Por César Montenegro

Sin duda alguna la Legislatura porteña ha mostrado un alto grado de madurez política, donde más allá de las lógicas diferencias políticas, siempre o casi siempre predominó la sensatez y el consenso para debatir propuestas en el recinto. Un logro casi de excelencia se podría decir, ya que pudo sesionar en cuatro ocasiones desde que se inauguró el periodo ordinario de deliberaciones, algo que no ocurrió en el Congreso de la Nación, al que aquejó una parálisis casi sin precedentes, por lo menos por 45 días. Un mal de ausencias que afecta seriamente el rol que le cabe al sistema democrático.

Parlamentario quiso conocer a través de los protagonistas directos las razones de esta tarea que en otros parlamentos no se ha dado. Para ello entrevistó a tres de los legisladores que más incidencia tienen a la hora de sentarse a negociar la agenda legislativa: el presidente del bloque PRO, Cristian Ritondo; el titular del bloque Peronista, Diego Kravetz y el vicepresidente 3º de la Legislatura, Sergio Abrevaya de la Coalición Cívica.

Consenso

Los diputados coincidieron en señalar que fue el consenso, la fuerza motriz lo que impulsó permanentemente todas las ponencias expuestas por los diversos sectores que conforman el Cuerpo.

Al respecto el titular de la bancada PRO, Cristian Ritondo, afirmó que aunque no cuentan con mayoría y pertenecen al oficialismo se sienten en la obligación de sesionar “al igual que la oposición tenemos el compromiso de fijar una agenda parlamentaria para sesionar y en eso trabajamos constantemente”, sostuvo el legislador macrista.

“Nosotros estamos dispuestos a hacer todo el esfuerzo y reconocemos que los bloques opositores también lo hacen”, acotó Ritondo.

En tanto desde el bloque denominado Peronista, su titular Diego Kravetz, cree que “Nación y Ciudad tienen realidades distintas; me parece que hay temas de una sensibilidad bastante particular que no tienen correlato con lo que ocurre en la Ciudad; en el Congreso nacional están en discusión los DNU, el pago con reservas, el Consejo de la Magistratura. Acá la verdad, excepto el tema inundaciones, no hay otros temas importantes sobre los que haya divergencias, por lo cual, es más fácil sesionar”.

El vicepresidente 3º de la Legislatura, Sergio Abrevaya, en tanto, manifestó que “hay un diferencia cultural importante; la Ciudad funciona con un nivel de urgencias legislativas y de resoluciones a raíz de la inmediatez que hay entre el Estado y los vecinos que obliga a consensuar permanentemente; exige estar, consensuar y sancionar leyes que tienen un impacto muy rápido y directo en los porteños”.

En esa línea, Parlamentario quiso conocer de boca de los propios actores cómo era posible priorizar acuerdos, teniendo en cuenta las diferencias políticas. Los entrevistados coincidieron en señalar que la tarea encomendada exigía llevarla a cabo de la mejor manera posible y que ello era posible mediante la búsqueda de coincidencias e imponiéndose un programa de trabajo.

Al respecto Ritondo sostiene que “nosotros venimos de un ejercicio de no ser mayoría al cabo de dos años de ejercer el Gobierno; en cambio el Gobierno nacional recién ahora empieza la experiencia de no tener mayoría y también tiene que ver con la posibilidad que tienen todos los espacios legislativos de la oposición de que sus propuestas sean sancionadas; se trata de alcanzar los consensos necesarios en el ámbito del Parlamento”.

En ese sentido Kravetz expresó que las diferencias básicamente “tienen que ver más con las temáticas a discutir; los temas a nivel nacional tiene tal grado de rispidez que impide sentarse en el recinto al oficialismo y a la oposición; no pasa lo mismo en la Ciudad que por ahora la temática legislativa no presenta demasiadas controversias”.

Desde la Coalición Cívica, Sergio Abrevaya en cambio marcó algunas diferencias, sobre todo en el alcance de las normas sobre las que se legisla; por ello indicó que la aprobación de las propuestas legislativas en la Ciudad “exige estar, consensuar y sancionar leyes que tienen un impacto muy rápido y directo; en cambio las leyes nacionales tienen un impacto enorme en la Nación, pero son de una vigencia mucho más larga y son muchas menos de las que se necesita en la ciudad de Buenos Aires. En nuestro caso se refieren a modificaciones a códigos, leyes económicas, que requieren otro tipo de intervención y quizá mucho más simple”, afirmó el legislador.

A todas luces, la posición de estos tres dirigentes que ocupan cargos relevantes en uno de los tres poderes de la Ciudad, muestra que el hecho de que ninguna de las fuerzas que conforman el cuerpo deliberativo cuente con mayoría absoluta, es imperioso acordar para llevar adelante un programa de trabajo. Hasta ahora, consenso mediante lo han conseguido.

“Nosotros tenemos un Gobierno que nos permite tener mucha más amplitud, mientras que los legisladores nacionales no tienen de la Casa Rosada”, aseveró a Parlamentario, Cristian Ritondo, una especie de justificación ante las numerosas ocasiones en las que cedió el macrismo a la presión de la oposición para poder sesionar.

Desde el peronismo Diego Kravetz afirmó que “nosotros tratamos que haya todos los jueves sesión, tratando de mejorar todos los días la calidad parlamentaria del Cuerpo; igualmente entiendo -a pesar de tener que hacer comparaciones que resultan a menudo odiosas- respecto a la realidad nacional con la situación local, la nacional es bastante más compleja lo cual hace que el Congreso esté paralizado, a la Legislatura por suerte no le pasa eso”.

Sergio Abrevaya por su parte sostiene que en el Congreso de la Nación “el oficialismo kirchnerista tiende a retirarse cuando no gana y eso lo hace un mal perdedor; en la Ciudad lo intentaron, pero si se retira el macrismo, la oposición igual puede sesionar”.

Entendimiento

Una verdad absoluta que se desprende de lo expresado por los legisladores entrevistados es que el entendimiento no es empate infinito y que el mismo no es una condena para la acción, sino al contrario, el principio de la misma. Es decir, si no hay entendimiento de principios no se circula por el buen camino. En el caso concreto de la Legislatura porteña parece que la única vía posible ha sido el entendimiento.

Para ello también ayudó que durante las elecciones de 2009, los partidos políticos presentaran programas más moderados y estrategias de cambio basadas en el pragmatismo que en el maximalismo ideológico.

Así ha ocurrido en el Parlamento porteño, donde los debates discurren en su mayor parte por la senda del consenso, si bien hay momentos de cortocircuitos y hasta situaciones críticas en las que las principales fuerzas políticas estuvieron al borde de la ruptura, a último momento esas desaveniencias fueron subsanadas. También se debe tener en cuenta que el debate en torno a ciertas cuestiones debió ser abordado por los protagonistas a partir de posicionamientos ideológicos y planeamientos estratégicos muy distantes, que no siempre se pudieron salvar con facilidad.

El resultado final de esa estrategia negociadora ha sido la elaboración de importantes leyes: La mayoría de las veces no hubo coincidencia absoluta, pero sin embargo mediante el juego de las mayorías y minorías se impuso el texto de un proyecto, sin drama, a pesar del crisol de espacios políticos que cohabitan la Legislatura.

Con sus pro y contra, los legisladores han cumplido –hasta ahora- cabalmente con su deber: legislar para los vecinos. Sin duda alguna, privilegiaron el consenso antes que el enfrentamiento. Las pruebas están a la vista.