En el discurso inaugural de la Asamblea Legislativa que dio inicio al período ordinario de sesiones, el gobernador Daniel Scioli, anunció el envío a la Legislatura de cinco proyectos de ley, destinados a “mejorar la productividad” de la Provincia.

Entre esos proyectos figuraba el de regionalización, que antes de su presentación ya había desatado críticas subrepticias en diversos sectores, inclusive entre el oficialismo. Sin embargo, las dudas se despejaron cuando el Ejecutivo ingresó formalmente la flamante iniciativa por la Cámara de Diputados.

La iniciativa tiene como objetivo, explícito y retórico, impulsar el desarrollo institucional, económico y social, mediante el despliegue de las capacidades de cada una de las nuevas regiones, a fin de “disminuir desequilibrios en materia de desarrollo socioeconómico, crecimiento poblacional e infraestructura, mejorando el tejido social con políticas públicas adaptadas regionalmente”.

Para lograrlo, el plan propone la creación de regiones, como instrumento de desconcentración y descentralización de la Administración Central. Así, se intentará fortalecer y ampliar la autonomía municipal; institucionalizar una gestión integrada de la Región Metropolitana; implantar un modelo de gestión basado en soluciones tecnológicas; y reestructurar la administración, simplificando trámites y procedimientos.

Para esto, cada una de las nuevas regiones se constituirá como una jurisdicción presupuestaria autárquica para la administración de los recursos que le asigne anualmente la Ley de Presupuesto del Estado provincial.

Según se desprende en las líneas del proyecto, el Plan de Regionalización de la provincia se ajustará a criterios territoriales, institucionales, económicos, tecnológicos y de gestión, y específicos de la Región Capital.

Hasta aquí el proyecto viene siguiendo los lineamientos de la presentación en sociedad, porque, como se dice en la jerga, el espíritu del proyecto es el mismo al anteproyecto publicado en los últimos meses, pero el articulado parece recoger ciertas repercusiones que ya habían generado polémica y transita por el camino de la indefinición.

Una de las grandes diferencias consiste en el número de regiones. El primer bosquejo publicitado proponía la creación de nueve regiones en la provincia de Buenos Aires: cuatro para el interior, cuatro para el Conurbano y una para la Región Capital. En cambio, el proyecto recientemente presentado establece que se crearán entre ocho y doce, más una Región Capital. A cada una de estas regiones le corresponde, según se plantea en el proyecto, lo que se denomina Centro Regional con asiento en uno de los distritos que la componen.

El único requisito que deben cumplir los “centros regionales”, es estar ubicados a una distancia no menor a doscientos kilómetros de la capital provincial ni de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Según se informó, el objetivo es “favorecer un desarrollo territorial equilibrado”.

Ambas cuestiones, tanto la definición de las regiones concretamente y los centros regionales de cada una de ellas, fueron motivo de varios cabildeos; es la esencia del debate político la definición de estas cuestiones ya que a partir de esa decisión quedaría atada la suerte de cada uno de los distritos que componen la Provincia para los próximos años. También constituyen el mayor obstáculo para que el proyecto avance o quede en zona de espera.

Cuando el gobernador Daniel Scioli arrancó con esta vieja idea, que da vueltas por la provincia de Buenos Aires, muchos supusieron que ya existía una decisión política y se pusieron en guardia. El proyecto presentado descomprimió la cuestión y, al mismo tiempo, nadie cree que esas definiciones puedan surgir de los legisladores.