Las designaciones digitadas en la Rosada dentro de las listas del FpV en todo el país dejaron un tendal de heridos y un malestar silencioso pero creciente. La reacción más sonora fue la de Carlos Verna, cuyas consecuencias se verán a futuro.
Caja e intendentes del Conurbano”, era la fórmula para gobernar que enarbolaba en vida Néstor Kirchner. Así se lo confesó a un miembro de su equipo económico cuando el santacruceño era presidente y Roberto Lavagna estaba todavía al frente de esa cartera, pero el mandatario, que ya gozaba de altos niveles de popularidad, había dejado atrás la idea de desperonizar el partido y mucho menos batallar con lo que despectivamente denominaba el “pejotismo”.
Ese abc de su esposo que bien conocía Cristina, pareciera haber sido dejado definitivamente de lado, como quedó bien evidenciado con el cierre de listas. No necesariamente por el compañero de fórmula de origen ucedeísta que eligió la mandataria, sino fundamentalmente por la cirugía mayor por la que pasaron las listas legislativas, minuciosamente auscultadas en la Casa Rosada, y nutridas por la primera fila de lo que representa hoy el cristinismo.
Etapa “superadora” del kirchnerismo, el cristinismo encuentra en la juventud en general y La Cámpora en particular el parangón de lo que con Néstor Kirchner vivo representaron la transversalidad primero y la Concertación después. Elementos ambos que generaron no poco recelo en el PJ, pero sobre todo entre los barones del Conurbano. Esos a los que Cristina acaba de desafiar abiertamente con las nominaciones que ella ordenó y Carlos Zannini ejecutó.
Podrá suceder lo mismo que entonces: el pejotismo esperó a que las experiencias kirchneristas se agotaran por sí mismas y volvieran a ellos como tabla de salvación; pero el instinto de supervivencia que los mantiene siempre vigentes podrá hacer que “jueguen en contra” en las próximas elecciones, buscando mantener el poder propio y mostrando su propia capacidad de daño. Ya sucedió en 2009.
El cierre de listas dejó demasiados heridos en el propio kirchnerismo y la onda expansiva seguirá sintiéndose por buen tiempo. Del tema Parlamentario dio cuenta en la edición anterior, donde hablamos de la guillotina K que ejecutó las expectativas de leales espadas kirchneristas como José Pampuro, Patricia Fadel, Gustavo Marconato y Gerónimo Vargas Aignasse. También podría sumarse al pingüino santacruceño Nicolás Fernández, más allá de que en el futuro pueda esperarle algún puesto en el gabinete de Cristina.
El propio Agustín Rossi está nervioso por estos días. No le dan las encuestas para las elecciones santafesinas del 24 de julio. Y a pesar de sus mil batallas en la Cámara baja, el jefe del bloque K presume que a fin de año pueda ser obligado a dejarle el puesto a alguien del cristinismo.
Entre los aliados, la salida más estruendosa fue la de Silvia Vázquez, la única “herida” que alzó la voz con duros cargos contra Carlos Zannini, a quien llegó a comparar con Cobos. Se cuidó de no salpicar, por ahora, a la presidenta, aunque diferenció el estilo actual con el de NK. En los próximos tiempos esa tendencia que ya habían expresado no hace mucho tiempo desde la CGT, se hará más persistente. Vázquez creía tener una promesa de que iría como candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires, pero ese lugar lo ocupará María Laura Leguizamón, amiga de Cristina.
Una queja similar podría escucharse en el sabbatellismo, aunque en vísperas de la elección, ahí se cuidan de abrir demasiado la boca.
Las encuestas le sonríen
La presidenta confía en su imagen elevada y la considera suficiente para ganar sin ayuda. Razón suficiente para actuar de la manera como viene actuando con la dirigencia peronista. Y pese a la indignación que los embarga, muchos jefes del PJ admiten que la necesitan.
No obstante ello, la reacción más estruendosa fue la del senador pampeano Carlos Verna. Fenomenal tiempista, el hasta entonces candidato a gobernador anunció que renuncia a ese cargo que ya ocupó y al que nada hacía suponer que no volviera a acceder, luego de las fuertes controversias generadas en torno al armado de la lista para diputados nacionales.
El senador nacional explicó que su decisión se fundaba en que la presidenta de la Nación no cumplió con un acuerdo en el armado de las listas para diputados y su temor ahora de que en caso de llegar a la gobernación, la Casa Rosada adopte represalias contra su provincia.
No le había salido gratis al peronismo que encabeza el candidato a gobernador Carlos Verna la fuerte discusión que mantuvieron con el Gobierno nacional por el armado de la lista para diputados nacionales, y donde el PJ pampeano terminó cediendo. Luego de que en un principio resistieran las designaciones por parte del Gobierno nacional de dos jóvenes mujeres en la lista, María Luz Alonso (La Cámpora) y Silvia Bersanelli, el PJ pampeano debió ceder, ante la inflexibilidad presidencial, que anticipó que la lista de Carlos Verna debería ir sin candidatura presidencial, mientras que el FpV terminaría yendo en el marco de la alianza entre Nuevo Encuentro y el Partido Humanista.
Verna pareció dar el brazo a torcer y ello trajo como consecuencia la renuncia al cargo de vicepresidente del partido, mientras el vicegobernador Luis Alberto Campo fue eliminado como cabeza de lista. Fue el hombre que debió declinar su candidatura a favor de las exigencias presidenciales.
Los dos precandidatos restantes, Raúl Aragonés y Adriana García, presentaron a su vez dos recursos de amparo ante el Juzgado Federal de Santa Rosa y solicitaron participar de las internas primarias abiertas y simultáneas del 14 de agosto, a pesar de que el Consejo Provincial decidió no oficializar ninguna de las tres listas. Prestamente la Justicia Federal rechazó los pedidos de Aragonés y García, aunque el reclamo sigue en pie porque los dos precandidatos apelaron la medida y ahora deberá resolver la Cámara Nacional Electoral si pueden participar o no de las elecciones internas.
La situación terminó de desmadrarse al anunciar el senador Verna su decisión. En su lugar, se presentará la dirigente de la línea Convergencia Peronista Norma Durango, quien era hasta ahora la postulante a la vicegobernación y deberá enfrentar en los comicios del 23 de octubre al Frente Pampeano Cívico y Social (Frepam), integrado por radicales, socialistas y el Partido del Frente.
Según Verna, no estaba acordado que la presidenta digitara a los postulantes para el Congreso nacional. El senador, que nunca se llevó bien en el Senado con Cristina, dijo que “la presidenta me dijo que yo tenía que ser el candidato, nunca me dijo que quería poner el candidato a diputado nacional. Dijo que quería que votaran todas las iniciativas. Decidí presentar la renuncia porque el acuerdo no se cumplió. Sé que hay mucha gente que estará dolida, y muchos festejando”. Entre estos últimos debe haber pensado ubicar al caudillo local Rubén Marín.
Visionario, Verna advirtió que en caso de llegar al Gobierno “se hubiese retenido la plata de la obra o no nos hubiesen transferido dinero del Fondo de Incentivo Docente. Ese riesgo no lo corro yo, lo corre la Provincia. Mi aspiración de ser gobernador, no puede estar por encima de prestar servicios; creo que es más importante la buena relación entre Nación y los pampeanos, que mi aspiración a ser gobernador”.
En efecto, como quien no quiere la cosa, el senador dijo que no se muere por volver a ser gobernador.
Lo cierto es que Verna seguirá en el Congreso, donde tiene mandato hasta 2015, y ahí radica el poder de fuego con el que el hombre se retira. La venganza, dicen, es un plato que se consume frío.
