Una candidatura de Néstor Kirchner suena hipotética, pero estaría acorde con la reconocida desconfianza K: el matrimonio sólo confía en sí mismos. Desde 1987, siempre uno de los dos fue candidato.
Por José Angel Di Mauro
No fueron pocos los que vincularon el titular principal del día de más ventas del principal diario del país con la ¿guerra? desatada entre ese medio y el Gobierno nacional. Hablamos de la entonces posible candidatura de Eduardo Duhalde para 2009, que cobró vuelo en medio de críticas kirchneristas e incómodas opiniones de ex aliados, hasta que la senadora y ex primera dama Hilda González de Duhalde desinfló la versión al descartarla en un reportaje radial.
Amén de la calidad de “operación” que le asistiera a la movida, la especie sirvió para lo que más de uno pensó: testear un probable retorno del ex presidente a la arena política y volver a ubicarlo en un lugar privilegiado de la palestra. De todos modos, habrá que tener en cuenta lo adelantado por Parlamentario en septiembre pasado: Duhalde está pensando firmemente no en una banca para 2009, sino en las presidenciales de 2011.
La versión sobre Duhalde sirvió también para deslizar una posibilidad que cada vez suena más insistentemente: la de una eventual candidatura del ex presidente Néstor Kirchner para el próximo año.
La especulación, en este caso, también se circunscribe al área legislativa, pues de eso trata el próximo turno electoral, y las especulaciones inexorablemente ubican al pingüino emperador en la provincia de Buenos Aires, lejos de su Santa Cruz natal y cerca del lugar donde comenzó a militar. En efecto, en la capital bonaerense arrancó como integrante de la Banda Púrpura, esa suerte de grupo de choque de la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN), una agrupación creada en 1967, cuyos impulsores eran el hoy senador Marcelo Fuentes, Rodolfo Achem, Carlos Miguel y los hoy diputados Carlos Moreno y Carlos Kunkel, entre otros, quienes participaron así en la construcción del peronismo dentro de la Universidad de La Plata.
En ese caso, Kirchner podría ser en principio candidato a diputado nacional, pero muy fácilmente podría circunscribirse la pelea al Senado, reeditando lo de 2005, cuando Cristina Fernández libró con Chiche Duhalde lo que Kunkel anticipara como “la madre de todas las batallas”, confirmando el final de la imbatibilidad duhaldista en territorio bonaerense. En ese caso, habría que hacer renunciar a Eric Calcagno a la banca que ocupó muy brevemente tras acceder tras las sucesivas renuncias de Cristina y la ministra Graciela Ocaña. Con ese escaño vacante, la Legislatura bonaerense convocaría a elecciones para cubrir ese lugar y ahí el kirchnerismo jugaría su carta mayor, aquella que necesita en el distrito con más votos en una elección crucial como la de 2009.
Es que ya se sabe de la importancia de las elecciones de mitad de mandato. O las que anteceden a las presidenciales, para ser más precisos. Lo supo Raúl Alfonsín, cuando la debacle de las legislativas de 1987 fue el preludio del final anticipado de 1989. Cuando la reforma constitucional circunscribió los mandatos a cuatro años, los comicios cruciales pasaron a ser los de mitad de mandato. La derrota oficialista de 1997 anticipó la caída del 99, y ni qué hablar de lo que le pasó a Fernando de la Rúa en 2001, cuando la resonante derrota de esas legislativas signadas por el voto bronca fueron incluso el detonante de la salida en helicóptero.
Sabe el kirchnerismo entonces que así como la gran victoria de 2005 les dio certezas para lo que pasaría dos años más tarde, el testeo de 2009 será clave para pensar en la sucesión de 2011. Por eso es que, como nunca, el kirchnerismo abriga temores respecto a lo que pueda suceder entonces, habilitadas las luces de alarma a partir de las derivaciones impensadas del conflicto con el campo.
Y aunque no les guste reconocer errores, el matrimonio Kirchner sabe bien que no les ha ido bien eligiendo candidatos. Les pasó en Capital Federal, donde fracasaron los dos candidatos elegidos del propio gabinete, al que debieron renunciar para ir al Congreso: Rafael Bielsa y Daniel Filmus. Sólo les fue bien en provincia de Buenos Aires, donde tuvieron que improvisar con una candidatura que ellos mismos resistían para la Ciudad de Buenos Aires, y a la que no admiten como propia. Hablamos, claro está, de Daniel Scioli, un aliado.
Todo en familia
La historia dice que los Kirchner sólo confían en… los Kirchner. Electoralmente siempre ha sido así y vale fijarse lo sucedido en la provincia de Santa Cruz. Los Kirchner siempre toman los cargos que ocupan como propios. Cuando Néstor Kirchner debió dejar la intendencia de Río Gallegos, quiso que quedara en manos K, de ahí que confiara en su tío político Manuel López Lestón, quien perdió en 1991 a manos del hoy senador Alfredo Martínez.
Néstor fue ese año candidato a gobernador, cargo que alcanzó, pero así como Carlos Bilardo admite no haber disfrutado plenamente la obtención del Mundial 86 por los dos goles de cabeza sufridos en la final con Alemania, a Kirchner le quedó siempre el sabor amargo por haber perdido una intendencia que consideraba propia.
Por eso en 1995, mandó a su hermana Alicia a competir por la intendencia… y perdió. El apellido Kirchner no es imbatible, está probado.
Quien siempre en cambio le rindió fue su esposa, que ganó sucesivamente elecciones legislativas en 1989 -se consagró diputada provincial- y por partida doble en 1993. ¿Por qué por partida doble? Es que Cristina fue primero candidata a la reelección como diputada provincial y luego encabezó la nómina para diputados nacionales, ganando en ambos casos. Cabe recordar que la hoy Presidenta renunció a esa banca nacional para permanecer en la provincia.
En 1995 el candidato fue directamente Kirchner, marchando por la reelección como gobernador, en tanto que en el 97 otra vez la candidata fue Cristina, esta vez a diputada nacional, tras dos años como senadora. Y en el 99, otra vez Kirchner candidato, por la re-re como gobernador.
¿Qué pasó en 2001? Cristina fue candidata en la primera elección directa para senadores nacionales. Y otra vez ganó.
En 2003, la candidatura fue por el premio mayor, que obtuvo Kirchner por la no presentación de su oponente en el ballottage. Y dos años después, la ya comentada madre de todas las batallas, con Cristina desempolvando su partida de nacimiento para cambiar de distrito como senadora.
En 2007, los Kirchner decidieron la sucesión presidencial entre sí.
Todos los caminos conducen a que 2009 podría ser la primera elección desde 1987 en que ningún Kirchner es candidato. O dicho al revés: nunca sucedió algo así en los últimos 22 años. ¿Se dará entonces que Kirchner se decida a cumplir por dos años el papel que tuviera su esposa, como primera dama, ocupando una banca en el Senado?
Suena extraño y desechado por quienes no imaginan al ex presidente en un puesto legislativo. Pero cobra más fuerza cuando un hombre como Carlos Kunkel, que suele anticipar las movidas del matrimonio, se enoja como lo hizo con su colega Felipe Solá por haber criticado el ex gobernador una eventual candidatura de Néstor a senador nacional.
Especulaciones al margen, cuando el río suena… algún pingüino trae. De ahí que se pueda pensar en un plan B: ¿no terminará siendo Alicia Kirchner candidata bonaerense, extremándose en el conurbano la asistencia social que ella misma maneja?
Siempre uno es candidato
1987 Kirchner intendente de Río Gallegos
1989 Cristina diputada provincial
1991 Kirchner gobernador de Santa Cruz
1993 Cristina candidata a diputada provincial y a diputada nacional, en elecciones desdobladas
1995 Kirchner reelecto gobernador
1997 Cristina diputada nacional
1999 Re-reelección de Kirchner como gobernador
2001 Cristina senadora
2003 Kirchner presidente de la Nación
2005 Cristina senadora bonaerense
2007 Cristina presidenta de la Nación
2009 ¿Ningún K candidato?...