Por Julio El Alí

– ¿Considera que se necesita una nueva Ley de Estupefacientes?

– La actual legislación en materia de estupefacientes data de 1989, por lo que corresponde actualizarla. Con la reforma de la Constitución Nacional de 1994 se incorporaron, con jerarquía constitucional, instrumentos internacionales de derechos humanos que señalan el marco en el que se debe encuadrar la legislación en general. En este sentido, la legislación en materia de estupefacientes también debe respetar los derechos fundamentales, especialmente, en este caso, el derecho a la salud de los adictos y consumidores que no cuentan con tratamientos adecuados, información ni prevención sanitaria. Los últimos años demostraron que con la normativa actual el consumo de estupefacientes no ha disminuido, ya que de las estadísticas oficiales del Poder Judicial surge que del total de ingresos al sistema penal el 70 por ciento corresponde a tenencia y consumo personal, producto de decomisos en la vía pública.

– ¿Qué habría que modificar de la norma vigente?

– Principalmente debe modificarse el enfoque. Los recursos del Estado deben ser para la lucha contra el narcotráfico y desbaratar las grandes bandas nacionales e internacionales, lo que permitirá descomprimir el sistema penal que actualmente está orientado al castigo de pequeños consumidores.

– ¿Cuál será la voluntad política del Gobierno sobre este tema? ¿El Poder Ejecutivo enviará una iniciativa al respecto?

– El Comité Científico Asesor en materia de drogas del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos elaboró un anteproyecto de reforma de la actual Ley de Estupefacientes. Aún no ha ingresado para el tratamiento de la Cámara.

– ¿Cómo vincula la escuela con la lucha contra las drogas?

– Es verdad que el fenómeno del uso indebido de drogas se presenta cada vez con mayor fuerza en diferentes espacios sociales, incluidas las escuelas. La drogadicción se combate no sólo con intervenciones de índole sanitaria y judicial, sino también y sobre todo con la creación de nuevas relaciones humanas, ricas en valores espirituales y afectivos.

– ¿Se debe establecer un programa?

– Creemos en la necesidad de implementar un programa de educación y prevención que actúe a lo largo y a lo ancho de nuestro país, con el objetivo de dar a todos sus ciudadanos las herramientas indispensables para vivir en plenitud y trabajar para un futuro promisorio.