Un nuevo debate recorre las filas de especialistas, educadores, políticos comprometidos con las políticas sociales. ¿Es correcta la media sanción del Senado creando por ley un servicio de inclusión para jóvenes de 14 a 25 años, que no estudian ni trabajan, para realizar talleres de oficios en los cuarteles de las FFAA?

La iniciativa contacta con la terrible realidad de tener una franja de población juvenil excluida del mundo educativo y del mundo laboral. Los “NINI” como llaman en otros países de Latinoamérica a este grupo numerosos de jóvenes, constituyen una problemática que golpea con fuerza toda la región.

La media sanción del Senado en base a un proyecto del Senador Cobos nos llena de desconcierto. Constituye un retroceso y una claudicación en toda la línea argumental. Después de más de 25 años de democracia, el sistema educativo fue ampliando sus niveles de escolaridad y de políticas de inclusión de manera acelerada. De un 30% de jóvenes escolarizados en la enseñanza media en la década del 70, pasamos al 70% promedio en el año 2005 con provincias y zonas donde superamos el 80 y el 90% en la actualidad.

El debate se centra en cómo llegar a la franja que no sostiene su permanencia en el ámbito educativo. La respuesta no es generando un subsistema en las filas del ejército, aún con un servicio denominado civil, pero atendido por soldados y oficiales. Estas propuestas extremadamente diferenciales y focalizadas, pueden parecer de alcance rápido y eficaz, pero generan más segmentación y desigualdad social, consagrando políticas de segundo nivel para los más pobres.

Necesitamos rediscutir la escuela secundaria y generar programas específicos para el reingreso y la permanencia de jóvenes a quienes la currícula vigente no les resulta aprensible. Los ciclos básicos ocupacionales, las escuelas de reingreso de la ciudad de Buenos Aires y de otras localidades, son ejemplos de iniciativas para incluir a grupos de adolescentes con distintas problemáticas sociales, en un sistema educativo común pero con propuestas diferenciadas.

¿Qué nos falta para hacer masivas estas propuestas? Creo que es hora de hablar de una propuesta de inclusión laboral y educativa que permita que los chicos con destrezas y capacitaciones previas puedan alcanzar trabajos decentes de la mano del Estado y de las redes sociales. Posibilitando la continuación de sus estudios para alcanzar por lo menos el secundario obligatorio. Que las provincias, municipios, y la nación se comprometan a proporcionar un trabajo digno a cada joven que así lo desee y lo necesite. Este es uno de los desafíos de la etapa.

Nada de servicio cívico. Capacitación educativa y laboral a cargo de los Ministerios de Educación y de Trabajo. Y ofertas de inclusión laboral en empresas mixtas, cooperativas, empresas contratistas del Estado, encontrando la forma de subsidiar o incentivar la incorporación de este conjunto enorme de jóvenes que esperan propuestas más serias y modernas. Usemos en todo caso las instalaciones vacantes de las FFAA para organizar talleres de oficios y ciclos de enseñanza secundaria de orientaciones técnicas. Usemos las instalaciones militares para organizar empresas y talleres de fabricaciones argentinas con salarios reales y estrategias de inclusión social acordes con los tiempos.

Pero la autoridad de aplicación tiene que seguir siendo el Ministerio de Educación haciendo todos los convenios imaginables con Desarrollo Social, Trabajo, y demás ministerios y secretarias vinculadas a la Juventud y a la Adolescencia.

No consagremos las franjas de exclusión social con políticas ya superadas. No nos resignemos a consagrar la segmentación y las diferencias abismales entre las clases sociales.

Propongamos alternativas que aseguren la promoción social de nuestros pibes de los sectores populares. Con ofertas educativas de inclusión, con trabajo digno y decente para los mayores de 16 años, con la posibilidad permanente de continuación de los estudios superiores.

Naddeo es diputada de la Ciudad por Diálogo por Buenos Aires