Tras los éxitos sucesivos en las dos elecciones porteñas, la figura de Macri quedó potenciada. Pero la gran duda es qué hubiera pasado si en lugar de la reelección hubiera enfrentado a Cristina en octubre.
Por José Angel Di Mauro
Si ya en 2007 era de los que promovían la candidatura presidencial de Mauricio Macri, ni qué decir ahora, cuando Federico Pinedo fue de los que insistieron hasta el final para que el jefe de Gobierno apuntara a la Casa Rosada y no a la reelección porteña. Consultado tras la rotunda victoria en primera vuelta respecto de si la realidad no había terminado dándole la razón al consultor Jaime Durán Barba, a quien se sindica como el hombre que convenció a Macri de que buscara la reelección, el jefe del bloque Pro de Diputados dijo que eso era hacer historia contrafáctica. Y tenía razón.
¿Fue un acierto abroquelarse en la Ciudad, a la luz de la rotunda victoria ratificada este domingo? Fue una decisión exitosa, qué duda cabe... Pero quedará abierta la gran duda de saber si esto no demuestra que Mauricio Macri podría haber sido el dirigente del que la oposición carece para hacer frente a Cristina en octubre. La respuesta también la dio Pinedo: eso nunca podrá saberse.
La reforma política impulsada en 2009 y que se pondrá en marcha en dos semanas con las primarias prohíbe la participación electoral de todo aquel que no se haya inscripto cuando el cierre de listas, el pasado 25 de junio. Así las cosas, Macri deberá postergar su sueño presidencial hasta 2015. Y en política, bien se sabe que cuatro años son una eternidad.
Hoy todos son festejos en el entorno del reelecto jefe de Gobierno, pero hasta poco antes del 10 de junio los pases de factura estaban a la orden del día. El armado territorial que alcanzó a construir en sus meses de campaña presidencial -precario, pero armado al fin-, incluía un sinfín de dirigentes que tras la decisión de Macri de recluirse en la Ciudad de Buenos Aires, quedaron a la intemperie. Muchos fueron a refugiarse a otros brazos, con la intención de ya no volver a tentarse con el ex presidente de Boca. Hoy muchos pueden estar reconsiderando ese juramento, pero si la jugada no hubiera salido como terminó, difícilmente Macri podría haber pensado otra vez en buscar extender su partido a nivel nacional.
Por esos días un dirigente kirchnerista que integró la lista legislativa de Filmus reconocía a Macri como el único dirigente de fuste que hubiera podido poner en riesgo la reelección de Cristina. Y ante parlamentario.com confesaba sonriente que no entendía porqué había bajado su candidatura presidencial. "A más de medio año medía 15 puntos y venía subiendo; ¿cuánto quería medir para presentarse? Con 40 puntos cualquiera es candidato", deslizaba este dirigente K, recordando que faltando la misma cantidad de meses para las presidenciales, Néstor Kirchner apenas medía en 2002 dos puntos...
Entre los dirigentes a los que la decisión de Macri dejó "colgados" figura Miguel Del Sel, quien a poco de andar su candidatura a gobernador se encontró con que su mentor ya no era candidato presidencial. Después, las cosas se recompusieron con el éxito porteño en primera vuelta, que tuvo su incidencia en la elección del Pro santafesino, y todos quedaron contentos.
Igual, un margen de dudas se le abría a Mauricio Macri para este balotaje. Con todo el viento a favor, el jefe de Gobierno se jugaba mucho en función de la diferencia que pudiera sacarle a Daniel Filmus. Mantener la distancia de 20 puntos lograda en primera vuelta, que hubiera sido un hecho ampliamente plausible en cualquier caso, no era así para Macri en estas circunstancias. Hubiera sido festejado en el bunker de Filmus repetir la performance de 2007, cuando las cosas quedaron 60,94 contra 39,06. Una baja participación en este balotaje al que más perjudicaba era al candidato que iba atrás; pero el macrismo temía que la certeza del triunfo, más el frío y las vacaciones de invierno dejaran a muchos votantes propios lejos de las urnas y terminara achicándose la victoria que daban por descontada.
Inicialmente los resultados anunciaban un triunfo moderado. 65 por ciento era el porcentaje ansiado por el Pro, y las boca de urna y primeros guarismos se estancaban en el 62%. La diferencia comenzó a estirarse cuando el escrutinio había pasado el 50%, para felicidad del macrismo.
La oposición en pleno celebró la victoria de Macri. O mejor dicho, la derrota kirchnerista. Y el jefe de Gobierno se ha convertido en un gran elector para octubre, aunque sus expectativas personales están puestas en 2015. Para eso, necesita hacer una buena gestión y piensa que debe modificar su relación con Cristina Fernández, para el caso de que ella resulte reelecta. Ayer dieron un paso en ese sentido, con el inédito llamado presidencial para felicitarlo por el resultado.
No fue ingenua la actitud de Cristina. Tomó nota del mensaje de las urnas porteñas, e hizo lo que la lógica recomendaba. No olvidemos que el kirchnerismo piensa que muchos votos que fueron esta vez para Macri, en octubre la tendrán como destinataria.