Cristina no mide como De la Rúa

Si bien la imagen positiva de la Presidenta bajó mucho en los últimos dos meses, no es real que esté peor que lo que medía el presidente aliancista en su salida.

Por José Angel Di Mauro

Dos jefes de la oposición en el Senado pusieron los pelos de punta en el kirchnerismo. En el marco de una conferencia de prensa organizada por el Círculo de Periodistas Parlamentarios. Gerardo Morales y Rubén Giustiniani compararon a la actual Presidenta con el ex mandatario Fernando de la Rúa en materia de encuestas. ¿Qué dijeron? Que la imagen de Cristina Fernández es “la más baja de cualquier presidente en los últimos años” y que hasta “De la Rúa tenía más puntos en su final, en la semana del cacerolazo de 2001”.

Casi al mismo tiempo, Semanario Parlamentario publicaba un dato que iba en el mismo sentido, pero más preciso. En la nota titulada “El derrumbe de Cristina en las encuestas”, hicimos referencia a que, a cinco meses de mandato, la Presidenta tiene menor imagen positiva que la que tenía De la Rúa en la misma época. En efecto, mientras Management & Fit le asigna a Cristina una valoración positiva del 34% y Jorge Giacobbe se animó a publicar la última semana un sondeo que le da sólo 23 puntos, el otrora presidente aliancista medía 54,2 puntos a la misma altura de mandato.

Así las cosas, De la Rúa estaría midiendo el doble de Cristina, a igualdad de tiempo de mandato.

En esa nota se tomó el recaudo de dejar bien claras las diferencias del caso: podía gozar De la Rúa de una mejor valoración hace ocho años, pero no hay puntos de comparación entre las condiciones socio-económicas entre éste y aquel tiempo, ni el poder de uno y otro es remotamente parecido.

Ahora bien, los legisladores de la oposición citados al principio hicieron una referencia al final del mandato de De la Rúa que es ciertamente errónea. Y que este medio se encargó de corroborar al investigar hasta qué punto se puede parangonar uno y otro mandato.

Cierto es que De la Rúa -hoy un muerto político- gozó de una buena valoración durante varios meses, más ostensible ello por cuanto esa consideración pública era inversamente proporcional respecto al resto de su Gobierno. Por cierto, el trabajo sobre la imagen oficial fue una de las cosas en las que mayor énfasis puso esa administración, hasta que la debacle se hizo inevitable. De hecho, una crítica que en el quinto mes de mandato se le hacía al delarruismo era el abuso de colocar al Presidente como actor excluyente.

“Existe una constancia irrebatible. De la Rúa sigue conservando altos índices de popularidad que lentamente se distancian de su propio gobierno”, escribía Eduardo Van der Kooy en Clarín en mayo de 2000, advirtiendo que “una cosa es el marketing político y otra el orden y la difusión de los actos de Gobierno”.

Pero no es cierto que esa imagen positiva de De la Rúa hubiera perdurado. Por el contrario, al cumplirse su primer año, el presidente aliancista había caído del 73% con el que arrancó a un 37%. Había transcurrido ya el factor más desgastante para esa atribulada administración: la renuncia del vicepresidente Chacho Alvarez.

Ni qué decir para la época de los cacerolazos. Herido mortalmente por la elección legislativa perdida, que inició la cuenta regresiva de su mandato, Fernando de la Rúa veía cómo ni siquiera Domingo Cavallo había podido convertirse en el revulsivo que sacara su Gobierno a flote.

No tenía De la Rúa entonces mejor imagen que la que tiene hoy Cristina, por cierto. En una encuesta de la consultora Equis publicada el 25 de noviembre de 2001, aun antes del corralito, el entonces presidente marchaba hacia el abismo con un magro 12 por ciento de imagen positiva.

Tenía menos ponderación incluso que su antecesor, Carlos Menem, quien ostentaba un 17,4%. Ambos, junto al ex superpoderoso Cavallo (11,7%) componían el trío de los dirigentes que más puntos habían perdido desde 1999.

En la otra vereda, la de los que más habían evolucionado desde 1999, figuraban el entonces gobernador bonaerense Carlos Ruckauf (41,3%); Eduardo Duhalde (39,5%); José Manuel de la Sota (32,5%) y Carlos Alberto Reutemann (27,3%). Todos ellos presidenciables, por cierto.

Acababa de palparse en las urnas el voto bronca, preludio de los cacerolazos y el que se vayan todos que comenzaría a tronar en forma inminente, por lo que, como bien puede advertirse, ningún porcentaje de los citados exhibe dimensiones que sugieran descorchar champán.

De la Rúa no medía en su precipitado final como hoy mide Cristina. Pero la comparación tampoco deja bien parada a la Presidenta actual. Si bien ya en caída libre, el ex presidente radical medía mejor al cabo de su primer año de mandato que lo que Fernández de Kirchner muestra a sólo cinco meses. Y además, tras la recuperación de la autoridad presidencial que habrá que reconocérsele a Néstor Kirchner, nos acostumbramos a que el Presidente gozara de una imagen positiva superior al 60% durante todo el mandato.

Que la hoy mandataria haya perforado ese piso, horadando incluso la mitad de ese valor, es ciertamente preocupante. Aunque en honor a la verdad, Cristina no mida como De la Rúa en los cacerolazos. Ni Dios permita.

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