No sólo el menú que escogió cada bloque para saciar el hambre de los legisladores cuando se debatió y se anuló uno de los DNU de la discordia, es motivo de risueños comentarios por la comida elegida -pizza, sushi y empanadas-, sino por algunos tramos de la sesión.

Efectivamente al argumentar su rechazo al DNU del Fondo del Bicentenario, el radical Rubén Lanceta apeló a un pasaje de las Catilinarias de Cicerón, pero de acuerdo con los estudiosos, equivocó la frase al enfatizar “¿hasta cuándo Catalina?”. En rigor el nombre correcto era Catilina.

A su turno, Felipe Solá recurrió a la historia y a las anécdotas. Con su mejor sonrisa, el bonaerense dijo que no pensaba “evocar a Catalina”, como había hecho Lanceta, y ni lerdo ni perezoso ilustró a los presentes de que es “Catilina”… E inmediatamente agregó que “Catalina era la perra que le regalé a Cristina”, en alusión a la presidenta de la Nación, cuando el legislador mantenía una buena relación con la pareja presidencial.