Los medios de comunicación cumplen un rol central en las sociedades contemporáneas, podría pensarse en ellos como el “ágora” de nuestros tiempos. Constituyen un ingrediente indispensable capaz de materializar libertades fundamentales como son la de pensamiento y expresión que pertenecen a todo aquel ciudadano que forma parte de un sistema democrático. En este sentido, no podemos dejar de reconocer a aquellos como instrumentos idóneos para lograr el pluralismo informativo, la participación ciudadana en la esfera pública, así como también la transparencia política sujeta al examen de la sociedad.

La idea clásica del periodismo entendido como una práctica informativa cuya materia prima es la noticia, considerada como un bien social, ha variado producto de varias causas, entre ellas, la globalización y la concentración de los medios. Estos cambios modificaron la concepción de noticia transformándola en una mercancía más, desdibujando así el rol social que la caracterizó por mucho tiempo y el cual debe recuperarse. El compromiso de informar veraz, imparcial y objetivamente comenzó a desvanecerse con la competencia, la avidez sin límite por dar primicias y la lucha feroz por captar o mantener las audiencias o los lectores.

La responsabilidad juega un papel central en el desarrollo de la profesión periodística. Hablar de la responsabilidad de los medios periodísticos es internarse en los territorios subjetivos de la ética y de la ciencia de la información. En este sentido, podríamos hablar de la búsqueda de límites de carácter legal o de orden moral que todo periodista debe reconocer y respetar en el libre ejercicio de su profesión.

Un buen funcionamiento de los medios de comunicación forma parte de la consolidación de todo proceso democrático, solo así la democracia puede reflejarse como una polifonía de ideas, intereses y visiones del mundo. La labor periodística es clave en dicho proceso.

Cumpliéndose hoy el vigésimo primer aniversario de la revista Semanario Parlamentario destacamos su labor, reconocemos su dedicación y valoramos su compromiso de informar a los ciudadanos porteños con el fin de lograr conformar la “opinión libre” que debería caracterizar a las sociedades democráticas. Su persistencia a lo largo de los años ha demostrado no sólo la importancia que para una sociedad implica el debate parlamentario, sino también el respeto por la diversidad, el enriquecimiento del debate de ideas y la representatividad de opiniones que hoy en día forman parte de nuestra sociedad.

* Oscar Moscariello es vicepresidente I de la Legislatura porteña