Sentar 129 diputados es una obligación del oficialismo. Pero al no contar con esa cifra, deben recurrir a sus aliados. ¿Es válido que esas fuerzas habiliten con sus representantes para dar inicio a la sesión?
El jefe de la bancada de diputados del FpV Agustín Rossi, junto a José María Díaz Bancalari, Patricia Fadel, Carlos Kunkel, Carlos Moreno, Patricia Vaca Narvaja, entre otros, integrantes de la mesa de conducción levantan la bandera de “invictos” cuando repasan lo sucedido en el período de sesiones ordinarias -126- que acaba de finalizar.
Es un secreto a voces que ese invicto fue factible a partir de las alianzas tejidas con los varones y mujeres de otros bloques que juegan de aliados o que llegaron a ocupar bancas por integrar la lista del oficialismo y que después optaron por conformar espacios propios o unipersonales, al margen que arribaron en la boleta de Cristina Kirchner-Julio Cobos.
El famoso quórum, es decir cuando el tablero electrónico indica que en el recinto están sentados 129 diputados, habilitando de esa manera a Eduardo Fellner a iniciar la sesión. Es un número que se convirtió en un desafío a partir de las retenciones móviles y después se acentúo con los adioses de Felipe Solá, Beatriz Halac, Enrique Thomas, Julio Arriaga, Lorena Rossi, Irma García, Beatriz Daher y Jorge Montoya.
A ellos se debe agregar Jorge Villaverde quien también pegó el portazo. Claro que no es el único de este distrito que la de dolor de cabeza a Rossi y compañía: están por ejemplo Luis Barrionuevo y Graciela Camaño, quienes siguen en el listado del FpV, pero en los hechos ambos militan políticamente en posiciones adversas al oficialismo de cara a las elecciones legislativas y presidenciales.
Barrionuevo con mayor énfasis que su esposa, dado que denuesta cada vez que puede a la pareja presidencial y se ha proclamado un incondicional de Eduardo Duhalde. En la inauguración del nuevo hotel del sindicato de los gastronómicos en Mar del Plata le rindió homenaje y posó junto a Duhalde y las principales espadas de su tendencia en la provincia de Buenos Aires.
A esa larga lista de varones y mujeres que decidieron tener autonomía del kirchnerismo se debe agregar a los santafesinos. El ex gobernador Jorge Obeid más sus incondicionales Walter Agosto y Ariel Dalla Fontana, es un trío que también en los hechos ha dejado de pertenecer al FpV.
Pruebas al canto: en la decisiva votación del paquete anticrisis ni asomaron la nariz, no por el recinto, sino por el Congreso.
A esta lista de justicialistas que licuaron el poder de Rossi y Eduardo Fellner en los meses finales, se debe contabilizar las rupturas internas producidas por el famoso e inolvidable “voto positivo” del vicepresidente de la Nación Julio Cleto Cobos.
El bloque que lo expresaba en la Cámara baja Concertación Plural se hizo triza en dos sectores y posteriormente en tres, cuando la radical bonaerense Silvia Vázquez decidió alumbrar un bloque unipersonal, pero siempre junto a los K.
A partir de esa ruptura los nucleados en el bloque Consenso Federal, Daniel Katz, Jorge Albarracín, Laura Montero y Juan Carlos Scalesi, dejaron su condición de aliados del kichnerismo. Precisamente quien hizo punta en la retirada del FpV fue la santiagueña Marta Velarde, la que ahora se presenta como aliada legislativa de la Coalición Cívica que lidera Elisa Carrió. Un salto espectacular en garrocha: de Néstor Kirchner a Elisa Carrió.
Otro legislador aliado del kirchnerismo que tomó distancia entre los bloques unipersonales del FpV es Miguel Bonasso, tras el veto presidencial a la ley de protección de los glaciares.
Un devastador panorama que no tiene nada que ver con el escenario de 2007, cuando los hombres del FpV llegaban al recinto los miércoles con una amplia sonrisa, mientras miraban de reojo a los bloques opositores como la UCR, el PRO, la CC y los puntanos por citar algunos.
Toma y daca
“No interesan los métodos, lo que interesa son los resultados. Tengo la misión de sancionar las leyes y procedo”. La respuesta fue dada a Parlamentario por el entonces presidente de la Cámara de Diputados Eduardo Camaño, sobre los mecanismos urdidos para conseguir quórum y de acuerdo con todas las voces consultadas empleó todas las mañas habidas y por haber para cantar en el recinto “aprobada. Se elevará al Senado”, mientras los aplausos cubrían el recinto.
De acuerdo con más de un testigo en una de sus últimas reuniones con el presidente Néstor Kirchner junto a otros miembros de la bancada oficialista, Camaño le propuso para lograr el quórum “buscar consensos”, palabras más, palabras menos, cuya traducción es fácil imaginarse. “No, y no porqué se acabó el toma y daca”, le dijo a los gritos y la reunión terminó abruptamente.
Pasaron los años, y hoy es un secreto a voces que la conducción del bloque tiene que apelar a más de una acción, en particular en las últimas sesiones para que Rossi no pierda la virginidad legislativa. Claro que para ello cuenta con el apoyo estratégico de la pareja presidencial, quienes agotan las llamadas telefónicas para que los gobernadores apliquen las rebeldías de los senadores y diputados de sus provincias a la hora de votar en el recinto.
Amigos son los amigos
“Nos van a acompañar los amigos de siempre: el bloque de la Concertación, los amigos de Santiago, algunos bloques unipersonales, entre otros”. La confesión pertenece a la secretaria parlamentaria del bloque del FpV Patricia Fadel, sobre quienes le garantizan a la hora del inicio de las sesiones el fatídico: 129 diputados presentes. Otro cantar son las votaciones, que ahora cada vez son más ajustadas.
“Tengo el orgullo de tener asistencia perfecta. No he faltado a ninguna sesión y lo seguiré haciendo hasta el fin de mi mandato”. ¿Quién puede decir esto? Nada más ni nada menos que el famoso Eduardo Lorenzo Borocotó, quien llegó a la Cámara en la boleta de Mauricio Macri y antes de jurar se cambió de camiseta, movida que instaló la calificación de “borocotización” de la política, lo que indigna al otrora mediático doctor.
Entre los amigos y la confesión de Borocotó queda la eterna discusión si es válido contribuir a dar quórum al oficialismo. Una consulta que se le trasladó a los legisladores que siempre acuden al recinto y más de uno quedó en responder, algo que difícilmente suceda. Tendrán sus razones y lógicamente quedan abiertas estas páginas para que su respuesta sea la más abarcativa posible y sin límites para que no sea reducida a un par de palabras.
En rigor el argumento de Borocotó es más que lábil. Dar quórum para una ley cultural o social, sin que ello implique menoscobarlas, no es lo mismo que dar quórum para una ley económica o institucional que implica una herramienta estratégica para el Gobierno actual o cualquier otro.
Es un punto de inflexión en el juego de la democracia parlamentaria, donde precisamente el boicot es legal. Esa es la realidad y nadie puede ignorarla a 25 años de regreso de la democracia donde los ejemplos cunden sobre ese mecanismo.
En última instancia es preferible quedarse con esa histórica frase del menemista Jorge Matzkin cuando les gritaba a los radicales que estaban escondidos detrás de las cortinas y cuando irrumpían, los presentes con aplausos cuando el titular de la Cámara, Alberto Pierri se regocijaba: “se ha cerrado la lista de oradores, se va a votar en general y en particular”.
Si es preferible esta situación que prestar su asentadera en el recinto para que el oficialismo logre quórum como sucedió con el paquete anticrisis. Es una cuestión de principios y no de pragmatismo pasajero.
Con qué argumento se da quórum cuando las plataformas partidarias no coinciden. ¿Cuál es el argumento que queda picando en el cierre del 2008?.
Gracias
En ese contexto, no se puede soslayar por ejemplo las conductas de las representantes del Partido Renovador de Salta. Oscilaron a lo largo del año entre el oficialismo y la oposición, pero sucumbieron en las horas decisivas. Dicen las malas lenguas que medió el gobernador Juan Manuel Urtubey. En Salta funcionan como aliados.
Una incidencia en la que no está solo Urtubey. El más visible es el de Santiago del Estero, Gerardo Zamora. Los seis integrantes del bloque Frente Cívico por Santiago, Daniel Brue, José Herrera. Ana Luna de Marcos, Cristina Oliva, Mirta Pastoriza y Jorge Pérez son los “amigos” que bautizó Fadel. Para ser claro, esa amistad está cimentada en la relación de la pareja presidencial con el gobernador. La ingeniería financiera a la Provincia es más que un motivo para que sean amigos, o no.
Lo mismo sucede con Hugo Acuña, José Brillo y Alicia Comelli, ahora incondicionales soldados K en el recinto, pese a todas las mutuas acusaciones que se brindaron en las elecciones de 2007, cuando ellos defendían el proyecto de Sobisch. Todo pasó al olvido cuando el gobernador Jorge Sapag acordó con los K.
Claro que la frutilla es el ARI con los representantes de Tierra del Fuego. Fabiana Ríos en el marco de su ahogo económico presta sus representantes para dar quórum. Un abanico ideológico de antología que coinciden con los reclamos de Balcarce 50 para conseguir el famoso quórum.
Sin dudas, un mérito histórico de los K para licuar esta discusión. Lo que aún no está resuelto, es si la oposición debe dar quórum o no. Una práctica democrática que el oficialismo de turno lo utiliza a su medida.