El primer país extranjero citado en el discurso de la presidenta Cristina Fernández fue Brasil. Lo hizo junto a Chile, al comparar a la Argentina con nuestros vecinos en materia de caídas en la recesión.

Más adelante, ya hablando puntualmente del Mercosur, resaltó el buen nivel de la relación con Lula, pero le reclamó a Brasil un trato igualitario para todos los socios del Mercosur. O a nosotros al menos, en materia de déficit comercial. “La integración tiene que ser vivida por todos los sectores que la conforman de una manera equitativa”, advirtió la primera mandataria.

Luego habló de la energía, citándola ya no como un problema argentino, sino regional y mundial. Ahí destacó la importancia de la presencia de Venezuela en el Mercosur, a fin de “cerrar la integración energética”. El detalle le sirvió para destacar que la buena relación con Hugo Chávez, a quien no citó como sí hizo con Lula, “no es una cuestión de simpatías personales o amiguismos personales, sino un ejercicio de racionalidad para integrar y cerrar la ecuación energética de América Latina”.

A Uruguay no lo mencionó por el conflicto por las pasteras, como sí lo había hecho en ocasión de su asunción presidencial, con Tabaré Vázquez presente. Del tema no dijo nada y a nuestros hermanos rioplatenses apenas los citó al mencionar a los países integrantes del Mercosur.

Su repaso internacional incluyó a España cuando a modo de anécdota citó lo que sucedió en aquel país con la implementación de los trenes de alta velocidad, mencionando en otro párrafo a la Unión Europea al compararla con lo que espera del Mercosur, en materia de igualdad.

Por último aludió a Gran Bretaña. Fue por el conflicto por Malvinas y al respecto le reclamó a Inglaterra (SIC) que les permita a los deudos argentinos viajar a las islas por vía aérea y no marítima, como exigen los británicos, para cuando se inaugure el monumento a los caídos en el conflicto del Atlántico Sur.