– ¿Cuál es el núcleo del proyecto?

– La idea es ir eliminando de manera gradual la utilización del glifosato, al menos en la provincia de Buenos Aires. Se plantea un diez por ciento anual a partir de la sanción de la ley y el cese de comercialización definitiva en 2019. Cuando yo planteo lo de la eliminación gradual es porque en muchos discursos, incluso quienes utilizan el glifosato de manera sistemática, nos decían, en defensa del uso del herbicida, que no es que el glifosato hace mal, sino que en realidad se usa de manera desmedida.

– ¿En qué investigaciones se basó para fundamentar el proyecto?

– El doctor Andrés Carrasco hace dos años –aproximadamente- hizo una investigación donde se usaban, con muestras de anfibios y ratas. Ningún tipo de vacuna, ningún tipo de medicamentos se puede hacer su comprobación sobre personas antes de que sean comprobados en estos animales que son de uso científico en los protocolos. Esta investigación, hace por lo menos un mes, fue publicada en una revista científica donde los procedimientos por los cuales se hizo la investigación eran aceptables dentro del ámbito científico.

– ¿Qué otras motivaciones ha tenido?

– Yo creo que en Argentina se ha ido avanzando mucho en lo que son los derechos de primera generación y los derechos de segunda generación, pero todavía falta avanzar sobre aquellos derechos que tienen que ver con el bien común. En general, preservar la calidad de vida, preservar el ambiente. Yo entiendo que la manera en que se está explotando la tierra en Argentina, no es la manera más saludable. No es bueno para la gente, no es bueno para el país y no es bueno para un recurso no renovable como es la tierra. Entonces creo que la soja cumple un ciclo. Las consecuencias las vamos a tener.

– ¿En cierta medida está cuestionando el modelo productivo?

– De la cantidad total de soja que se produce en Argentina, el 60% viene de la provincia de Buenos Aires; y de ese 60%, el 80 está en muy pocas manos. Cada vez hay mayor concentración de tierras. Tenemos que pensar que el modelo tal cual hoy se está profundizando, lleva a la utilización de la tierra para un monocultivo que tiene un ciclo. Hoy tenemos un gran importador, que es China. Pero puede pasar que el año que viene ese importador que compra los productos argentinos no exista o demande otro tipo de productos y el suelo argentino no podrá satisfacer esas demandas por haber perdido muchísimo su riqueza.

– ¿Por qué se discute recién ahora este tema?

– Creo que hay mucho desconocimiento. Y es más fácil en los pueblos del interior, como en San Jorge, Santa Fe, que tiene 25 mil habitantes, y se puede socializar, hacer circular la información. A pesar de que los medios de comunicación nos permiten estar mejor conectados, lo que mejor transmite es el boca a boca.

– ¿Qué posibilidades ve al proyecto?

– Muchos de los que utilizan el glifosato han tenido que salir a dar la cara. Masivamente nadie había salido a cuestionar el uso del herbicida, más que hablar de los pro y los contra. Lo interesante es que esto genera una posibilidad de que en la provincia de Buenos Aires se pueda discutir de manera profunda, amplia e involucrando a todos los sectores.