Pocas cosas le deben haber caído tan mal al radicalismo como la referencia que lanzó la semana pasada su ex correligionaria Elisa Carrió a “la gran Jaroslavsky”.

Semejante expresión dio paso inmediatamente a la organización de un acto de desagravio organizado por dirigentes del radicalismo en el propio Congreso de la Nación, frente a una placa que evoca al dirigente entrerriano César Jaroslavsky.

Uno de esos dirigentes, Marcelo Stubrin, dio gracias irónicamente a los que “dieron la excusa para hacerle este homenaje a Chacho, porque él no necesita desagravios”.

Discípulo de Jaroslavsky como joven diputado que fue, Stubrin resaltó la “paciencia de orfebre” del ex titular de la bancada radical en los años 80, que permitía “elaborar acuerdos donde el griterío era insoportable”.

Stubrin fue el único orador del acto, y en referencia a los dichos de Carrió, dijo que “esa acusación llamada la gran Jaroslavsky tiene que ver con una compleja arquitectura institucional que permitió el traspaso del mando anticipado de Alfonsín a Menem”.

“No estábamos de acuerdo con esa legislación, pero lo hicimos para evitar un mal mayor”, recordó Stubrin, para añadir más tarde que “los grandes debates de este Parlamento tuvieron en él un sólido pilar”.