El candidato socialista Héctor Polino muestra sus diferencias con la administración de CFK, aclara por qué estuvo a punto de asumir como funcionario oficialista y anticipa sus posibles proyectos de ley.
Por Pablo Winokur
Fue un histórico diputado socialista. Estuvo 12 años ininterrumpidos en la Cámara de Diputados y en 2005 venció su mandato. Ahora busca volver. Aunque reconocido por propios y ajenos por su laboriosidad, no logra cosechar -al menos según las encuestas- una gran cantidad de votos. ¿Le alcanzará para conseguir una banca? Héctor Polino es el candidato a diputado por el socialismo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En este distrito su partido irá sin alianzas y no se sumará a la coalición que une al PS, la UCR y la Coalición Cívica a nivel nacional.
En entrevista con Parlamentario, Polino explica por qué el socialismo no hace alianzas en la Ciudad, cuál es su relación con el kircherismo y anticipa qué proyectos de ley presentará en caso de ingresar como diputado.
– Usted ha mantenido una relación ambigua con el Gobierno. Por un lado estuvo a punto de aceptar cargos en el Poder Ejecutivo; por el otro es opositor, pero no se lo escucha tan crítico. ¿Cuál es su postura personal respecto al Gobierno?
– Es un Gobierno que muestra un saldo negativo para los intereses de los trabajadores, jubilados y los sectores medios del país. Es un Gobierno que mostró hechos positivos, que hemos rescatado, y hechos negativos. Puestos en la balanza, vemos que son más los negativos que los positivos. Efectivamente el Gobierno me ofreció cargos: la Secretaría de Medio Ambiente y la presidencia del Instituto Nacional de Acción Cooperativa y Mutual, y encabezar la lista de legisladores nacionales del Frente para la Victoria en 2007. Yo lo puse siempre a consideración del partido, que no estuvo de acuerdo y acepté la decisión.
– ¿Esto implica que en algún momento se identificó con este Gobierno, aunque sea para aceptar considerarlo?
– Por supuesto que el partido y yo coincidimos con la defensa de los derechos humanos, con haber iniciado el proceso que terminó con la mayoría automática de la Corte, que era una vergüenza para el sistema democrático. Pero al mismo tiempo critiqué la relación con las empresas privatizadas de servicios públicos, la renegociación de muchos contratos… he criticado en muchas cosas y con mucha dureza a este Gobierno. Ahora bien, cuando se me hace el ofrecimiento, yo soy una persona de partido. Por lo tanto, lo sometí a consideración del partido. Ya lo había hecho en 1983 cuando Raúl Alfonsín me convocó para hacerme cargo de la Secretaría de Acción Cooperativa de la Nación. En ese momento lo puse a consideración del partido, y como ellos acordaron, yo acepté formar parte de ese Gobierno como extrapartidario. Y lo mismo hubiera hecho en esta circunstancia.
– ¿Qué opina de los que sí aceptaron ocupar cargos, desoyendo la reprobación de su partido?
– Me parece que le hacen daño a la política. Eso es oportunismo. Siempre he tratado de revalorizar el rol de los partidos políticos. Sin partidos políticos orgánicos, fuertes y responsables, no hay democracia valedera en la República Argentina. Las construcciones políticas hechas alrededor de determinadas personas, duran mientras ellos acierten en las decisiones políticas. Cuando la persona se equivoca, se derrumba la construcción política; es una construcción sobre arenas movedizas. La Argentina está llena de experiencias en ese sentido.
– ¿Usted cree que pasó eso en el kirchnernismo?
– Sucedió con el kirchnerismo, el Frente Grande, el Partido Intransigente y otras construcciones políticas que se están llevando a cabo en este momento. Cuando no hay organizaciones detrás, las construcciones son efímeras. Y eso no le hace bien al sistema democrático. Después, cuando entran al Congreso u otros cuerpos colegiados del país se dividen inmediatamente en varios bloques enfrentados entre sí. Son construcciones momentáneas para acceder a una banca, pero no para cumplir una función responsable, de largo plazo y de manera consecuente.
– ¿Evalúa que también es una “construcción momentánea” esta alianza entre Carrió, la UCR y el PS a nivel nacional?
– El PS participa en varios distritos como partido orgánico, al igual que la UCR. La Coalición Cívica es una agrupación con poco tiempo y está sentada sobre la base de un liderazgo fuerte de tipo personal. Ojalá puedan construir algo perdurable en el tiempo.
– ¿Y ustedes podrían aliarse con ellos como sucede en otros distritos, o ve imposible cualquier tipo de acuerdo?
– Yo creo que hay que analizar cada circunstancia concreta y las características de cada elección. Una cosa son los cargos ejecutivos, en que armamos alianzas y frentes político- electorales; otra cosa son las elecciones legislativas. Por ejemplo, el Frente Amplio uruguayo está conformado por distintas fuerzas políticas, que se ponen de acuerdo para elegir candidatos a cargos ejecutivos; pero en las legislativas, cada partido lleva sus propios candidatos. Lo mismo pasa en Chile. Porque si un partido político no está en condiciones de presentarse en una elección distrital de carácter legislativa, ¿cuál es su razón de ser?
– Entonces usted cree que para un cargo ejecutivo se podría acordar una lista, pero en legislativas cada partido debería llevar su boleta…
– Exacto. Después los acuerdos hay que hacerlos en el Parlamento sobre la base de la coincidencia de los temas que se tratan. Así se pueden acordar interbloques y posturas comunes frente a cada tema. Cada partido tiene su razón de ser, con sus propios principios y valores. Y eso se tiene que expresar en una elección legislativa.
– ¿Por qué está en contra de la política de servicios públicos del Gobierno?
– Porque ha habido una claudicación hacia las empresas privatizadas en el menemismo: se renegociaron los contratos en condiciones desventajosas para los usuarios, en beneficio de las empresas. Lo he denunciado en la Cámara de Diputados: las terminales portuarias, Edelap, eléctricas, GasBan. Es todo una verdadera vergüenza.
– Usted comenta que difiere con el Gobierno respecto a las privatizadas. Pero también se estatizaron empresas…
– Estoy de acuerdo con haber anulado esos contratos. Pero todavía hay que mejorar el funcionamiento de esas empresas: Aysa, Aerolíneas Argentinas, ferrocarriles… En cambio el Correo realmente está funcionando mucho mejor que cuando era privado.
– ¿Y con la estatización de las AFJP?
– Tanto el partido como los bloques estuvimos de acuerdo en terminar con ese gran negocio financiero que eran las AFJPs y en que había que crear una comisión parlamentaria de seguimiento.
– ¿Qué tres proyectos presentaría si asumiera como legislador?
– Un proyecto para establecer un marco regulatorio a la telefonía celular que hoy comete todo tipo de abusos con sus millones de usuarios por todo el país. Propondría un proyecto de ley para establecer un marco regulatorio general para todas las empresas privatizadas de servicios públicos, que hoy no existe y les permite a las empresas de servicios públicos cometer todo tipo de abusos con los usuarios. Y por último reducir o eliminar el IVA a los artículos de la canasta básica de alimentos, tal como se hace en otros países: tienen un IVA pequeño de pocos puntos para los artículos de la canasta básica y establecen un IVA más alto para los artículos suntuarios o de uso de los sectores sociales más elevados.
