preguntarnos qué estamos haciendo si no hubiéramos reducido a la mitad aquél 50 por ciento de pobres. Pero la realidad es que todavía hay en la Argentina 11 millones de pobres y 4 millones de indigentes. Literalmente, en la Argentina hay gente que muere de hambre. Sin embargo debemos irnos de este recinto creyendo que las cosas andan bien.

La República no son los índices económicos sino las instituciones, y en rigor, nosotros somos las instituciones. Por eso vuelvo a preguntar: ¿vamos a hacer lo mismo? ¿No vamos a cambiar? ¿Vamos a seguir sin decir nada mientras observamos las cosas que se están haciendo mal? No importa si somos del oficialismo o de la oposición; aquí dentro somos parte de una institución de la República que en mi humilde opinión es la más importante, porque esta Cámara de Diputados en particular representa a las minorías de nuestro país. Por eso pregunto nuevamente, señor presidente: ¿vamos a hacer lo mismo?

El día que se sancionó la ley que estableció los superpoderes dije que descendía sobre esta Cámara un fétido olor, que persistiría mientras esa norma no se derogara. Tapándome la nariz vuelvo a preguntar: ¿vamos a seguir haciendo lo mismo?

Desde el bloque que represento no haremos lo mismo; vamos a decir lo mismo, pero seremos más enfáticos en afirmar que es hora de que cambiemos en serio. La Argentina no puede seguir con este nivel de impunidad, descontrol y falta de transparencia en el manejo de los fondos públicos. De tanto repetir esta expresión se olvida que los fondos públicos son nuestros: es plata nuestra y de la gente que representamos. De modo que frente a las cosas que están sucediendo no se trata de levantar la mano simplemente porque integramos el oficialismo.

No se trata de decir que este es un país en el que la pobreza se ha reducido a la mitad mientras hay 11 millones de pobres.

No se trata de afirmar simplemente que este es un país que sigue creciendo al 8 por ciento mientras hay gente muriéndose de hambre. ¿Vamos a hacer lo mismo, señor presidente?

Para finalizar, quiero recordar que mucho tiempo atrás un presidente de nuestro país dijo que hombre, ciudadano y escuela, todo, estaba en los bancos de una escuela. Yo quiero decir que nosotros sentados en estas bancas somos la Argentina porque representamos a los argentinos. Es hora de que asumamos ese rol de representantes y de una vez por todas sancionemos un proyecto de ley de presupuesto general de ingresos y egresos serio, federal y transparente. (Aplausos.)

Sr. Presidente (Cambareri).- Tiene la palabra el señor diputado por San Luis.

Sr. Poggi Señor presidente: visto el proyecto de ley que elevó el Poder Ejecutivo nacional para el año venidero nuestro bloque presentó un dictamen propio, un presupuesto alternativo, obviamente respetando lo que establece la Constitución Nacional en su artículo 75, inciso 8).

Confeccionar un dictamen diferente o alternativo al oficial, como lo viene haciendo nuestro bloque desde hace cuatro años nada tiene que ver con elaborar un presupuesto propio, en el que se cambia por ejemplo el plan de obras públicas que propone el Poder Ejecutivo, y tampoco tiene que ver con cambiar los programas, las estructuras ministeriales, las metas de superávit primario o financiero, las fuentes de financiamiento o las aplicaciones financieras. Respetamos en esos temas la propuesta del Poder Ejecutivo, aunque no compartimos muchas otras cuestiones.

Al presentar un dictamen propio pretendemos dar a la herramienta presupuestaria la verdadera y real jerarquía institucional que tiene para el país. Hemos presentado un dictamen propio ya que el proyecto oficial, tal como ocurrió en los últimos años, de la forma en que está planteado y diseñado y, en definitiva, de como se va a ejecutar luego, está rozando el piso de jerarquía institucional. Ya ha dejado de ser la ley de leyes y se transformó para nosotros, el Congreso Nacional, en una voluminosa declaración no vinculante para el Poder Ejecutivo nacional, donde sólo debemos cumplir con la formalidad de su tratamiento a tiempo.

Asimismo, antes de comenzar esta sesión, se parte del conocimiento de que lo que se analice y posteriormente se sancione no será el presupuesto que se ejecutará el año próximo. En definitiva, el Poder Ejecutivo hace como si formulara un presupuesto, y nosotros como Congreso hacemos como si lo aprobáramos, pero en realidad lo que se ejecuta es otra cosa.

Por otra parte, la discusión y debate es casi inexistente en la Comisión de Presupuesto y Hacienda y se nota una total desmotivación en el tratamiento, tanto por parte del oficialismo como de la oposición.

Esa es la realidad actual del proyecto de ley de presupuesto. Entonces, convengamos en que esta norma dejó de contar con la jerarquía que debe tener la ley de presupuesto de un país.

En consecuencia, como pensamos que existe una brecha enorme entre el rol que se espera del Congreso Nacional y el que desempeña en la práctica, desde nuestro bloque hemos presentado un dictamen alternativo de presupuesto. Y dado que presentamos un dictamen propio, vamos a referirnos a él y no al oficial.

A modo de síntesis, quiero decir que nuestro dictamen plantea tres ejes relevantes. En primer lugar, ajustado a la Constitución Nacional, establece la derogación lisa y llana de la reforma de la ley 26.124, de administración financiera, que otorgó superpoderes al jefe de Gabinete de Ministros, permitiéndole modificar prácticamente todo el presupuesto.

Por supuesto que, siendo conscientes de que la ejecución del presupuesto debe tener flexibilidad operativa para el poder administrador, que es el Ejecutivo, nuestro dictamen faculta no al jefe de Gabinete sino al presidente de la Nación para que por decreto, ante una necesidad, reestructure partidas presupuestarias con dos limitaciones: respetando la finalidad aprobada en el presupuesto y su clasificación económica. Esto significa no cambiar un gasto de capital por uno corriente, y viceversa.

Las finalidades del gasto público presupuestarioson cinco: administración gubernamental, servicio de defensa y seguridad, servicios sociales, servicios económicos y deuda pública.

Nuestra propuesta faculta al presidente a movilizar partidas dentro de cada finalidad con la única limitación de no pasar un gasto de capital a gastos corrientes y viceversa.

Por supuesto si el Poder Ejecutivo pretende reasignar partidas que impliquen un cambio de finalidad o un cambio en la clasificación presupuestaria se requerirá la aprobación legislativa.

Ese es el primer eje relevante de nuestro dictamen alternativo. En segundo lugar y en el mismo sentido que el anterior nuestro dictamen legisla sobre la competencia y el rol del Congreso nacional en el tema de la deuda pública. El Congreso no puede seguir ausente en este tema.

Hoy por hoy seguimos ausentes igual que siempre; nada cambió en este sentido, porque el tema de la deuda lo siguen manejando unos pocos y los números más grandes del presupuesto son precisamente las fuentes del financiamiento y las aplicaciones financieras , que mayoritariamente están constituidas por las tomas de nuevos créditos o nuevos endeudamientos y amortizaciones de deuda. Son los números más importantes en casi todos los presupuestos de los últimos años.

Este Congreso nacional no tiene información detallada del tema. Tampoco tiene injerencia en lo que tenga que ver con la deuda pública, excepto esa autorización global de tomar nuevos créditos que hacemos con el presupuesto año a año.

Se nos habla de política de desendeudamiento que en el fondo compartimos porque el desendeudamiento es lo que nos permite independencia económica y soberanía política como país. Pero la realidad pasa por otro carril, porque la deuda pública argentina sigue aumentando año a año, y seguimos hablando de política de desendeudamiento.

En junio de 2003, al inicio de esta gestión presidencial, el stock de deuda pública ascendía a 152 mil millones de dólares. En junio de 2007, que es la última información a la que pudimos acceder en las páginas del Ministerio de Economía, la deuda asciende a 165 mil millones de dólares, es decir, 13 mil millones de dólares más que en junio de 2003.

Pero lo más grave es que entre junio de 2003 y junio de 2007 existió una quita por reestructuración de la deuda de 67 mil millones de dólares. En ese período también existieron importantes amortizaciones de capital en efectivo, es decir, no refinanciado por otra deuda de acreedores externos, por sumas superiores a los 14 mil millones de dólares.

Entonces, se arrancó en junio de 2003 con un stock de deuda de 152 mil millones de dólares. Hubo un importante quita por reestructuración en el 2005 de 67 mil millones de dólares, por la cual uno asume que la deuda baja. Asimismo, existieron amortizaciones de capital a acreedores extranjeros durante ese período por 14 mil millones de dólares, con lo que uno asume que baja la deuda.

Existieron supuestos superávit financieros en los años 2003, 2004, 2005 y 2006, y uno presume que supuestamente parte va a cancelar algo de la deuda y parte irá al ahorro.

Pero resulta que la deuda aumentó. Entonces, esa suma de llamémosle desendeudamientos debería hacer que hoy tuviéramos un stock de deuda sensiblemente inferior a la de junio de 2003. Y resulta que en junio de 2003 debíamos 152 mil millones de dólares y en junio de 2007 debemos 165 mil millones de dólares. Si quieren deduzcamos -aunque la relación no es lineal- el ciento por ciento del incremento de nuestras reservas en el Banco Central, que en esos dos períodos ascendió a 31.000 millones de dólares. Aún así el incremento real del stock de deuda neta de estos cuatro años supera los 70.000 millones de dólares.

¿Qué explicación podemos dar nosotros como integrantes de este Congreso, si estamos ausentes en la discusión del tema? La realidad objetiva indica que no existe tal política de desendeudamiento, porque la deuda se ha ido incrementando en estos últimos cuatro años.

¿Por qué aumenta la deuda? Porque en estos presupuestos no existe superávit financiero. La explicación es muy sencilla; es de sentido común. Si a uno le sobra plata todos los años, ¿por qué tiene que tomar deuda?

Lo cierto es que año tras año tomamos deuda no sólo para cancelar las amortizaciones de capital que vencen en cada ejercicio, sino también para financiar el déficit financiero, porque en realidad no hay superávit financiero. De lo contrario, ¿cómo se explica que la deuda pública aumente todos los años con superávit financiero?

Lo que está sobrando financieramente –lo podemos apreciar en este presupuesto- es el superávit de la ANSES, es decir, el ahorro previsional que precisamente alimenta un fondo de ahorro previsional. Pero si de estos cálculos extraemos el ahorro previsional, veremos que el conjunto de los recursos del presupuesto no alcanzan a financiar el conjunto de los gastos. Esta es la razón por la cual la Argentina tiene que seguir tomando deuda todos los años.

Hay que decir las cosas como son. No se puede señalar que estamos en el marco de una política de desendeudamiento cuando el endeudamiento aumenta año tras año. Tampoco se puede expresar que la Argentina tiene una política de superávit fiscal y financiero, porque eso no existe. De lo contrario no sería necesario aumentar la deuda.

Lo que intento remarcar con esta argumentación es que el Congreso está ausente en la discusión de este tema. Por ese motivo en nuestro dictamen se establecen mayores atribuciones por parte del Parlamento en lo que tenga que ver con la deuda. No sólo prevemos la obligación inmediata del Poder Ejecutivo de informar en detalle sobre cada operación y cada amortización de deuda con vencimiento en el ejercicio, sino también sobre cada nuevo acuerdo con los acreedores, para lo cual exigimos la aprobación legislativa. Es necesario que de una vez por todas abordemos desde el Congreso la discusión del tema de la deuda, para que nadie se sienta sorprendido cuando demostramos que está aumentando.

Para finalizar el análisis de los aspectos fundamentales de nuestro dictamen, debo señalar que se propone un nuevo enfoque en el gasto social vinculado con el empleo, mediante la implementación de un plan universal de inclusión social dirigido a todos los ciudadanos argentinos que acrediten su condición de desocupado. En este sentido, entendemos que la herramienta presupuestaria es un medio idóneo para alcanzar uno de los fines de la política económica, que es la distribución de la riqueza. Por ello en nuestro dictamen proponemos implementar este plan de inclusión social que –repito- está orientado a todos los desocupados de la Argentina, para que a través de él puedan encontrar el trabajo que no tienen –no hablamos de asistencialismo-, que por supuesto será transitorio. Lo importante es que una medida de este tipo devuelve al ciudadano a la cultura del trabajo. Aclaro que el costo de este programa no supera el 10 por ciento de los recursos corrientes del presupuesto –límite establecido taxativamente en el articulado- y que se financiará en el año 2008 no solamente con el sinceramiento de los recursos que efectivamente se van a percibir en ese año, sino también mediante la reasignación de partidas presupuestarias vinculadas con programas asistenciales, tales como el de Jefes de Hogar, programas alimentarios o el de Familias por la Inclusión Social, que obviamente se eliminan en nuestro esquema de propuestas y se reemplazan por el plan Trabajo.

Obviamente, lo hacemos en el convencimiento de que el trabajo es el ordenador social por excelencia. Las provincias que adhieran al programan aportarán la cobertura de sus obras sociales provinciales a los ciudadanos incluidos.

Este tipo de programa está debidamente comprobado en nuestra provincia, San Luis, donde el plan de inclusión social está establecido por ley. En junio de 2003 el índice de desocupación ascendía al 11,7 por ciento. Luego de la implementación del programa, ya en diciembre disminuyó al 3,7 por ciento, y desde enero de 2004 oscila entre el 1 y el 2 por ciento. En el último semestre de 2007 el índice de desocupación fue del 1,8 por ciento, con la alegría de que un número importante de agentes incorporados al plan de inclusión social se han insertado en un trabajo mejor en la actividad privada.

Todos desde un primer momento ordenaron sus familias, recuperaron la cultura del trabajo y la capacitación necesaria para la obtención de un empleo mejor. Este es el tercer eje que planteamos dentro de nuestra propuesta alternativa.

Por último, si bien esto no tiene vinculación con nuestro dictamen, los legisladores de la provincia de San Luis queremos dejar sentado nuestro reclamo por la nueva discriminación que padecen los ciudadanos argentinos que viven en nuestro distrito como consecuencia del presupuesto nacional, fundamentalmente en lo que atañe a las obras públicas, situación que se repite desde los últimos años. (Aplausos.)

Sr. Presidente (Cambareri).- Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.

Sr. Adrian Pérez – Señor presidente: coincido con lo señalado por algún diputado preopinante en el sentido de que es imposible que no exista una reiteración año tras año.

Ello se debe a que las características del presupuesto presentado por el oficialismo se repiten absolutamente, sin tener en cuenta ninguna de las observaciones formuladas por los distintos bloques en el transcurso de la actual gestión.

Aun a riesgo de ser excesivamente reiterativo, vamos a marcar nuestra posición y las principales diferencias con el presupuesto para el año 2008.

En primer lugar, el presupuesto vuelve a ser una ficción, no solamente por la posibilidad de que el Poder Ejecutivo, por intermedio del jefe de Gabinete, revierta con posterioridad la distribución de los gastos, sino fundamentalmente porque todas las estimaciones macroeconómicas y fiscales son inexactas y falaces.

Por ejemplo, se estima un crecimiento económico del 4 por ciento para el año próximo. No hay ninguna estimación privada seria que indique que la economía crecerá al 4 por ciento. Todos explican que el efecto arrastre es superior al 2 por ciento, por lo que deberíamos ingresar en un período de fuerte recesión en los próximos meses para que el crecimiento del año próximo sea nada más que del 4 por ciento. Nada indica que el crecimiento será del 4 por ciento, y nada indica, por lo tanto, que no se va a reiterar esta fórmula de subestimar crecimiento para subestimar recursos y de ese modo manejar discrecionalmente los excedentes presupuestarios.

Esta pauta, más la pauta de inflación, que es más dibujada que la inflación de Moreno, hacen que en realidad estemos ante –insisto‑ un presupuesto de ficción.

Seguramente se va a reiterar para el próximo año lo que ocurre en el presente. Este año vamos a tener más de quince mil millones de pesos de excedente presupuestario. La estimación era de quince mil millones de pesos, pero digo que se va a superar debido a la aplicación de nuevas medidas, como por ejemplo la vinculada con el incremento de retenciones a los commodities.

¿Por qué se agrava la situación? Ya lo hemos planteado; porque estas pautas absolutamente erróneas llevan a que el excedente sea manejado a discreción. En ningún momento este Parlamento puede tratar la distribución de los recursos provenientes del excedente presupuestario. Siempre ha sido así y seguramente nuevamente así será en el año 2008.

La segunda cuestión que planteamos es que hay una inercia en la evolución del gasto. No se produce ninguna modificación en cuanto a cómo se van a gastar los recursos en la Argentina, ni tampoco modificaciones sustanciales relacionadas con los programas asistenciales o el uso abusivo de los subsidios, ni modificaciones que prevean incrementos o mejoras en remuneraciones o haberes previsionales. Es más, las modificaciones referidas a los incrementos previstos se relacionan –insisto‑ con una evolución inercial y no con un incremento real, por ejemplo, en los haberes jubilatorios.

La tercera cuestión que marcamos se refiere al crecimiento de lo que llamamos manejo poco transparente de los recursos públicos. Hemos tenido, por ejemplo, una escalada de incremento de los fondos fiduciarios, cuestionados no sólo en este Parlamento sino también por los propios organismos de control. Y se mantiene la idea de mantener esa gran caja oscura y cuestionada que son los fondos fiduciarios, que se han incrementado fuertemente en los últimos años. Pasaron de 1.200 millones de pesos a más de 6.600 millones. En definitiva, se mantiene esa idea de elevar los fondos parapresupuestarios.

En reiteradas oportunidades el gobierno ha dicho que en realidad no es tan grave el tema de la utilización de los superpoderes porque se ha hecho uso de ellos en forma muy selectiva y que no hubo tanto incremento del gasto mediante ese mecanismo.

Eso no es verdad. Entre los años 2004 y 2007, sea vía decisión administrativa o mediante utilización de decretos de necesidad y urgencia, los gastos se han incrementado en cincuenta mil millones de pesos en relación a los valores originalmente aprobados por este Congreso de la Nación. Es decir que el 16 por ciento del total de gastos presupuestados fueron asignados sin intervención del Parlamento nacional. En lo que va de la gestión de este gobierno cincuenta mil millones de pesos fueron asignados por el Poder Ejecutivo nacional y no pasaron por este Parlamento.

La cuarta cuestión se relaciona con el desprecio absoluto de la actual gestión hacia el Poder Legislativo. Digo esto no solamente por la persistencia en la ley de superpoderes sino porque nuevamente la ley de presupuesto tiene vigentes delegaciones increíbles al Poder Ejecutivo, como por ejemplo aquella según la cual el Ejecutivo será quien decida soberanamente cómo se establece la movilidad de los haberes jubilatorios.

Todos sabemos que hubo un fallo de la Corte que estableció la obligatoriedad de la movilidad de los haberes jubilatorios y que por lo tanto se debió establecer un mecanismo de movilidad. Y este Parlamento tenía la obligación de establecer un mecanismo de movilidad de haberes. Sin embargo, el proyecto de presupuesto dice que el Poder Ejecutivo va a conceder esa movilidad cuando crea que existan recursos.

En materia de ingresos públicos para 2008 no solamente tenemos el tema de la subestimación de recursos. Considero que en este sentido el gobierno ha involucionado.

Cuando leímos la primera parte del mensaje enviado por el Poder Ejecutivo con este proyecto de presupuesto, nos encontramos con que efectivamente en la Argentina existía un sistema tributario regresivo, y que progresivamente íbamos a establecer algunas reformulaciones en ese sentido. Pero ahora se dice que la única intención del gobierno consiste en reducir la brecha entre el sistema potencial y el real. Es decir que el único objetivo del gobierno radica en reducir la evasión. Sin embargo, en el mensaje del Poder Ejecutivo no existe una sola línea destinada a ver cómo evolucionamos no solamente hacia un sistema más trasparente, sino hacia un sistema más equitativo y progresivo.

¿Cuáles son las características del sistema tributario actual? En primer lugar, el perfil regresivo. Casi el 30 por ciento de la recaudación total proviene de la aplicación del IVA, o sea, un impuesto al consumo.

La segunda característica del sistema tributario que hoy tenemos se caracteriza por su absoluta volatilidad. ¿Por qué? Porque indudablemente cada vez van teniendo más peso los impuestos al comercio exterior, es decir que cada vez la solvencia fiscal está más atada y más dependiente del comportamiento que tengan los precios internacionales de nuestros commodities.

En ese sentido, debemos resaltar la poca creatividad que ha tenido el gobierno, ya que la única fórmula aplicada para garantizar la solvencia fiscal ha consistido en recurrir siempre a la aplicación de impuestos al comercio exterior. Nunca ha pensado en algún otro esquema tributario que implicara solvencia fiscal con un sistema tributario más progresivo.

La tercera cuestión del sistema tributario que tiene que ver con lo que hemos sancionado hace unos instantes: la prórroga del impuesto a los créditos y débitos, que significa una absoluta asimetría jurisdiccional. Estamos ante una concentración de ingresos apropiados por la Nación en desmedro de las provincias. La Nación hoy concentra el 74,1 por ciento de los recursos, y las provincias un poco más del 25 por ciento. Las provincias fueron perdiendo puntos porcentuales y a la vez se le han ido incrementando las responsabilidades.

La otra cuestión que ha quedado en claro es que este sistema que implica mayores recursos para la Nación y menos para las provincias tiene una contracara. ¿Cuál es la contracara? El crecimiento exponencial de las denominadas transferencias no automáticas. Es decir que mientras las provincias reciben menos vía coparticipación, obviamente obtienen más recursos mediante estas transferencias no automáticas, que son manejadas discrecionalmente por el Poder Ejecutivo. Estas transferencias discrecionales hoy representan cerca de un 40 por ciento del total de los recursos que perciben las provincias. No solamente se ha quebrado el federalismo, sino nuestro sistema político.

Ha quedado muy claro hoy día que esta utilización absolutamente discrecional de los recursos ha quebrado el sistema político, que le ha permitido al gobierno coptar gobernadores, dar más recursos a aquellos gobernadores que le son afines y ajustar a aquellos gobernadores que no se portan bien. Por lo tanto, necesariamente este esquema tiene que terminar. Tenemos que ir hacia un sistema de reglas claras, de relación institucional seria entre los gobiernos provinciales y la Nación, y tenemos que terminar con esta asimetría absoluta en materia jurisdiccional que hoy tenemos vigente.

En relación con las prestaciones a la seguridad social quiero decir lo siguiente. Está claro que ellas representan una parte muy importante del gasto total de la administración nacional, pero también está claro que en este presupuesto no se prevén incrementos de beneficios más allá de los incrementos ya ocurridos durante este año. Y a esto hay que agregar una cuestión –ya lo he dicho anteriormente-, que es el incumplimiento de la sentencia de la Corte Suprema del año 2006.

Me refiero a la sentencia que nos señaló un camino que tenía que ver con la adopción de un índice que haga efectiva la movilidad de los haberes con la movilidad de las jubilaciones. Lejos de esto, el artículo 43 de este presupuesto –mediante una fórmula insólita y poco seria‑ establece “encomendar al Poder Ejecutivo elevar un proyecto de ley referido a la movilidad de las prestaciones previsionales”. O sea que nosotros debemos encomendar al Poder Ejecutivo que nos envíe un proyecto para ver cómo se resuelve el tema de la movilidad. Lo irrisorio es que este proyecto lo envía el Poder Ejecutivo. Es decir, el Poder Ejecutivo establece en un artículo que nosotros le encomendemos que nos envíe un proyecto que establezca cómo debe ser la movilidad de haberes. La verdad es que esto es lo más poco serio que he visto en los últimos tiempos. Esto no tiene que ver con la inexistencia de proyectos en este Parlamento, ya que aquí hay múltiples iniciativas que prevén un esquema de movilidad de haberes, que es lo que debiéramos haber tratado o deberíamos estar tratando.

Ahora me voy a referir a los programas asistenciales. Reitero que nosotros quisiéramos poder hacer un cambio y hablar de programas universales en lugar de programas focalizados. Por eso insistimos con algunos programas relacionados con la niñez, y creemos que no hay mejor momento que éste para hacerlo, ya que es un momento de estabilidad económica.

Además de decir que se persiste en la idea de los programas focalizados, hay que decir que los recursos están prácticamente planchados. Si tomamos en cuenta en forma conjunta las finalidades de promoción, de asistencia social y de trabajo, que son las áreas donde están inmersos todos estos programas asistenciales, vemos que prácticamente no hay una evolución o una mejora del gasto para este tipo de programas, ya que de 6.200 millones se pasa apenas a 6.700 millones. Es decir que el incremento del gasto es un incremento nominal, inclusive superior al aumento del PBI y al de la inflación previstos para el próximo año.

Respecto de la inversión pública, también reiteramos lo dicho en otras oportunidades. Creo que lo que nos someten a tratamiento es un dibujo muy poco serio, porque muchas de las propuestas no figuran en el banco de proyectos de inversión o carecen de la evolución técnica exigida, y por lo tanto incumplen absolutamente todas las normas establecidas en el Programa Nacional de Inversión Pública.

Ya vimos lo que ocurrió este año: los proyectos aprobados en el presupuesto 2007 fueron absolutamente modificados. De las aperturas programáticas de inversión realizadas al comenzar el ejercicio 2007, un total de 992 líneas no han devengado gasto alguno al mes de octubre; es decir, una gran cantidad de proyectos directamente fueron dejados de lado o reemplazados por otros. Estamos hablando de mil doscientos millones de pesos presupuestados sin ejecución o cambiados por otros proyectos que decidió posteriormente el Poder Ejecutivo. De modo tal que la discusión respecto de los proyectos de inversión incorporados en este presupuesto es un absurdo, porque sabemos que con posterioridad el Ejecutivo los cambia en forma absoluta y discrecional. De más está decir que lo mismo ocurre con el artículo 14, planilla anexa, donde raramente aparecen 664 proyectos con una inversión total de 57 mil millones de pesos, lo que implica un incremento del 314 por ciento. Estamos hablando de proyectos que comienzan en el año 2008, pero que tienen ejecución en años posteriores.

Hay algunas cuestiones muy curiosas. Por ejemplo, se piensa ejecutar en el año 2008 solamente el 3 por ciento de estos proyectos, y el resto recién se ejecutará con posterioridad al año 2011. No entendemos las razones técnicas por las cuales se incluyen estos proyectos ahora, que prácticamente no tienen ejecución en los primeros tres años y sí la tienen a partir del año 2011. En este sentido, nos gustaría tener mayores certezas. En materia de obras públicas nuevamente hay una absoluta desprolijidad en el proyecto que hoy estamos considerando.

Por otra parte, existe un crecimiento importante de obligaciones a cargo del Tesoro que se vincula fundamentalmente con reiterar el esquema de subsidios en dos aspectos. En primer lugar, los subsidios a empresas públicas o privadas relacionadas con el sector energético y, en segundo término, aquellos orientados al trasporte automotor y de pasajeros.

La fórmula se repite. Seguimos sin afrontar un programa serio en materia energética; la única manera que tiene el gobierno de compensar la ausencia de una política energética consiste en incrementar subsidios para este sector. Continuamos sin considerar seriamente el tema del trasporte público, y el único camino que reitera el Poder Ejecutivo para hacer frente a este problema es –repito‑ incrementar los subsidios sin considerar la pésima prestación de servicios que están llevando adelante las empresas del sector.

Por los motivos expuestos, vamos a votar en contra de este proyecto de ley de presupuesto. Creemos que hay una subestimación de metas, una subestimación de pautas; no existen mejoras en las políticas del gasto social; se reitera la existencia de los superpoderes, de la delegación de facultades; se mantiene la persistencia de los fondos fiduciarios con cada vez más recursos, y se propone nuevamente un programa muy poco claro en materia de obras públicas.

En síntesis, hubiésemos querido otro presupuesto y que se hubieran tenido en cuenta algunas de las observaciones formuladas en años anteriores; pero el gobierno persiste en esta idea y por eso, una vez más, votaremos en contra de este proyecto de ley de presupuesto que propone el oficialismo.

Sr. Presidente (Cambareri).- Tiene la palabra el señor diputado por Jujuy.

Sr. Giubergia Señor presidente: el bloque de la Unión Cívica Radical adelanta con mucha pena que va a votar en contra de este proyecto de ley de presupuesto porque entiende que es responsabilidad del Poder Ejecutivo nacional elaborar esta iniciativa y facultad de ambas Cámaras aprobarla o desecharla.

Hemos venido votando en general los proyectos de ley de presupuesto en forma afirmativa, pero lamentablemente en estas circunstancias advertimos la poca importancia que se le da a la iniciativa, porque el Poder Ejecutivo ha vaciado de contenido a la ley fundamental de los argentinos, pues todas y cada una de las leyes que se sancionan en el Congreso de la Nación tienen virtualidad y pueden comenzar a ejecutarse a partir de la asignación de los recursos que se otorgan en el presupuesto nacional.

Lamentablemente, hoy nos encontramos con que el señor miembro informante del oficialismo nos manifiesta que este es un presupuesto que viene a solucionar los problemas de la gente, y nos habla de las hiperinflaciones y de los helicópteros, pero se olvida de mencionar las épocas del “Rodrigazo”, de los otros helicópteros, del caso Skanska, de los sobres en el toilette del Ministerio de Economía y de aquellos amigos que venían en aviones rentados y pagados por el Estado nacional.

Cuando nosotros vemos todas estas cuestiones y cuando ese mismo presidente de la Comisión de Presupuesto se olvidó de invitar al seno de esa comisión a los principales funcionarios del Poder Ejecutivo nacional a que concurran a explicarnos cómo van a ser invertidos estos recursos que va a tener la República Argentina, cómo se van a utilizar, y cómo a este Ministerio se le incrementarán en más de 8 mil millones de pesos su asignación, no pueden venir a hablarnos y a explicarnos qué es lo que se tiene que hacer.

Nosotros vemos que hay falta de calidad institucional; inclusive nos preocupábamos y pensábamos que con las promesas de campaña de mejoramiento institucional se iban a dar muchas soluciones y se comenzaría a respetar al Congreso de la Nación. Pero hoy nos encontramos con que este Ejecutivo, dentro de un contexto internacional económico sumamente favorable, con los commodities a niveles récord, está teniendo una concentración de poder e inclusive de manejo de las estadísticas oficiales que nos muestran –como decía con razón el señor diputado Snopek‑ que no hay inflación. ¡Por supuesto que si tomamos el índice de Moreno no hay inflación! También nos dicen que los índices de pobreza han disminuido estrepitosamente. Pero todo ello considerando los índices que da a conocer el INDEC.

Nosotros creemos que debemos tratar esto, conversarlo y hacer un análisis claro y correcto, porque como mínimo esta Cámara de Diputados hubiese tenido que contar con la presencia de los principales ejecutores de los recursos que vamos a poner en sus manos, pero nada de esto ocurrió.

Por eso, cuando entramos al análisis del presupuesto para el ejercicio 2008 vemos que al igual que los enviados anteriormente por esta administración, los parámetros tanto macroeconómicos como fiscales y financieros están totalmente desconectados de la realidad.

La política económica y los lineamientos de recursos y gastos no dejan de ser una caricatura.

Nos predicen un amesetamiento y enfriamiento feroz de la economía. Nos dicen que habrá un 4 por ciento de crecimiento del PBI, con una suba de precios del 7,1 por ciento. Esto dista mucho de lo que está ocurriendo en la realidad. No se puede decir tal cosa al Congreso de la Nación ni a la sociedad argentina. Todos sabemos que existirá un crecimiento que superará con holgura esa cifra, que llegará al 8 ó 9 por ciento.

Es conocido que el único objetivo que tienen estos números es mostrar un estancamiento económico en el proyecto de presupuesto para subestimar el crecimiento de los recursos, y en consecuencia el nivel de gastos, lo cual permite asignar esos recursos sin ningún tipo de objeción.

Por otra parte, se exponen resultados fiscales superavitarios, mostrando una sensible mejora respecto de 2007. El resultado primario pasaría del 3 al 3,15 por ciento del PBI en 2008. Sin embargo, en el resultado presentado para 2007 se incluyen fondos extraordinarios transferidos de las AFJP a la ANSES. Sin ellos el resultado primario sería del 2,2 por ciento del PBI.

Este deterioro de las cuentas públicas se evidencia en la desesperación del gobierno por aumentar los impuestos ‑inclusive pudimos apreciarlo hoy‑, sin coparticipar a las provincias, como sucedió con el incremento del impuesto a los combustibles y con las retenciones al agro, todo lo cual producirá un ingreso adicional de 7.900 millones de pesos.

No es sostenible hacernos creer que esto tiene por objeto controlar la inflación pues este gobierno niega por completo su existencia. Sabemos que esta sólo es una medida recaudatoria para seguir financiando el creciente gasto en subsidios de tarifas a los empresarios amigos y obras sin completar, como el caso de Skanska.

Como ejemplo de subestimación y descontrol de gastos en el corriente ejercicio cabe mencionar que se amplió el crédito presupuestario en varias oportunidades a través de decisiones administrativas de la Jefatura de Gabinete de Ministros y de decretos de necesidad y urgencia. Para 2007 se estima recaudar 21.000 millones de pesos más que lo presupuestado, a lo cual se deben adicionar los 7.000 millones de pesos de los traspasos de fondos del sistema de capitalización a la ANSES. Esto arroja en conjunto un excedente de 28.500 millones de pesos, representando un desvío del 25 por ciento respecto del presupuesto original correspondiente a 2007.

En lo referido al gasto se da un aumento por sobre lo presupuestado de 26.000 millones de pesos, destacándose ‑como es obvio‑ el Ministerio de Infraestructura, Vivienda y Servicios Públicos, con 8.354 millones de pesos en concepto de mayores subsidios y ejecuciones de obras, entre las cuales estarían las energéticas. Digo “estarían” porque en rigor sólo están en los números, pues seguramente no están produciendo energía, como todos los argentinos sabemos. No olvidemos que durante este invierno se cortaron el gas y la luz a las industrias en distintas proporciones.

Considerando los proyectos de presupuesto enviados por el Poder Ejecutivo entre 2004 y 2007 surge una subestimación en las erogaciones superior a los 52.700 millones de pesos, estableciéndose un récord en este ejercicio.

Sin embargo, entendemos que en 2008 sucederá esto nuevamente ya que estimamos que los fondos excedentes serán de 37.000 millones de pesos entre lo presupuestado y lo recaudado.

Entonces, vale la pena señalar que existen proyectos especiales de infraestructura del Ministerio de Planificación que serían financiados mediante operaciones de crédito público. Para ello se piden autorizaciones para un endeudamiento de 10.122 millones de pesos. En este sentido, cabe señalar que nos endeudaremos para el tren bala, mientras el Ferrocarril Belgrano –que atraviesa trece provincias de la República Argentina‑ no cuenta con la asignación de ningún recurso.

Si observamos los números que la Nación transfiere a las provincias con las promesas de obra, nuevamente aparece el Programa de Desarrollo Urbano y Vivienda. Quisiera detenerme un momento en este punto. Las dos veces que vino a esta Cámara el señor jefe de Gabinete, cuando le preguntamos acerca del tema vivienda nos respondió que se estaban construyendo y que el Programa Federal de Vivienda era espectacular. Ese programa ahora va a contar con 2.904 millones de pesos adicionales. Si bien el compromiso consistía en que en las etapas 1 y 2 del Programa Federal de Construcción de Viviendas ‑que se inició en junio de 2004‑ se construirían 420 mil viviendas, se firmó la construcción de tan sólo 119.811, es decir, un 28,5 por ciento, con lo cual todavía resta un 71,5 por ciento de viviendas a ser comprometidas por parte del Estado nacional. Repito: comprometidas para su construcción, ya que sólo se terminaron 42.011 viviendas. Por lo tanto, existe un alto nivel de ineficiencia por parte del Estado para ejecutar el programa.

Por eso digo que hubiese sido halagador e importante la concurrencia a este recinto de funcionarios del Ministerio de Infraestructura y Vivienda para explicar estas situaciones.

Cuando nos preguntamos si este programa será equitativo, la respuesta es no. Por ejemplo, a la provincia de Santa Cruz se le asignaron más viviendas que su déficit habitacional: mientras su déficit habitacional es de 10.068 casas, el programa le asignó 11.000. O sea que el programa cubriría el 109 por ciento del déficit. En el otro extremo se ubican las provincias de Chaco, Misiones, Tucumán y Buenos Aires, a las que el programa soluciona entre el 10 y el 14 por ciento del problema.

Por lo tanto, es absurdo pedir fondos para este programa, que sólo se queda en anuncios y cortes de cinta en épocas electorales y que registra semejante ineficiencia e inequidad.

Por eso digo que hubiese sido importante que vinieran estos funcionarios a explicarnos qué fue lo que pasó sobre esta cuestión, porque a lo mejor tienen una explicación razonable.

Por otro lado, cuando tenemos en cuenta las rutas financiadas por Vialidad, nuevamente pareciera que se está por asfaltar toda la provincia de Santa Cruz. De un presupuesto de 3.027 millones de pesos, la provincia del presidente se lleva más que la de Buenos Aires. En efecto, Santa Cruz –o la nueva Anillaco, si quieren llamarla- contará con 273 millones de pesos y Buenos Aires con 263 millones de pesos.

Otro tema que nos llama la atención es producto de la improvisación con la que hacen las cosas: la distribución del fondo de incentivo docente.

Es muy importante que en esta sesión se encuentre, aunque no presidiendo, nuestro presidente, a quien le deseamos todo el éxito a través del rol de vicegobernador que ejercerá en la provincia de Buenos Aires. El proyecto de presupuesto para el año 2008 contempla una partida cercana a los 1.800 millones de pesos, monto que estaría reflejando una fuerte caída respecto del presupuesto vigente de 2007, ya que este es de 2.374 millones.

Dicho en otras palabras, entre 2007 y 2008, el Ministerio de Educación destinará 516 millones de pesos menos, siendo la principal provincia afectada la de Buenos Aires, con un recorte de 646 millones de pesos.

Entiendo que la presidenta electa y senadora de la provincia de Buenos Aires tratará de enderezar esta situación y solucionar el problema de la educación.

Como señalaba, Buenos Aires tendrá un recorte de 646 millones de pesos, ya que pasaría de recibir 1.063 a 416 millones 800 mil pesos. Cada facultad otorgada excepcionalmente del Poder Legislativo al Poder Ejecutivo, no sólo nunca vuelve, sino que se va incrementando permanentemente.

Nosotros creemos que es necesario recuperar las facultades de este Congreso y también transparentar las cosas, porque este presupuesto con las subestimaciones no aporta transparencia, no es más democrático, no expresa una nueva forma de ejercicio de la política.

Este camino fomenta la discrecionalidad y crea un peligro de arbitrariedad, es oscuro y menos participativo. Cuando discutíamos la prórroga del impuesto a los créditos y débitos bancarios decía cómo es posible que el Estado nacional se quede prácticamente con el 75 por ciento de los recursos en materia de recaudación tributaria y de la seguridad social.

También decía cómo es posible que las provincias no tengan los recursos que por ley y por la Constitución le corresponden. Nosotros vemos que esas mismas provincias hoy están clamando y pidiéndole al Estado que les refinancien las deudas.

No hay que olvidar que este Estado nacional en el caso del impuesto comúnmente llamado del cheque, con los 6.000 millones de pesos que aproximadamente se les financia a las provincias, estas no tendrían inconvenientes ni tendrían que estar solicitando perdón y mucho menos pedir al Estado nacional que atienda sus necesidades.

Nosotros creemos que la gobernabilidad no es un bien de lujo sino que es un bien público, que es necesario cultivar en todos los estados del desarrollo. Por eso venimos advirtiendo desde la Unión Cívica Radical que es necesario reforzar y fortalecer las instituciones.

Debemos comenzar por este Parlamento reforzando las instituciones y recuperando los poderes, las facultades y los derechos que tiene el Congreso Nacional. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Vaca Narvaja).- Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.

Sr. Galvalisi Señora presidenta: en verdad iba a empezar de otra manera, pero escuché al señor diputado Snopek, y al revisar de nuevo los papeles creo que ha sacado la información del Ministerio de Economía de Kamchatka, del Banco Central de Kamchatka y de la Secretaría de Hacienda de Kamchatka. Pensé que las cifras no podían ser tan distintas y que la diferencia no radicaba en si alguien miraba hacia el este o hacia el oeste para apreciar la amplitud de la República Argentina; en realidad creo que el diputado Snopek es el “hombre mirando hacia el sudeste”.

Por lo tanto, decidí revisar nuevamente mis papeles y, luego de escuchar a los diputados preopinantes, corroboré que estaba más o menos en el camino correcto. Aclaro que nuestra intención no es meter palos en la rueda ni generar discusiones para oponernos por el mero hecho de oponerse. Simplemente buscamos darle al presupuesto nacional el sentido que se merece, o sea, el de una herramienta para la toma de decisiones.

Alguien dijo alguna vez: “La nivelación del presupuesto de gastos y cálculo de recursos es la condición primera del saneamiento de las finanzas de cualquier nación. Concepto trivial por lo conocido, parece sin embargo ausente del espíritu de los gobernantes improvisores.” Esto lo expresó Lisandro de la Torre allá por 1931.

Ya hemos demostrado que en materia tributaria improvisamos: debemos seguir prorrogando los impuestos para que el Estado no quede inmovilizado, modificamos artículos, derogamos otros, aplicamos parches y no resolvemos nada.

Algunos hablan de la relevancia que tiene el presupuesto nacional, pero luego de un breve análisis llegamos a la conclusión de que ese es un comentario absurdo. Digo esto porque existen setenta normas mediante las cuales se trasvasaron fondos del presupuesto nacional y tenemos treinta artículos de la futura ley de presupuesto que violan la ley de administración financiera.

Lo cierto es que los números no dan, sobre todo en materia de endeudamiento. Por ejemplo, en 2004 se endeudó al país en 40.897 millones; en 2005, en 48.208 millones; en 2006, en 55.059 millones; en 2007, en 61.085 millones y en 2008 se lo endeudará en 71.051 millones, lo cual representa el 55,75 del gasto total previsto en el presupuesto.

Pero hay algo peor. En 2004 los intereses de la deuda ascendieron a 6.659 millones; en 2005, a 9.547 millones; en 2006, a 10.385 millones; en 2007, a 13.874 millones, aunque según la información de la Secretaría de Finanzas pagamos 16.792 millones, y para 2008 se prevé pagar en concepto de intereses 19.209 millones.

Por lo tanto, el diputado Snopek se equivocó, porque los 6.000 millones de dólares son intereses puros; a este importe habría que sumarle 9.702 millones en concepto de capital que vencen en 2008, más 22.000 millones por atrasos que deberemos normalizar en los pagos. Tampoco es una casualidad que si a ese importe lo multiplicamos por 3 nos va a dar los 71.000 millones de pesos que necesitamos de financiamiento para cancelar 66.839 millones de nuevo endeudamiento.

Todos estos datos surgen del propio presupuesto nacional y de la información de la Secretaría de Finanzas de la Nación, a la cual le creo, porque son datos fidedignos.

En lo que respecta al aumento del gasto quisiéramos saber algunas otras cosas. Así, por ejemplo, en 2004 se le otorgó a empresas privadas 140 millones de pesos; en 2005, 1.198 millones de pesos; en 2006, 1.322 millones; en 2007, 2.386 millones y para el 2008 se prevé la módica suma de 10.700 millones de pesos. Queremos saber a dónde va esta plata, porque hay una parte que se destina a subsidios, otra a inversión y otra a financiar gastos corrientes, que en su gran mayoría deben ser sueldos. Esta información también ha sido brindada por el Ministerio de Economía.

Cuando el señor diputado Snopek se preocupaba por lo macroeconómico, me acordaba de un licenciado en economía y sociólogo noruego, de la Universidad, John Hopkins, quien hace veinte años en la Universidad Nacional de Córdoba decía que en el ámbito económico, la falta de transparencia y responsabilidad en el sector público suele contribuir a la desestabilización macroeconómica, a distorsionar la asignación de los recursos y a las desigualdades económicas. Esto es lo que venimos a advertir. No decimos “no” sin motivos, sino que observamos lo que está sucediendo con cada uno de los sistemas que tenemos.

Otro de los casos que se mencionó es el de los fondos fiduciarios. No existe un solo estado de origen y aplicación de fondos para saber en qué situación se encuentra cada uno de ellos, y les damos casi 8 mil millones de pesos.

Cuando hablamos de responsabilidad y cumplimiento de las normas quiero recordar la famosa ley 25.152, sobre el fondo anticíclico, que en el artículo 9° dice que se va a formar con los superávit financieros que se generen en cada ejercicio fiscal.

Me pregunto por qué siempre aparece un artículo –este año es el 26‑ por el que se suspende el fondo anticíclico. El mundo también lo crea para contemplar cualquier corrida bancaria, pero nosotros, que estamos en una situación espectacular de crecimiento, lo abandonamos. Se violenta la ley que crea el fondo anticíclico, lo que es absurdo.

Pero luego pensé que quizás sea mal pensado y que a veces discutimos en la comisión con el señor diputado Snopek. Por ello comencé a hacer un control de gestión. Comparé las mismas partidas y programas entre 2007 y 2008. Tomé los casos que analizo siempre: por ejemplo, atención primaria de la salud, que nadie podría discutir.

Es un programa muy chico. En 2007 había 44 millones 500 mil pesos, que es poco. Iba a asistir a 820 mil pacientes, existiendo 4.200 profesionales contratados, que calculo que serán médicos. Al tomar el total y dividirlo por 820 mil obtengo 54 pesos por año y por paciente, atendiendo cada médico a 195 personas por año.

En 2008, los beneficiarios aumentaron a 1.247.200, pero el presupuesto ahora se reduce a 37.089.672, contemplando 1.314 médicos. ¿Cuál es la razón de este cambio? Esto es lo que se debe analizar de un presupuesto: la gestión. Ahora lo médicos tendrán que atender a 949 pacientes en vez de a 195, siendo el mismo programa en un año que en el otro.

Después seguí indagando y encontré el programa integral Cuenca Matanza-Riachuelo, programa 33, Jefatura de Gabinete. Tiene a su cargo impulsar políticas activas destinadas a la precaución, prevención, saneamiento y recomposición de la Cuenca Matanza-Riachuelo.

En 2007 tenías 136 millones de pesos, y en 2008 sólo 83 millones de pesos, con los mismos programas y metas.

Peor es el programa 17 de la Secretaría de Energía, que en 2007 a la Cuenca Matanza-Riachuelo le asignó 17 millones, y este año, nada. Las razones no se conocen, pero en algún momento las sabremos.

Después me aboqué a profundizar un tema que se viene discutiendo en la Capital y que sí me incumbe, porque soy porteño: el de la Policía Federal.

Por ejemplo, en las metas de la jurisdicción 30 se dice que hay que disponer las acciones oportunas convenientes relacionadas con la seguridad pública atendiendo a las políticas fijadas por el gobierno nacional y a los acuerdos o convenios celebrados entre el Estado nacional y la Ciudad de Buenos Aires.

Ahora bien, el presupuesto nacional se refiere a la administración nacional. El presupuesto que tiene el Ministerio del Interior en la jurisdicción 30.03 es de 1.949.255.209 pesos. Entonces, cuando escucho a funcionarios del Poder Ejecutivo decir que tenemos que discutir con las provincias las partidas para hacer el traspaso de la policía a la Ciudad de Buenos Aires, algo pasa. Si está en el presupuesto nacional, es neto de la coparticipación. Es el dinero que tiene el Estado nacional para la Policía Federal.

Según el presupuesto la Policía Federal tiene aproximadamente un total de 41.622 agentes. La Ciudad de Buenos Aires –incluidos bomberos, policía montada, agentes de tránsito y agentes comunes‑, cuenta con 19.200 personas. Es decir que un 47 por ciento de este presupuesto debe destinarse a la Ciudad de Buenos Aires, sin intervención de las provincias, porque no tocamos fondos de ellas; eso lo dejamos en claro. Eso es algo que está en el presupuesto nacional y espero que los funcionarios lo vean.

En mérito a la brevedad quiero recalcar algo que sí me preocupa mucho. Hay que comenzar a eliminar los famosos gastos figurativos. En 2004 los gastos figurativos eran de 11.670 millones. Hoy, en 2008, son de 30.248 millones de pesos.

Si quiero armar un presupuesto en serio hago asignaciones a cada programa y a cada jurisdicción, con las metas que les corresponden y presupuestos previos hechos por cada una de esas jurisdicciones. No se deben asignar recursos a una repartición para que los gaste otra. Todo hace a la transparencia presupuestaria.

Tener hoy un 20 por ciento del presupuesto en cuentas como gastos figurativos es realmente bochornoso para la transparencia y para la realidad que está viviendo la República Argentina.

En último término, quisiera preguntar –porque es muy importante‑ cómo se va a financiar el Estado argentino. Estábamos hablando de cifras tales como 71 mil millones, y realmente no sé de dónde van a salir. El diputado Snopek tiene razón cuando dice que hay 43 mil millones de dólares de reserva.

Esta hoja que tengo aquí se obtuvo con fecha 7 de noviembre del corriente año en el Banco Central de la República Argentina; es el balance de esa institución. En realidad hay 70.765 millones de dólares de activos; pero el activo es una parte del balance. A su vez tiene 61.132 millones de pasivo. De esa forma, las reservas de libres disponibilidad que tiene la Argentina son de 9.174 millones. Y esta es información oficial; esta es la realidad de la Argentina.

Lo que tenemos que hacer es trabajar con la realidad de los datos que nos dan los funcionarios y ser lo suficientemente responsables para que cuando vengan las crisis, las épocas de vacas flacas –como en algún momento el mundo vivió y la Argentina va a vivir‑, estemos preparados para afrontarlas, con trabajo, con humildad y ayudándonos sin meter palos en la rueda.

Lo que nosotros hacemos es advertir que hay cosas que no nos cierran y que debemos trabajar en conjunto en lugar de enterarnos de la noche a la mañana que hay treinta artículos más dentro del presupuesto, que además modifican asignaciones específicas y tributos, lo que está prohibido por la ley que establece cómo se debe armar el presupuesto.

Eso es lo que debemos aprender si queremos comenzar a tener un presupuesto nacional en serio. De lo contrario directamente digamos que no tenemos más presupuesto, redactemos un artículo de ingresos y otro de gastos y que hagan lo que quieran. Los funcionarios deberán hacerse responsables de rendir cuentas al final de cada una de las gestiones.

Por eso esperamos que en 2009, con el nuevo gobierno, podamos ir mejorando este instrumento que es tan valioso, y que hemos perdido hace años. Como ha dicho el señor diputado Snopek, recién ahora este presupuesto está organizándose, pero no se están rindiendo las cuentas como corresponde en materia de gestión y control de la gestión. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Vaca Narvaja).- Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.

Sr. Lozano.- Señora presidenta: en este momento hay treinta y ocho diputados en el recinto. La verdad es que es un pobre contexto para una futura ley que se supone tan importante. Probablemente los 219 diputados ausentes tengan más razón que nosotros, porque la verdad es que estamos dando forma y escenario a una verdadera caricatura de lo que debe ser un debate presupuestario.

En primer lugar, debatir el presupuesto supone algún tipo de análisis de las cuentas públicas de hoy, es decir, del año en que estamos. También supone contar con información sustantiva de lo que se pretende hacer desde el Poder Ejecutivo para el próximo ejercicio. Además implica poder intercambiar criterios sobre las políticas que se piensan aplicar en las diferentes áreas, lo que supone que los responsables nos digan algo de lo que quieren hacer. Es en este marco donde uno puede arribar a algún tipo de resultado que dé lugar a un instrumento de política pública, que es lo que debiera significar el presupuesto.

La verdad es que nada de eso es lo que estamos haciendo. Hay cuestiones en las que no pudimos debatir ni sacarnos dudas. Comenzamos con el licenciado Rigo en la Comisión de Presupuesto y Hacienda. El funcionario puso toda su buena voluntad, pero la verdad es que no tenía respuestas políticas, porque no era el que decidía. Como tampoco deciden los que vienen a discutir, no podemos conocer la situación en la que realmente nos encontramos. Hablo de “nos encontramos”, porque me refiero a 2007, donde el desfase de recursos también existió.

El Estado argentino recaudó 33.242 millones de pesos adicionales a los que se presupuestaron, de los cuales la administración nacional manejó 20.983 millones. Es bueno advertir que estamos hablando del 20 por ciento del total del presupuesto. Esto es lo que manejó de más la administración nacional.

Pese a la mayor recaudación y al hecho de que se había previsto un superávit primario del orden de los 21.789 millones, luego del pago de la deuda pública en realidad el año 2007 -conforme a nuestros números- finaliza con un déficit de aproximadamente 3.000 millones de pesos.

Ese déficit no se aprecia, porque las cuentas públicas están maquilladas por la presentación como recursos genuinos de los 8.000 millones de pesos que vinieron como traspaso de las administradoras de jubilaciones y pensiones al sistema público previsional.

Podrá sostenerse lo que en su momento manifestó el licenciado Rigo: “Jamás se ha tocado un peso de este fondo”. Sin embargo, todos sabemos que no se contestó cuál era el stock de letras que el Tesoro posee, cuya acreedora es la ANSeS. Ese punto nos demuestra que la administración nacional, después de pagar deuda pública, está en déficit financiero y no en superávit financiero. Por eso le preguntamos por qué razón en este presupuesto estamos modificando lo que habíamos hecho en el presupuesto 2007, que era conformar un fondo para la movilidad. En este presupuesto para 2008 ese fondo para la movilidad fue reemplazado por algo que se denomina fondo de garantía de sustentabilidad del régimen previsional. Lógicamente, el licenciado Rigo no pudo contestar porque él no es el responsable político y en realidad no sabe por qué razón se lo cambió.

Cuando uno se fija en el documento elaborado por la Secretaría de Financiamiento de la Nación cuáles son los principios que rigen este nuevo fondo se encuentra –en el punto 2 A- con que casualmente este fondo sirve para hacer operaciones de crédito público de las que resulte deudora la Nación, ya sean títulos públicos, letras del Tesoro o préstamos, hasta el 65 por ciento del total del activo del fondo. Es más: este porcentaje podrá llegar hasta el ciento por ciento siempre y cuando la administración nacional –la ANSeS‑ presente un superávit previsional proyectado.

De modo que lo que nos está diciendo con toda claridad es que el fondo que se constituye con los recursos vinculados al sistema previsional opera como fondeo para las necesidades del Tesoro nacional. Lo dice el propio señor Chodos, que es el secretario de Financiamiento de la Nación.

La verdad es que habría que agregar que se habla de un superávit de la ANSeS que es falso, porque en realidad se funda en no pagar la movilidad de los haberes. Si se pagara esta última, no habría superávit previsional de la ANSeS. Por lo tanto, lo que estoy queriendo destacar cuando hablo del punto de partida es que en realidad el punto de partida a partir del cual discutimos es falso. Repito: no hay superávit financiero sino que hay déficit financiero. Además, se cubre con recursos de la seguridad social, a través de un mecanismo que ahora viene a blanquear o legalizar lo que es este fondo de garantía de sustentabilidad previsional, y en realidad este fondo opera –como dije- como fondeo barato para las necesidades del Tesoro nacional.

El segundo aspecto de esta caricatura tiene que ver con que no contamos con información sustantiva con respecto al año 2008. Ya todos los diputados preopinantes han hablado de la subestimación de las metas y han hecho planteos acerca de los supuestos macroeconómicos. No me voy a extender demasiado en esto, pero sí quiero que quede en claro lo siguiente. Es bueno que quede claro entre nosotros que no estamos hablando del famoso argumento de la prudencia fiscal. Estamos hablando de supuestos ridículos. Estamos hablando de una información que nos dice que a partir del segundo trimestre del año 2008 va a haber recesión en caída y una perspectiva descendente en la Argentina.

Entonces, no estamos discutiendo prudencia sino que estamos discutiendo un disparate. ¿Qué sentido tiene que a las 11 y 20 de la noche estemos discutiendo este disparate? Del mismo modo, es un disparate discutir una tasa de inflación del 7,7 por ciento cuando sabemos que es del doble. Lo único que justifica esto es el tema de siempre, que es la subestimación de los recursos, pero que ahora ya no sólo involucra a los 15 mil millones de pesos menos que están pautados en el presupuesto sino que además en estas semanas se han tomado medidas que hablan de retenciones al agro y a los hidrocarburos, lo que supone llegar a casi 25 mil millones de pesos que no están incorporados en este presupuesto y que no vamos a poder discutir a dónde van.

¿Qué sentido tiene estar discutiendo a las 11 y 20 de la noche cuando no podemos debatir democráticamente qué destino tiene semejante masa de recursos, que aparte es la masa de recursos disponible para hacer política económica? En realidad, se está repitiendo efectivamente lo ocurrido durante el año 2007, en el que las modificaciones llegaron a 31.389 millones de pesos; se modificó el 30 por ciento del presupuesto original. Y para este año ya consta, para cualquiera que tenga algún modo de llegar a él, que el propio Ministerio de Economía ya tiene incrementos de gastos por 12.300 millones de pesos para la puesta en funcionamiento a partir de enero de 2008, porque la pauta de gastos que nosotros tenemos acá no tiene nada que ver con la realidad. Lo cierto es que el problema no es que el gasto tal cual está es real por habitante inferior al del año pasado; el tema es que este gasto no es el que se va a gastar. Por lo tanto, tampoco tiene sentido saber por qué a las 11 y 20 de la noche estamos discutiendo algo que en realidad no es.

Entonces, el punto de partida es falso; los supuestos sobre los que se construye el presupuesto son falsos; los recursos no son los que dicen; los gastos tampoco lo son. La verdad es que no sé qué estamos debatiendo. Francamente tienen razón los 227 señores diputados ausentes en este momento del recinto, porque no tiene sentido esta discusión.

Tampoco hubo explicación sobre este cambio de un fondo de movilidad a otro. Frente a lo que fue el planteo de la Corte, este Parlamento –a pesar de que existen múltiples proyectos sobre el tema de la movilidad‑ decidió no debatir el tema y asignar recursos por presupuesto. No se entiende –como bien dijo el señor diputado Pérez‑ por qué el Poder Ejecutivo mandará un proyecto de movilidad.

Insisto: no es cierto que exista superávit en la ANSES, este superávit se da porque se está reprimiendo el pago de la movilidad de los haberes; de lo contrario, no habría superávit en la ANSES. La primera responsabilidad que tiene la ANSES es pagar a los jubilados. Es más, este tema es importante porque cuando uno hace un corte de más largo plazo en lo que respecta a la situación previsional, se encuentra con un aspecto muy peculiar. Si tomamos, por ejemplo, el año 1998, advertimos que 2.251.419 personas estaban afiliadas al sistema previsional; es decir que eran jubilados.

Como resultado del proceso de la moratoria previsional y la incorporación de más gente al sistema –lo que está muy bien, porque hay que incorporarlos ya que tienen derecho a poseer una cobertura previsional‑ estamos en el orden de los 4.617.000 personas. Está bien si al mismo tiempo que incremento la cantidad de gente que depende del sistema para cobrar su jubilación incremento en sintonía los recursos del sistema; pero mientras que el total de jubilados creció en un 105 por ciento, los recursos aumentaron en apenas un 14 por ciento. Esto da como resultado que la jubilación promedio mensual que paga el sistema previsional argentino es hoy un 44 por ciento inferior a valores reales que lo que pagaba en el año 1998. Esto significa que se invierte un 44 por ciento menos por jubilado que lo que se invertía en el año 1998.

Otra nota de color que podemos mencionar es lo que pasó con las retenciones. Además de que no las discutimos, no las incorporamos al presupuesto ni siquiera a pesar de que es público y notorio que se han establecido, hay otro elemento adicional: el Poder Ejecutivo planteó el tema de las retenciones hace un mes y medio sin cerrar el registro de exportadores. Eso determina que una vez definido el incremento de las retenciones sobre 18 millones de toneladas declaradas de soja, hay 14 millones de embarques declarados que no tienen precio porque no han sido comprados. Esto significa que estos 14 millones van a ser comprados en el mercado interno al precio que establezca la nueva retención para que las cerealeras como Bunge, Dreyfus y Cargill vendan con la retención anterior, haciendo una diferencia que oscila entre los 400 y 500 millones de dólares. Ese es el precio que se paga para que las cerealeras no resistan las retenciones, para que las puedan trasladar al productor, y lejos de mí está hacer cualquier tipo de interpretación en desacuerdo con las retenciones. Estoy de acuerdo con ellas porque es un precio, una renta extraordinaria que surge sin ningún esfuerzo del productor, porque es por aumento de precios, pero no es lógico que esto se le caiga al productor y deje afuera a las transnacionales cerealeras. Esto significa descargar el peso de la retención sobre el eslabón más débil.

Ahora bien, ¿por qué tiene importancia discutir esto? Porque es una barbaridad que estemos consumando esta suerte de caricatura presupuestaria donde no tenemos información sustantiva sobre el año próximo, donde no nos informan qué pasa con el sistema previsional, donde tenemos irregularidades manifiestas como las retenciones o donde además, por ejemplo, los artículos 52 a 56 dejan abierta la puerta para volver a negociar con los hold-outs, es decir, con los tenedores de deuda que quedaron fuera del canje. Esto debió haber dado lugar a que el futuro ministro de Economía se confundiera al declarar que sí iban a hacer una negociación y después se rectificara, porque abren la puerta y después ven si políticamente cuadra o no cuadra, pero lo cierto es que este presupuesto pasa por encima de la ley cerrojo, habilitando la negociación sobre los que quedaron fuera del canje anterior.

En realidad, la razón por la cual tiene sentido privilegiar el debate presupuestario es que el Estado constituye una herramienta importante para diseñar qué tipo de modelo de crecimiento y de sociedad en todo caso terminamos teniendo.

¿Cuáles son los rasgos de este crecimiento que efectivamente tiene la Argentina hace ya unos cuantos años? Si uno toma el período 2003-2007 puede observar, siguiendo la Encuesta Permanente de Hogares, que sobre los nuevos ingresos generados el 30 por ciento de la población más rica se quedó con el 62,5 por ciento de los ingresos nuevos que se generaron en estos cuatro años. No estoy diciendo que no se creció sino que de lo que se creció, el 30 por ciento más rico se llevó el 62,5 por ciento de esos nuevos ingresos; que el 70 por ciento restante se tuvo que arreglar con el 37,5 por ciento de esos nuevos ingresos y que el 40 por ciento más pobre solamente vio el 12,8 por ciento de dichos ingresos.

Esto no quiere decir que no haya habido crecimiento o mejora: la hubo, pero fue absolutamente desigual, y esta es una de las razones por las cuales tendría sentido que este presupuesto se preocupara por diseñar herramientas de intervención que permitan paliar esta situación. Además está pasando algo que, fruto de las tropelías de Moreno, ni siquiera fue demasiado público, que es el hecho objetivo de que en este primer semestre del año 2007 a pesar de que la economía creció el efecto del crecimiento vía aumento de precios no llegó y por lo tanto la pobreza se mantuvo estable y la indigencia aumentó.

Estamos entrando en una etapa ya más compleja donde el punto de inflexión es que a pesar de que la economía mantiene su tasa de crecimiento la pobreza no afloja, lo cual hace mucho más necesaria la intervención estatal para replantear la situación. Y del mismo modo que lo digo para esto, del otro lado tenemos una fuerte concentración económica.

Hay una comparación que se puede hacer entre el hoy y 1997, tomando la cúpula empresaria de las doscientas firmas más importantes. En 1997 sus ventas representaban el 32 por ciento del total del producto; hoy representan el 52 por ciento. Esto se llama concentración, que viene acompañada de descentralización de capital porque crece el papel de los grupos empresarios y de extranjerización y prácticamente el 75 por ciento de las ventas están en manos de empresas extranjeras.

Por lo tanto, la contrapartida de este proceso de desigualdad, de desequilibrio regional, es un fuerte proceso de concentración que permite que muy pocas empresas en muy pocos sectores realicen ganancias extraordinarias a expensas del resto de la sociedad y de las empresas, lo que se refleja en desigualdad y bajas tasas de inversión para el sostenimiento de la tasa de crecimiento que la Argentina necesita.

Por eso hubiera sido deseable que con motivo de este presupuesto se pudiera discutir la reforma impositiva, la reforma previsional a fondo y replantear las políticas sociales y los fondos productivos, todo un conjunto de cuestiones imprescindibles para comprender que a pesar de que crecemos los rasgos del crecimiento son la concentración y la desigualdad, cosa que un Estado que se precie de tal en una sociedad que quiere ser democrática tiene que modificar. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Vaca Narvaja).- Tiene la palabra el señor diputado por San Luis.

Sr. Lusquiños.- Señora presidenta: en virtud de lo avanzado de la hora trataré de ser breve y no repetir conceptos que muy bien explicaron algunos diputados preopinantes, como coparticipación federal, falta de transparencia, fondos fiduciarios, incremento de la pobreza y la indigencia, etcétera. Me focalizaré en tres aspectos.

En primer término cabe señalar que este es un presupuesto virtual que estamos analizando en una sesión virtual en la que están presentes treinta diputados. Estamos convirtiendo todo esto en una gigantesca virtualidad, pues lo peor de todo este trámite burocrático es que el jefe de Gabinete de Ministros tiene superpoderes como para modificar todo lo que quiera.

Esto de analizar un presupuesto virtual no está bien. La modificación de la ley 24.156, de administración financiera, es algo que calificaría de aberrante ‑aunque suene duro el término‑ y que no enaltece al Poder Ejecutivo, que posee esta facultad, ni al funcionario que la ejerce. Creo que es hora de que esto se revise, fundamentalmente a partir de la asunción del nuevo gobierno el próximo 10 de diciembre.

El segundo tema que debemos analizar, y que también se plasma en este neo presupuesto, es el de la deuda pública. La forma más fácil de entender esto es por medio de una cuenta de almacenero muy simple. En el año 2003 la República Argentina tenía 152 mil millones de deuda pública, hubo una quita del 75 por ciento ‑no recuerdo bien la cifra pero eran aproximadamente 67 mil millones de dólares‑ y a lo largo de los últimos cuatro años se pagaron aproximadamente 14 o 15 mil millones de dólares. Esto arroja una cifra de 81 mil millones de dólares, que restada a los 152 mil millones de la misma moneda, da una deuda a pagar de 71 mil millones de dólares.

Ese es el resultado de la cuenta de almacenero. Sin embargo, surge un problema que hay que analizar con crudeza. La República Argentina no debe 81 sino 165 mil millones de dólares, es decir, 13 mil millones de dólares más que cuatro años atrás, después de haber pagado 15 mil millones de dólares y de haber tenido una quita del 75 por ciento.

Hay un problema matemático que no se logra entender. El pueblo argentino merece que esta situación sea explicada, pues con seguridad habrá alguna explicación.

El tercer punto al que deseo referirme es el artículo 11 de este proyecto de ley de presupuesto, que obviamente está muy bien. Esta norma concede una autorización al Poder Ejecutivo para contratar bienes u obras en una especie de cronograma plurianual. Estamos hablando de obras y bienes a contratar en 2008, 2009, 2010 y demás.

En realidad este artículo, que reitero está muy bien y es obvio que debe figurar en el presupuesto, nos remite a una planilla anexa que es instructivo leer pues aparecen cosas muy curiosas. Por ejemplo, incluye la reparación integral de la terraza del Palacio de Justicia, en la cual se va a invertir la friolera de 100 mil pesos en el año 2008 y 49 mil pesos en 2009. En realidad, esto lo debe haber hecho un burócrata que lee Patoruzito mientras trabaja en la oficina, o alguien que no sabe lo que está haciendo. Más que curioso, esto causa gracia.

Por su parte, la adecuación de los ascensores del Palacio de Justicia implica una inversión extraordinaria de 58 mil pesos en el año 2008 y 29 mil pesos en 2009. Esto verdaderamente se llama planificación. Asimismo, para las mejoras del Museo de la Casa Histórica se destinan 50 mil pesos en 2008 y 80 mil en 2009.

Pero hay también otras curiosidades. Por ejemplo, se planifica construir el complejo penitenciario federal de los condenados en Agote Mercedes, provincia de Buenos Aires. Para el año 2008 se prevé invertir 780 mil pesos, lo que equivale al 0,3 por ciento de la obra; en 2009 se prevé invertir 55 millones, igual cifra en el año 2010, y en el resto 150 millones. ¿De qué planificación están hablando? Supongo que desde el año 2010 en adelante, porque hasta ese año se hace muy poco.

Voy a referirme a otra curiosidad que tiene que ver con la ruta número 50 de Orán, provincia de Salta. Su costo es de 100 millones de pesos, que se distribuyen de la siguiente manera: 1.389.000 pesos en el año 2008; 2.078.000 en 2009, 5.000.000 en 2010 y 92.000.000 en el resto. Esto se llama dibujo. Pero más dibujo es cuando a renglón seguido vemos que para la ruta número 86, en su tramo Tartagal-Tonono, provincia de Salta, se asigna 1.389.000 pesos en el año 208; 2.078.000 en 2009; 5.125.000 en 2010 y 92.000.000 en el resto, es decir, calcado de lo anterior. ¡Qué curiosidad!

Pero hay también otras cosas. Por ejemplo, para la ruta Unión, ex ruta provincial 319, se invierten 11 millones de pesos entre los años 2008 y 2010, mientras que en el resto –que vaya a saber cuál es- se invierten 300 millones de pesos. No se entiende esta planificación, porque es evidente que aquí no se sigue un criterio. ¿Cuál es el criterio de hacer un cronograma de obras de semejante naturaleza en un esquema inflacionario, que además de por sí está generando mayores costos y atrasos, así como también un esquema extraordinario para que la patria contratista nade como pez en el agua? Este esquema ni siquiera se entiende desde el punto de vista económico de pérdida o ganancia.

Por otra parte, hay obras que son aún más llamativas, de las cuales es bueno que se hable. Por ejemplo, hay una que se denomina “Soterramiento de Corredor Ferroviario Caballito-Liniers, Etapa I”. Señalo que dice Etapa I porque se supone que habrá una segunda etapa. La obra está presupuestada en 11 mil millones de pesos, de los cuales el 0,4 por ciento se invierte en el año 2008; el 0,9 por ciento, en el 2009; el 3 por ciento en 2010 y 10.050 millones en el resto. ¿Qué es esto?

Yo pertenezco a un movimiento político al cual en el año 2003 se acusó de realismo mágico, una forma de decir que somos un poco locos de forma simpática.

Entre nuestras propuestas tenemos un tren de alta velocidad, idea que fue acordada en el presupuesto del actual gobierno, y está efectivamente en el presupuesto del año 2008.

Dice concretamente: “Construcción del corredor ferroviario Buenos Aires- Rosario- Córdoba, tren de alta velocidad” con un costo de 11.627 millones de pesos.

Obsérvese el cronograma de obras: el 0,5 se invierte en el 2008, equivaliendo a 60 millones de pesos. No se sabe qué van a pagar. El 4 por ciento se invierte en el 2009, el 8 por ciento en el 2010, o sea que en los próximos tres años se invertirá el 12 por ciento de la obra total. 10.200 millones de pesos se invertirán en el resto. ¿Qué es el resto? No se sabe. Capaz que apuntan a otra reelección.

Así podemos hablar de la ruta de Uspallata- Calingasta, límite Mendoza con sección barrial, etcétera. Puede observarse que prácticamente salvo San Luis que no figura en nada, todas las rutas y las obras previstas están aproximadamente en el mismo esquema de planificación y cronograma de inversión.

Esto me lleva a tomar una conclusión: o es un gran dibujo, igual que el resto del presupuesto, o los burócratas que hicieron esto no entienden nada de nada y es casi una falta de respeto.

Es hora de que nos sentemos en el Ministerio de Planificación los representantes de todas las provincias a hacer realmente un plan federal de inversiones con los dineros que estén a disposición. Nadie puede pedir lo que no existe, pero debe ser una cosa seria, porque esto no tiene la más mínima seriedad.

En un momento dado utilicé la palabra discriminación. Por supuesto, tratándose de San Luis tengo que hablar de discriminación. La única obra para la provincia en el presupuesto nacional figura desde el año 2003 puntualmente; por supuesto nunca se ha cumplido. Se trata de la ruta 7, en la que la provincia de San Luis hizo una inversión para la autopista de 212 kilómetros de largo.

La Nación Argentina se comprometió a asfaltar la parte de la ex ruta que le correspondía. La inversión se cuantifica en este presupuesto en 100 millones de pesos, redonditos, igual que todas las obras. Pero curiosamente en el 2008 solamente se invertirá un millón de pesos.

Si en Mendoza el kilómetro de asfalto cuesta 3 millones quiere decir que van a hacer 300 metros de autopista. Esto es una risa. En el 2009 se invertirá un poco más, un millón y medio de pesos, que alcanzarán para otros 400 metros, y con la inversión del 2010 se completará el primer kilómetro de inversión nacional en la provincia de San Luis.

Eso sí, en el resto deja preestablecidos 93 millones 550 mil pesos de inversión. Creo que esta planilla le resta muchísima seriedad a una verdadera planificación, que seguramente debe existir, pero esta planilla no refleja.

Por lo tanto, como es costumbre para los diputados de San Luis hacemos nuevamente hincapié en que nos sentimos discriminados en el presupuesto del 2008, en el cual no tenemos ni viviendas, ni rutas ni ningún tipo de obras que reconozca que mi provincia pertenece a este país.

Creo que el presupuesto es una foto de lo que el gobierno pretende hacer de su plan. Nosotros tenemos el deber de respetar lo que el gobierno planea, desea o desearía hacer, y también tenemos el derecho de discrepar en aquellas cosas con las que no estamos de acuerdo en este presupuesto.

Sra. Presidenta (Vaca Narvaja).- Antes de pasar a cuarto intermedio hasta mañana a las 10, voy a leer cómo proseguirá la lista de oradores.

Están anotados los señores diputados Sesma, Augsburger, Velarde, Aguad, Comelli, Díaz Roig, Lemos, María América González, de la Rosa, Oliva, De Marchi, Montenegro, Maffei, Giudici, Marconato, Bisutti, Tate, Fadel, Vaca Narvaja y luego el cierre de debate.

Sr. Cantero Gutiérrez.- Señora presidenta: yo me había anotado en la lista de oradore

Sra. Presidenta (Vaca Narvaja).- Esta es la lista que se cerró a las 22 horas, tal como se había anunciado.

Sr. Raimundi.- Señora presidenta: al igual que el diputado preopinante quiero informarle que me había anotado en la lista de oradores antes del plazo de las 22 horas.

Sra. Presidenta (Vaca Narvaja).- Sólo porque se han quedado hasta esta hora, vamos a incluir a los señores diputados Raimundi y Cantero Gutiérrez.

En uso de las atribuciones conferidas por el reglamento a esta Presidencia, invito a la Honorable Cámara a pasar a cuarto intermedio hasta mañana a las 10.

– Se pasa a cuarto intermedio a la hora 23 y 48.