Al cabo de un agitado 2008, quedó claro que la economía real está muy lejos de los números que refleja el Gobierno.
Se puede decir que el 2008 fue el año donde más diferencias se pudieron percibir entre la economía real y los números oficiales. Estos doce meses han sido de muchas idas y vueltas, con situaciones muy cambiantes, con conflictos muy severos, como el que mantuvo el Gobierno con el campo, y con una finalización en donde predomina una crisis internacional sin precedentes.
La economía real, sin dudas, sufrió con esas situaciones cambiantes, que nadie percibía en el comienzo de 2008 y que ahora se observan consecuencias singularmente severas.
Tan severas que observemos como ha culminado el año desde el punto de vista económico. En ese sentido, si nos remitimos al crecimiento económico, como punto de partida, el número final aún no está listo, pero todo indica que el Producto Bruto Interno del país culminó con una expansión del orden del 5 al 6%.
Esa cifra está muy lejos de la estimación concreta que había realizado el Gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Esa proyección situaba el crecimiento económico en el orden del 8 al 8,5%, porque nunca se pensó que a cuatro meses de iniciarse la segunda gestión Kirchner se iba a desembocar en un terrible conflicto con el campo, batalla que finalmente el Gobierno terminó perdiendo.
Otro elemento esencial de lo que ha pasado en la economía es la inflación. La inflación real va a culminar entre el 18 y el 20 por ciento, con una indudable desaceleración del aumento de precios a partir del amesetamiento económico y de los efectos de la crisis internacional.
A pesar de las maniobras y los artilugios de Guillermo Moreno para ubicar un nivel de inflación anual en torno del 7 al 8%, el número final es casi tres veces más.
El tercer aspecto central del mapa de la economía 2008 es la industria, la cual culminó el año con un crecimiento del orden del 5 por ciento, muy atrás del 8% que se estimaba en el Poder Ejecutivo.
Es indudable que a partir del conflicto con el campo la industria comenzó a descender, lo cual generó una baja en toda la actividad económica. Y con un nivel de la economía y de la industria más bajo, con un consumo que se venía erosionando, indudablemente que la recaudación impositiva iba a mostrar un crecimiento menor al que se venía dando.
Así, los ingresos tributarios -que a principios de año mostraban una mejora del orden del 30 al 34% anual- en los últimos dos meses esa expansión ha bajado al 17%.
En cuanto a la situación del empleo, allí también se empezó a observar una situación más preocupante, lo cual marcaría una desocupación real para finalizar el 2008 en torno al 8,5 o 9%, bastante más que el 7,5 que han difundido desde la Casa Rosada.
A su vez, la balanza comercial tampoco mostró, durante la parte final del año, la perfomance que se esperaba. En el Poder Ejecutivo se aguardaba un superávit comercial de 16.000 millones de dólares, pero la realidad muestra que 2008 culminar con un resultado positivo de 13.000 millones de dólares.
Así, entonces, el año fue transcurriendo con muchos anuncios, con muchos mensajes, pero con una economía que comenzó bien arriba y que culmina el año con enormes interrogantes.