Los legisladores lograron sortear el primer año de mandato de Scioli haciendo valer sus constitucionales derechos e hizo escuchar su voz en cada uno de los proyectos que el Poder Ejecutivo ingresó a la misma.
Los legisladores del oficialismo reconocen que el gobernador Daniel Scioli es de los más “permeables” o “abiertos” a las sugerencias de los últimos años. Claro que ninguno de los últimos gobernadores bonaerenses se han caracterizado por ser dirigentes receptivos de las demandas de otros, sino que por el contrario, todos se destacaron por sus fuertes convicciones a la hora de tomar decisiones.
Y una vez tomadas no había marcha atrás. Estos fueron los casos de Eduardo Duhalde, Carlos Ruckauf y Felipe Solá. Los tres últimos gobernadores.
Tal vez, el hecho de ser “foráneo”-tal como lo referencian muchos legisladores- haya influido en el ex motonauta para mostrar este perfil “abierto a las correcciones” que los legisladores le reconocen en relación a los proyectos por él impulsados.
En rigor de verdad, en su primer año como gobernador, Daniel Scioli envió a la Legislatura de la provincia de Buenos Aires treinta y tres proyectos. La Legislatura no sólo se limitó a sancionar 23, sino que, además, introdujo modificaciones en ellos. Diez quedaron para la discusión futura, aunque para algunos de ellos ese futuro será nunca.
Como corresponde, los padres de la Provincia (léase senadores) son más puntillosos a la hora de avanzar con los proyectos del Ejecutivo, aunque es allí donde se observan mayores ingresos y, por lo tanto, también es la Cámara que por lógica debe detener el andar de un proyecto que no recoge el “necesario consenso”. Los senadores aprobaron trece de los veinte proyectos remitidos por Scioli.
La historia inmediata de la Legislatura indica que es el Senado donde el gobernador Felipe Solá contaba con mayor cantidad de amigos y elegía ese Cuerpo como Cámara de origen de sus iniciativas. Scioli, al parecer, ha encontrado en el Senado a un aliado “eventual”, según las cuestiones concretas.
En el Senado, el número favorece al oficialismo claramente: el bloque del Frente del gobierno posee 32 de 46 integrantes totales, lo que implica contar con los dos tercios. Pero también aquí anida alguna “idea emancipadora” que versa sobre la “legitimidad de acción” que posee el Poder Legislativo y están dispuestos a sostenerla en la práctica.
La idea ha sido esbozada tanto por afirmación como por la negación. Los senadores que cargan con las máximas responsabilidades, el vicepresidente del Cuerpo, Federico Scarabino, el presidente del bloque oficialista, Osvaldo Goicoechea, y el vicepresidente I, José Molina, así lo enunciaron promediando el año. El tono impuesto al anuncio no implicaba ni implica un enfrentamiento con Daniel Scioli, sino más bien remite aquella frase del Martín Fierro que dice que “no es para el mal de nadie, sino para el bien de todos”.
Esta idea de que el Poder Legislativo no sólo tiene las facultades para modificar leyes del Ejecutivo, sino que además puede avanzar con ideas propias, finalmente, a la luz de los datos, quedó plasmada en los hechos.
El Senado no sólo modificó aquellas iniciativas de Scioli mientras no trató algunas otras, sino que también avanzó, por iniciativa propia -y en contra de la voluntad del Ejecutivo- en la aprobación de la autonomía municipal de la localidad de Lezama, tratamiento que “partió” a las bancadas opositoras de la CC y la UCR y generó un sugestivo faltazo del presidente del Cuerpo y vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Alberto Balestrini.
