A horas de la reasunción de Néstor Kirchner al frente del partido, el ex gobernador salteño decidió dejar su cargo en la Mesa Directiva del Consejo del Partido Justicialista. Y lo hizo con fuertes críticas al ex mandatario nacional.
La nota tiene como hora de entrada las 12.21 de este miércoles 10 de marzo. Ese es el momento en el que el senador Juan Carlos Romero presentó ante el Consejo Nacional del PJ su renuncia al cargo que tenía en la mesa de conducción del partido. Obviamente tal decisión fue adoptada a escasas horas del acto en el que el diputado Néstor Kirchner se pondrá nuevamente al frente del partido.
Romero definió su actitud como un “deber político y moral” y lo hizo “convencido de que nuestra organización partidaria no puede convalidar en silencio un acto vaciado de legitimidad política e institucional”.
“Es evidente que el valor de la palabra es un gesto de honradez que el kirchnerismo desconoce”, señaló Romero en su nota, en la que agrega que es por ello que “las autoridades partidarias permiten a quien renunció en forma indeclinable volver caprichosamente a tomar su cargo”.
Para Romero esta decisión personal es “desprolija y autoritaria”, la cual “se compadece con un Gobierno nacional que ignoró, violó y manipuló política e institucionalmente en forma sistemática y deliberada leyes, reglamentos y acuerdos”.
El senador salteño reconoció que Néstor Kirchner renunció públicamente luego de su derrota del 28 de junio, “consciente de que la mayoría del pueblo argentino y gran parte del peronismo decidieron cerrar un ciclo que había llevado al país al mayor desencuentro político, social e institucional que se tenga memoria”.
Y advierte que “si la admisión de la derrota fue un impulso razonable, pretender retomar, desnuda la inexistencia ética de dicha acción”.
“No podemos consentir los peronistas prestar conformidad a este despropósito -puntualiza la nota de renuncia de Romero-. Los compañeros gobernadores, legisladores e intendentes, deberían por el futuro país y del peronismo recobrar con dignidad y valor la jerarquía de la representación que ostentan”.
Así las cosas, concluye diciendo que “dejar de lado la trayectoria del justicialismo y los principios de Juan Domingo Perón para servir al interés personal de una conducción cargada de desprestigio para propios y extraños es una abdicación política que nuestra historia se encargará de señalar”.
