La oposición intenta mostrarse unida ante la sociedad pero, sin embargo, sus peleas trascienden las paredes y se plasma en los medios de comunicación. Empero, el oficialismo, el cual parece alicaído y sin respuesta, también se encuentra con ciertas divisiones internas que producen roces que alimentan los rumores de portazos de más de un diputado.

En el ocaso del poderoso y omnipotente bloque del Frente para la Victoria, su jefe de bloque Agustín Rossi debe lidiar con “halcones y palomas”, por lo que no sólo debe conseguir consensuar posiciones con los distintos sectores de la oposición, sino que también debe aunar voluntades dentro del bloque propio ya que varios legisladores analizan una y otra vez abandonar la bancada por no coincidir con el método de conducción política.

Este es el quid de la cuestión, porque la metodología empleada por el matrimonio Kirchner para hacer política ya es cuestionada hasta por propios hombres que fueron fieles desde el comienzo del Gobierno de Néstor Kirchner en 2003.

Si bien los discursos parecen ser cada vez más antagónicos, por debajo, los mismos que defienden a ultranza reconocen que debe haber un cambio en la forma de conducción de sus líderes. La confrontación permanente, exacerbada desde el oficialismo logra que antagónicos sectores políticos de la oposición conformen un especial conglomerado en el cual es más fuerte el sentimiento contrario al Gobierno que sus propias divergencias internas. Por lo tanto, la terquedad de Kirchner impulsa que varios diputados propios disientan con su forma de conducción y analicen refugiarse en el peronismo que está enfrentado al Gobierno.

En la actualidad, la inferioridad numérica en que se encuentra el FpV respecto al denominado Grupo A, obliga al oficialismo a buscar acuerdos entre los bloques más propensos a consensuar iniciativas. Con este objetivo, varios diputados son los encargados de tejer relaciones con los distintos bloques parlamentarios buscando aliados en ciertos temas. Sin embargo, luego de todo el esfuerzo realizado por los diputados del FpV, el propio Néstor Kirchner rechaza todos los acuerdos y obliga a volver a foja cero. Por lo tanto, sus fieles ya muestran claras señales de cansancio de una situación extrema, ya que cualquier principio de acuerdo es tirado por la borda por NK.

En este marco de constante de tensión, el bloque del Frente para la Victoria se divide en dos grupos: “Gurkas” y “Acuerdistas”. Así son denominados los dos bandos comúnmente llamados “Halcones y Palomas”. Los kirchneristas duros no quieren pactar y disparan contra la oposición y, dentro de las oficinas del tercer piso del Palacio, critican la actitud de algunos dirigentes oficialistas que proponen una forma más consensuado del kirchnerismo auténtico, cuya características son la prepotencia, soberbia y desprecio por las instituciones.

En este caso, los denominados acuerdistas aluden que los gurkas quieren “ir a todo o nada” y “así nos van a hacer perder todo”. En consecuencia, hay un grupo que se sienta a debatir con la oposición y dice una cosa y luego, cuando se reúne con los kirchneristas de paladar negro, termina optando por otras ideas mucho más confrontativas que, desde el recambio legislativo, lo único que ha provocado son derrotas.

Que sí, que no por el Consejo de la Magistratura

El último ejemplo de la división de criterios políticos en el oficialismo se dio en la Comisión de Justicia de la Cámara baja, en la cual los diputados oficialistas tuvieron un concreto avance en la búsqueda de un acuerdo por la agenda y luego de un cruce de palabras de un diputado del riñón de Néstor, dieron marcha atrás y trataron de volver a la estrategia inicial.

Resulta que la oposición había propuesto iniciar en una semana las audiencias públicas por la reforma del Consejo de la Magistratura. Luego de idas y vuelta, la filas k encabezadas por Diana Conti, Alejandro Rossi y Héctor Recalde habían aceptado comenzar a discutir el tema aunque no estaban de acuerdo. Sin embargo, rápidos de reflejos, el ultrakirchnerista Carlos Kunkel alzó su vos en la comisión y frenó el posible acuerdo. Tras la intervención de Kunkel, tomó la posta el peronista Jorge Yoma, quien hasta intentó crear una subcomisión y si bien no lo logró, si pudo frenar la embestida opositora que tenía la venia de algunos kirchneristas que habían acordado comenzar a discutir la reforma del Consejo de la Magistratura.

El peor panorama para el kirchnerismo es que, tarde o temprano, esta manera de hacer política acelerará la diáspora en el oficialismo.