Por Angel Patri

Habla como periodista, pero ya lleva un tiempo en la política. De hecho, va por la segunda mitad de su mandato, pero se sigue sintiendo una mujer de los medios. Como tal, Norma Morandini, mira la coyuntura desde el prisma mediático que le quedó por su profesión y no deja de sorprenderse por la manera que la prensa refleja sus actitudes.
Y por el modo como sus colegas la ven en función del sentido de su voto, o junto a quien se siente en una conferencia de prensa.

Periodista al fin, reprocha que los medios no hayan tenido una democratización plena, a diferencia de lo que pasó en España, donde considera que sí hay medios nacidos con la democracia. Salvo Página 12 -señala-, “no tenemos El País, no tenemos Cambio 16”, señala con conocimiento de causa, pues en ese último grupo es donde cuenta haber tenido “el privilegio de trabajar”. Y de esa experiencia, destaca que “el primer compromiso que me hicieron firmar cuando yo entré a ese grupo, era el compromiso con la democracia”.

“Cuando fue el 23 F -recordado también como “el Tejerazo”- , todos los diarios hicieron el mismo editorial, cosas que entre nosotros son impensables porque se han tenido que ir incorporando valores nuevos con una tradición pesada autoritaria. Y vale tanto para los gobernantes como para la ciudadanía”, señaló a Parlamentario la diputada del bloque Memoria y Democracia.

– ¿Realmente cree que se va a tratar la ley de Radiodifusión, o son todos fuegos de artificio?

– Lo que a mí no me gusta es que todos sabemos que hay que democratizar esta ley, que viene de la dictadura, hace años que venimos pidiendo que se democratice… Pero si el debate sobre la ley no es democrático… la verdad que no me da ganas de debatir en este momento sobre un ring. A mí lo que me perturba siempre es el carácter de confrontación que tenemos, esta especie de Boca-River que le imprimimos a todo. A mí no me asusta pensando de dónde venimos: tenemos un país dominado por el número de la economía, sólo hablamos de dinero, o en el discurso político sólo se habla de dinero, cuando en realidad creo que lo nuestro es un atraso cultural-político enorme. Y parte del atraso político es la incapacidad de poder dialogar alrededor de los problemas nuevos que se presentan. Ha cambiado todo, aceptamos cómo nuestros comportamientos cambian, porque usamos Internet, porque la tecnología nos ha cambiado porque desaparecen los Estados, porque nos subordinamos a los grandes grupos mediáticos… Todo eso que forma parte del debate en el mundo moderno, y nosotros todavía seguimos reivindicando el derecho a decir. El que de alguna manera parezca un debate querer limitar la libertad, cuando en realidad lo que hay que pedir es responsabilidad en el ejercicio de esa libertad.

-¿Es malo el manejo de los medios el que hace este gobierno?

– Sí, pero todos han tenido la tentación de utilizar los medios a su favor. Y esta es una herencia autoritaria, porque lo primero que hacen las dictaduras es cancelar esta transacción de poderes que hay en un sistema de libertades. Yo siempre digo a los jóvenes futuros periodistas: ¿por qué es importante la prensa? La importancia te la da que el primer acto que hacen las tiranías es poner la censura o tratar de convertir la prensa en propaganda.

– Como persona recién llegada a la política, ¿cuál es el balance que hace de la experiencia en este breve tiempo que lleva en ella?

– Yo digo que soy hija de la crisis de 2001, cuando el país estalló en mil pedazos y hay una debacle cultural-política. Por hablar de la debacle económica no reconocemos que lo que hay es una debacle en la cultura política. Yo me siento ahora extraña, porque en el periodismo la independencia es un valor, pero en la política eso se ve muy mal. Entonces abro un día un diario y veo que estoy en la Coalición Cívica; otro día abro el diario y dicen que estoy con Lozano, y otro día estoy con el ARI Autónomo… Ningún periodista me ha venido a preguntar si eso es cierto. De hecho, yo estoy aquí, ahí y ahí, porque coincido con las votaciones, que me parece una cosa de sentido común. Pero estoy aprendiendo que en la política parece que el sentido común no existe y todo depende de al lado de quien estás en la foto. Ante esta forma de utilizar los medios para hacer política, creo que tenemos que darnos también un gran debate los periodistas de cara a la opinión pública y para adentro de cómo nosotros estamos ejerciendo el periodismo.

– Unos de los temas pendientes es determinar a quién pertenece el voto: al partido o al pueblo.

– ¿Cómo puede ser que uno critique el deber obedecer que tenemos impregnado en nuestra cultura y que se reivindique como disciplina partidaria? Esto va en contra de la democracia. Vuelvo al sentido común, cuando uno tiene un grupo de trabajo, ¿quién ayuda más? ¿El que te dice “¿a vos te parece esto así?”; ¿o el que se subordina, te adula por miedo, se ata en su creatividad? Entonces, el tema del miedo es algo que inhibe la creatividad, no se puede trabajar con miedo. Hay no sólo el tema de la disciplina partidaria, que es una cosa antagónica con un sistema de libertad; el otro tema son las provincias, ¿a quién responden los legisladores? ¿A los intereses de sus provincias? Está el ejemplo de lo que ha pasado ahora con el campo: la gente con razón en las provincias dice: ¿qué hacen nuestros representantes? Y nuestros representantes no pueden hacer nada, porque la solución es política y este es un Congreso al que se le han atado las manos. Que delega facultades, que prorroga la emergencia… En realidad, lo que han hecho es anular este Congreso como la institución donde hay que dialogar. En 2001, este Congreso piloteó la crisis y los ciudadanos estábamos mirando la televisión a ver qué hacían… Cosa que no sucede hoy, porque éste es un Congreso que no tiene funciones.

– Como mujer de los medios, ¿cómo ve los discursos de la Presidenta?

– Escuchaba el otro día un discurso que dio y me impresionó el parecido que tiene con Evita…

– ¿Se quiere parecer a ella?

– No se, yo no juzgo personas, a mí me cuesta mucho hacerlo. Lo que juzgo es una concepción política diferente. Siempre hago esta broma: nunca fui periodista de despacho, soy una periodista de la sociedad. Miro a la sociedad y creo que lo que define a la democracia es la frase “ciudadanos portadores de derechos”. Creo que la Presidenta tiene una concepción de poder que es que desde el poder que conceden los derechos. Son dos concepciones diferentes; a mí no me gusta cuando se utiliza la vara del prejuicio femenino para medirla, entonces yo no creo caer también en esa tentación de juzgar a la persona, prefiero juzgar la conducta, prefiero juzgar actitudes. Me impresionó ese discurso porque uno cierra los ojos y parece que es Evita… Digo, ¿cuál Evita? ¿La del altar, la Evita del balcón? Y ella dice: la del puño cerrado. Creo que un país que está tan herido como el nuestro, necesita la mano amorosa femenina para que no nos sigamos confrontando, porque entonces es volver a lo que tenemos como fantasma y como dolor.

– ¿La ve como una buena ejecutora a la Presidenta?

– No, porque lo tiene al marido atrás en esto que se llama el doble comando y demás… Yo creo que ella tiene cualidades, que no lo necesitaría, y tal vez si se dejara llevar por la intuición… A mí me confunde a veces, cuando hace discursos modernos, de diálogo, de reconocimiento de la ciudadanía, y en otros momentos aparece esta Argentina de antes, del puño crispado… Ella encarna el Estado y si la persona que encarna el Estado confronta, cancela, en realidad lo que está impidiendo es que hagamos lo que tenemos que hacer, que es dialogar. Este es un Gobierno que habla de dinero, dinero, dinero… lo que ganamos, lo que crecimos; si analizás, los discursos, sólo se habla de dinero. Y la ciudadanía está pidiendo valor, diálogo, está pidiendo no autoritarismo; está pidiendo respeto. Como yo creo en eso, vengo hablando hace años de eso, sobre la responsabilidad, me parece que en la política hay un pragmatismo ramplón. El pragmatismo se ha apropiado de la política. En la época de Menem, hablaban de Maquiavelo, hoy nadie habla de Maquiavelo, pero te dicen: y, es así. ¿Cómo es así? Yo no creo que los argentinos tengamos un ADN autoritario como marca genética, porque creo que los seres humanos somos seres sociales y como tales, tenemos que trabajar sobre la vida compartida, que es la vida con el otro. Eso es la política.