Al principio y al final, la presidenta hizo referencia a su esposo fallecido en octubre pasado. Lo hizo de entrada, al recordar en el primer párrafo de su discurso cuando ella asumió, al mencionar haber recibido de manos de Néstor Kirchner “un país sustancialmente diferente, que había sentado nuevas bases y un nuevo modelo de acumulación económica con inclusión social como nunca se había visto. Era una etapa de fundación de bases de un país que a él le tocó hacer”.

“Y hoy, casi cuatro años después, podemos decir que esas bases y ese nuevo escenario que él supo plantearle a todos los argentinos, rindió sus frutos. Ya no en una etapa de construcción de bases como a él le tocó vivir y hacer contra viento y marea, sino en una etapa de construcción de certezas -agregó-. Porque si algo dejó este maravilloso año del Bicentenario, más allá de la desventura personal de quien les habla -ahí se le quebró la voz-, en el año 2010 se construyeron las certezas que este modelo que este hombre había iniciado el 25 de mayo del año 2003, era el camino indicado para que la Argentina creciera como nunca lo hizo en toda su vida institucional”.

En otro pasaje, aludió al desendeudamiento, recordando que cuando asumió su esposo “tenía la más severa restricción reconocida por todos los sectores, en su endeudamiento externo, que importaba”.

Sobre el final, Cristina remarcó que “lo importante es que tenemos la obligación de construir un país diferente. Y por eso dije que él, que se fue, construyó las bases, y las cosas que él hizo…”. Ahí volvió a quebrarse, y agregó: “Sin sus osadías, sin su mala educación, sin sus malos modales, hubiera sido imposible en aquella Argentina… Hubiera sido imposible, yo no hubiera podido hacer nada”.