Pese a que resta más de un año para las internas abiertas para la nominación de los candidatos, Daniel Scioli sería el Plan B elegido por Néstor Kirchner para enfrentar a quien se decida competir con el oficialismo.
Corrían los primeros meses de la gestión de Néstor Kirchner y su gobierno, que había llegado al poder con un escuálido 22 por ciento de los votos, estaba en creciente apogeo. Con su imagen pública en ascenso, el santacruceño había relativizado igualmente la posibilidad de ir por la reelección en 2007, argumentando el desgaste que le insumiría su Gobierno.
Consultado por esos días un colaborador muy pero muy cercano al matrimonio Kirchner por Parlamentario, el hombre admitió que si le iba bien a Néstor, ¿por qué no iba a ir por la reelección? ¿Y después podría sucederlo su esposa?, fue la pregunta siguiente, ante lo cual esta fuente se recostó sobre el respaldo de su sillón, miró más allá de su interlocutor y deslizó esperanzado: “¿Te imaginas 16 años en la Casa de Gobierno?”.
Sonaba ilusionado, aunque hoy él ya no está cerca del calor del poder. Por entonces, nadie aventuraba siquiera la posibilidad presidencial de Cristina Kirchner y su propio esposo no había empezado con el juego de “pingüino o pingüina”, que se extendió durante meses, hasta definirse por la segunda opción.
La jugada era más sorpresiva y, si se quiere, garantizaba con mayor precisión la posibilidad de perdurabilidad del proyecto kirchnerista, que tiene asegurados ocho años, y que se ilusiona al menos con doce. El propio Néstor Kirchner confesó públicamente esas expectativas cuando habló de gobernar hasta 2020. Le sobró un año a la exteriorización de sus cálculos, es verdad, pues debió citar 2019, pero entendamos que lo suyo fue un redondeo.
Igual, al día siguiente fue más preciso al aclarar que no hablaba estrictamente de él o su esposa, sino que había otros que bien podían llevar adelante el modelo vigente. Sonó más realista, pero en modo alguno debiera ser interpretado como una abdicación adelantada de su aspiración a reincidir.
La Presidenta ha dejado entrever ya dos veces que no irá por la reelección, al hablar de que se irá a su casa en 2011. La segunda fue en diálogo con el cardenal Jorge Bergoglio. Suena convincente.
Su esposo, en cambio, hasta ahora no se ha bajado de ninguna candidatura, aunque aún no la ha enarbolado. Intimamente ya le habría confesado a sus hombres más cercanos que no será candidato, tal cual ya lo adelantamos en ediciones anteriores, y que el hombre elegido es el gobernador bonaerense Daniel Scioli, que hasta ahora ha respetado ha rajatabla las órdenes del matrimonio presidencial.
Más allá que NK confía en que podrá vencer los obstáculos que lo distancian de la ambición de volver al sillón presidencial -léase encuestas-, tampoco es tan obcecado de no pensar en un Plan B.
El banco K
Esta vez la alternativa no será “pingüino o pingüina”; sino es él, deberá ser alguien identificado con el modelo, que no cargue con la imagen negativa que pueda frenar la aspiración de los Kirchner. Es ahí donde NK no tiene serias dificultades para encontrar “el hombre” que pudiera ser confiable para el matrimonio, y que no carguen con una imagen negativa alta.
La búsqueda de nombres no es engorrosa, no son tantos. En primera línea figura Daniel Scioli, luego en un escalón más abajo se ubica el chaqueño Jorge Capitanich y el sanjuanino José Luis Gioja. Son los nombres que más han sonado, pero tienen sus lastres. En el caso de Capitanich, si bien se ha recuperado en su propia provincia, sus posturas lo han identificado demasiado con los Kirchner, sobre todo durante el conflicto con el campo, minando su imagen nacional.
Tiene además en contra a su ex esposa, la diputada Sandra Mendoza, que hoy instalada en el Congreso de la Nación podría convertirse de motus propio en una fuente inagotable para mellar una campaña presidencial del gobernador chaqueño.
A José Luis Gioja le va muy bien en San Juan, una provincia sin mayores problemas económicos, pero debería lidiar con el alto grado de desconocimiento de su persona a nivel nacional. Podría funcionar mejor como complemento de una fórmula presidencial, y recordemos que ya fue el virtual vicepresidente de la Nación, cuando durante la presidencia de Eduardo Duhalde era presidente provisional del Senado.
Pero todos los caminos de un Plan B conducen a Daniel Scioli, quien íntimamente ya se siente el elegido para una alternativa presidencial del modelo sin los Kirchner al frente. Fiel a su estilo, será imposible sacarle una definición concreta sobre el tema, pues no se saldrá del libreto que lo lleva a decir que “todavía falta mucho para 2011”. Pero también podrá admitirlo con una frase que figura en su diccionario: “Yo no le esquivo a ningún desafío”.
Néstor Kirchner bien lo comprobó cuando decidió que en lugar de postularse para la Ciudad de Buenos Aires fuera candidato a gobernador bonaerense.
Scioli está convencido de que será el candidato del kirchnerismo. Tan es así que su tropa ya comenzó a llenar de carteles las rutas bonaerenses. Se ilusiona a partir de una imagen que se mantiene por encima de la del ex presidente Kirchner, a pesar de todos los contratiempos que ha debido sortear. Recita de memoria datos que hablan de una provincia sin crisis, “desestressada” -tal el calificativo que ha decidido ponerle-, y confía en que se avecina una primavera económica que alcanzará a la Argentina pese a sus turbulencias políticas, por lo que bien podría revertirse la intención de voto hoy refractaria al oficialismo, sobre todo si la oposición no cuenta con un liderazgo vigoroso.
Por si acaso, Daniel Scioli no habla de dejar la Provincia. La última semana aclaró que todo su trabajo y esfuerzos están puestos allí y deslizó que para 2011 no se baja de la reelección. Pero deja traslucir por primera vez cual es su paciente expectativa para el próximo año, o para 2015, en todo caso, cuando desliza su hipótesis sobre porqué nunca un gobernador bonaerense llegó a la presidencia a través de los votos.
“Siempre se enfrentaron con el Gobierno nacional”, explica, para ejemplificar con las figuras de Duhalde con Menem; Ruckauf con De la Rúa luego, y hasta Felipe Solá con Kirchner. Ergo, una buena sintonía con la administración central le elimina buena parte de los obstáculos para esa carrera, interpreta Scioli, aunque esa parte ya no la expresa.
Afirman que el propio Kirchner le ha confesado a Scioli su condición de elegido, y que él le contestó con el mismo libreto que usa ante los medios: que todavía falta mucho para 2011. Pero íntimamente se siente convencido de que la alternativa será “pingüino o gobernador K”, y en esa alternativa él tiene todas las fichas.
Tercero en discordia
Ese es el escenario puertas adentro de la Quinta Presidencial de Olivos, empero no es el definitivo, pues si finalmente el mandatario bonaerense es el nominado, resta el mensaje de las urnas en la interna abierta de agosto del año que viene, siempre y cuando se realice. Allí la sociedad deberá elegir al candidato presidencial del PJ.
Empero quien plantea otro cursos de acción es el ex senador y ex presidente de la Nación, Eduardo Duhalde, quien salió a marcar la cancha afirmando que al final en las internas será “entre él o yo”, en referencia a NK. Es más dijo públicamente que lo va a borrar del mapa electoral y lo eyectará definitivamente del peronismo, obligándolo a regresar a Santa Cruz.
En rigor Duhalde sale con esa postura para despejar el camino, dejando en la ruta al santafesino Carlos Reutemann y Francisco de Narváez, potenciales candidatos a someterse a la voluntad popular en la interna abierta.
En el caso del diputado y empresario De Narváez lo ningunea en su condición de extranjero para tocar la sensibilidad nacionalista de los argentinos y de paso -fundamentalmente- enviar un mensaje a la Corte Suprema de Justicia de la Nación quien seguramente se deberá expedir sobre la presentación de “El Colorado” para que tengan la última palabra si se puede presentar en las urnas presidenciales, que es su máxima aspiración.
Ese el panorama que otea desde Lomas de Zamora Duhalde y sus huestes, pero ahora o cuando se decida la sucesión de la pareja presidencial deberá esbozar otra estrategia ya que no será Néstor Kirchner, sino Daniel Scioli con quien deberá librar su última batalla electoral.
Sin lugar a dudas que la gordura del padrón electoral de la provincia de Buenos Aires es un elemento de peso a la hora de las decisiones como ha quedado demostrado en las últimas elecciones, sin que ello implique menospreciar los votos de los jujeños o los de Tierra del Fuego, por citar dos ejemplos.
En síntesis, nuevamente el peronismo está convulsionado, pese a que falta mas de un largo trecho para la nominación final, pero al igual que los radicales, las internas son el fuego de sus existencia. Qué sería de ellos sin las internas y las intrigas palaciegas.
Resta entonces esperar los momentos de las definiciones, el que está atado a lo que suceda políticamente en estas horas en el Palacio de las Leyes, que se ha convertido en el epicentro de una lucha sin cuartel entre el oficialismo y la oposición que tiene como telón de fondo las elecciones presidenciales. Cada uno brega por su espacio y sus candidatos, en el peronismo ya se vislumbra quienes pueden ser.