Impulsan en el Senado un proyecto de ley para prohibir el uso de líquidos correctores en las escuelas porque provocaría el mismo efecto que el paco.
Una vez más, el Congreso Nacional está a la orden del día en las polémicas sobre las drogas y los usos cotidianos que pueden generar nuevos adictos, como ser la aspiración de un elemento que se utiliza en la actividad escolar para corregir los errores de escritura.
En esta oportunidad, se vuelve a insistir con la prohibición de la comercialización de todos los líquidos correctores que se utilizan para borrar tinta, y que de hecho es de uso cotidiano por nuestros niños y adolescentes en edad escolar, como el famoso “Liquid Paper”, “es adictivo y puede provocar efectos alucinógenos similares a los que causa el paco”, según el proyecto.
“Muchos niños y adolescentes desvirtúan la finalidad para la cual fue fabricado, inhalando sus componentes. Este producto es muchísimo más fácil de conseguir que el masificado paco, tiene un precio accesible a cualquier bolsillo y posee una tremenda capacidad destructiva ya que el consumidor se vuelve adicto en pocas semanas”, detallan los senadores nacionales Roberto Basualdo, Adolfo Rodríguez Saá y Liliana Negre de Alonso.
Los legisladores, alejados del kirchnerismo, fundamentan el proyecto describiendo una situación alarmante. “La mayoría de los chicos lo llevan en sus cartucheras o mochila y ha pasado a reemplazar a la tradicional goma de borrar ya que los maestros y profesores lo solicitan entre la lista de útiles escolares”, comentan sobre el “liquid paper”.
Según la iniciativa, dicho corrector ortográfico está manufacturado con diversos químicos de efecto alucinógeno como el tolueno, benceno, metanol, cloruro de metileno, que les provocan de forma inmediata la sensación de euforia o subida de ánimo. Con reiteradas dosis se crean registros cerebrales y se desarrollan tolerancias que derivan en adicciones.
Y concluyen los senadores que “a pesar de la peligrosidad del producto por el contenido de hidrocarburos tóxicos, en Argentina, estos correctores ortográficos se fabrican o importan libremente para luego ser exhibidos en vitrinas o góndolas de supermercados a precios accesibles, y una sola dosis alcanza para que el chico necesite hacerlo de nuevo”.
