Se trata del hurto de libros de gran valor de Colecciones Especiales de la Biblioteca del Congreso de la Nación. La Justicia la declaró inocente pero jamás volvió a su puesto de trabajo. El presunto culpable sería un cura.
La Asociación del Personal Legislativo (APL) realizará este martes a las 13 en el Salón Oficial del Congreso un acto de desagravio a la bibliotecaria Pilar María Malleville.
Según personal de Biblioteca, la causa se inicia en enero de 1983 a raíz de que Pilar María Malleville, por entonces jefa de División sorprendió al sacerdote Lucas Tapia, presentado el día anterior como experto bibliófilo, guardando en un bolsillo oculto de su sotana un libro de Actas del Antiguo Cabildo de Buenos Aires, y lo intimó a devolverlo.
Un rápido relevamiento llevó a la funcionaria a la confección de un listado de 31 libros faltantes y, alarmada, se comunicó con la persona que había llevado al sacerdote, el médico Ismael Glusman, quien hacía casi dos meses frecuentaba la “Biblioteca Reservada”.
El viernes 21 de enero recibió el libro en cuestión, pero también amenazas acerca de una organización poderosa que operaba traficando libros valiosos en el extranjero. El lunes siguiente, 24 de enero, Malleville informó a su superior inmediato, Eugenio Emilio Piccolini, subdirector de Referencia General, y con éste, al director de la Biblioteca Alfredo Kohn Loncarica, quienes "sorprendentemente se muestran renuentes a formalizar la denuncia policial". En un comunicado emitido por APL se describe que el 1 de febrero, Malleville da forma escrita a su denuncia y dos días después el director hace lo propio ante la Comisaría sexta de la Policía Federal.
La actividad policial deriva en la incautación de más de un centenar de libros antiguos, algunos pertenecientes a la Biblioteca del Congreso de la Nación, pero también a la Biblioteca Nacional, Archivo General de la Nación, Convento de Santo Domingo, Museo Fernández Blanco, Museo José Hernández, Museo Mitre y Academia Nacional de Historia, todos hallados en la Parroquia de Villa Ballester en cual se desempeñaba el sacerdote Tapia, el que poco después es detenido, así como también Glusman y Pilar Malleville, cuya detención se prolonga durante 45 días en la Cárcel de Ezeiza. A su vez se dispone sumariarla y suspenderla en sus funciones.
Entretanto, Glusman se quita la vida, poco después de su excarcelación. Sin trabajo, viuda y con 4 hijos menores, Pilar habría de sostenerse vendiendo artesanías, y gracias a la constante ayuda de sus hermanos hasta que el 11 de diciembre de 1986, casi cuatro años después de los hechos narrados, la causa culmina con el sobreseimiento definitivo de Pilar con la expresa mención “la formación del sumario en nada afecta el buen nombre y honor del que gozare”.
El fallo en otra de sus partes dice: “Las afirmaciones de inocencia de Pilar María Malleville no hallan otra oposición en el legajo que los dichos de su coprocesado Tapia, cuando este sostiene que retiró una de sus obras escondidas en su hábito, pero que lo ocultó en un primer lugar momento para no comprometer a la señora Pilar… y luego se lo llevó suponiendo que ella se lo regalaba”.
"La expresión, además de ambigua, es vertida en un contexto que la hace completamente inverosímil", señala el fallo.
Pilar es entonces reincorporada, y se le pagan los salarios adeudados que le alcanzan apenas para pagar las deudas contraídas. "A nadie se le ocurre devolverle su jerarquía y responsabilidad, le asignan un oscuro y rutinario trabajo, hasta jubilarla", recuerda APL.
"El cura Tapia tuvo mejor suerte: fue también sobreseído, aunque provisionalmente. Y aún tuvo ánimo de discutir por vía judicial, la propiedad de los libros", concluye el comunicado del personal de Biblioteca.