Esta semana fue una de las más complejas de los últimos períodos parlamentarios. Las denuncias de irregularidades en la sanción de la Ley de Presupuesto pone de manifiesto, en toda su plenitud, la necesaria reformulación del sistema republicano. ¿Cuál es el rol del Parlamento y la función de los representantes del pueblo? Es la pregunta que repica en la sociedad.

Nosotros ratificamos nuestra voluntad de fortalecer las instituciones y devolver la calidad institucional a todos los ámbitos públicos. Esta semana afloró lo peor de todos. Desde las denuncias personales y colectivas, la metodología de la presión permanente, el poder omnímodo del ejecutivo sobre el Parlamento, hasta la violencia física.

Apelamos desde estas líneas a la reflexión colectiva. El parlamento nacional es la casa del pueblo. Nuestro rol como diputados es responder a los ciudadanos, sin presiones, sin concesiones, de cara a la sociedad. Pretendemos un Congreso cuyas paredes se vuelvan transparentes. No hay pasillo, ni pared, ni ambiente que oculte la vocación de quienes trabajan para mejorar al país y devolverle la dignidad a su gente.

Creemos que la agenda parlamentaria, fijada a principios de año, debe continuar. La reforma del Indec, la transparencia de los recursos asignados a la publicidad oficial, la suba del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias y la modificación de la Ley de donantes vivos, son iniciativas que mejoran la calidad de vida de los ciudadanos y de las instituciones públicas.

Hay vidas que dependen de la sanción de alguno de esos proyectos, como la necesaria modificación de la Ley de Trasplantes para que las mellizas cordobesas puedan recibir un lóbulo pulmonar de donantes vivos. La sociedad en su conjunto ha escrutado esta semana, con reprobación, los episodios ocurridos en el Congreso. Recuperemos el rumbo de la credibilidad, legislemos con responsabilidad y urgencia, como Marisol y Maribel esperan, como toda la sociedad demanda.