El kirchnerismo trata de mantener la certeza de un triunfo propio en primera vuelta, que podría darse de bruces con las recientes derrotas en los grandes distritos. Igual, la confianza oficialista está puesta en la todopoderosa provincia de Buenos Aires. Un análisis de los antecedentes más cercanos permite nutrir el margen de dudas.
Cristina ya ganó” fue un axioma que cobró fuerza a partir de encuestas sucesivas y de previsibles victorias provinciales que anticiparon un escenario de imbatibilidad kirchnerista que comenzó a perder fuerza a partir de la primera vuelta en la Ciudad de Buenos Aires. No pocos analistas ya anticipaban entonces que ese aura triunfal comenzaría a apagarse a partir de una serie de resultados adversos previos nada menos que a las elecciones primarias.
Hablaban de la ya citada Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, provincia esta última donde directamente ninguno de los candidatos adhiere al kirchnerismo. La pregunta que se plantea entonces es cuánta fuerza puede tener la certeza del triunfo kirchnerista en las presidenciales, cuando en los grandes distritos los comicios provinciales no fueron positivas para el Frente para la Victoria.
Los voceros kirchneristas despejan dudas argumentando que en general ganan los oficialismos, y que muchos de los que votan a esos oficialismos locales, en las presidenciales lo harán por la fórmula Fernández de Kirchner-Boudou. Un concepto al que adhiere nada menos que el propio gurú macrista Jaime Durán Barba, quien sostuvo aun antes de la primera vuelta porteña muchos de los que votarían a Mauricio Macri en la Ciudad, se inclinaban por la presidenta en la general. Con esos argumentos debe haber convencido al jefe de Gobierno de dejar de lado la opción presidencial e ir por la reelección.
¿En qué medida es cierto que parte de los votos de Macri, Bonfatti, Del Sel o De la Sota son compartidos con Cristina, como aseguran no pocos encuestadores, aun los no oficialistas? Podrá verse a partir de las elecciones primarias y, fundamentalmente, en octubre, pero lo más conveniente es echar mano a los antecedentes. Al más cercano, preferentemente.
Auscultando los resultados de 2007, podemos encontrar que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Daniel Filmus perdió en primera vuelta ante Mauricio Macri alcanzando un 23, 75 por ciento de los votos. Cuatro meses después, en las presidenciales, la fórmula Cristina Fernández-Julio Cobos mantuvo esos guarismos: 23,77 por ciento. Por entonces el matrimonio Kirchner gozaba de altos niveles de imagen positiva que no se tradujeron en la elección porteña, donde la fórmula opositora que más votos consiguió fue la de Carrió-Giustiniani, con 37,78 por ciento. El macrismo entonces, como sucederá también este año, no tuvo anclaje en alguna fórmula nacional.
La última semana algunos encuestadores anticiparon para las primarias en Capital Federal el porcentaje que más seduce al Gobierno nacional, asentado en el 35 por ciento que logró Filmus en el reciente balotaje. Pero en la práctica, los antecedentes no han mostrado nunca al kirchnerismo superando el 30 por ciento. Remontándonos a 2005, tal vez el mejor momento para el kirchnerismo, encontraremos que el Frente para la Victoria obtuvo en esas elecciones legislativas un 20,49 por ciento. Y en 2009, cuando la derrota K, reunió apenas el 11,61 por ciento.
Muy probablemente la fórmula kirchnerista sea la más votada en las primarias, pero ningún antecedente hace prever que pueda superar el 27,78 por ciento que tuvo el FpV en la primera vuelta del 10 de julio pasado.
En Santa Fe, donde el kirchnerismo no llegó siquiera al segundo lugar que tuvo en 2007, sino que logró el 24 de julio su peor resultado al competir por la gobernación, con un 22,79 por ciento de los votos, vale observar qué paso en 2007. En esa oportunidad, Rafael Bielsa consiguió como candidato a gobernador el 42,89 por ciento, siendo derrotado con el 53,88 por ciento de Hermes Binner. Un mes después, Cristina tuvo menos votos que su candidato a gobernador, 35,50 por ciento, aunque le alcanzó para aventajar por un punto a Elisa Carrió en esa provincia. Vale aclarar que en esa oportunidad contó con el voto del campo. En las legislativas posteriores de 2009 el Frente para la Victoria reunió apenas el 9,63 por ciento para diputados y el 7,77 por ciento para senadores.
En Córdoba tampoco en 2007 le fue bien a Cristina. En un polémico escrutinio, Juan Schiaretti (37,17 por ciento) le ganó en septiembre por un punto a Luis Juez, y en las presidenciales venideras Cristina obtuvo apenas el 23,84 por ciento de los votos, siendo esa la única provincia que ganó la fórmula Lavagna-Morales, con 35,31 por ciento. En las legislativas de 2009 el kirchnerismo no se repuso, sino todo lo contrario: cosechó apenas un 10,43 por ciento para diputados y un 8,74 para senadores.
Poderosa Buenos Aires
Con resultados eventualmente adversos en los grandes distritos, ¿dónde radica el optimismo kirchnerista para ganar en primera vuelta? En la provincia de Buenos Aires, capaz de garantizar los votos necesarios para tal fin. Si bien el antecedente más cercano es negativo -el FpV en 2009 perdió 34,68 a 32,18- en las presidenciales de 2007 hizo la gran diferencia, al aventajar por casi 20 puntos al segundo. La fórmula Fernández de Kirchner-Cobos consiguió 45,91 por ciento contra 26,05 de Elisa Carrió, calcando casi el resultado a nivel nacional, donde el FpV se impuso por 45,29 por ciento contra 23,04 de la alianza entre la Coalición Cívica y el socialismo.
Ese es el escenario que desea repetir el kirchnerismo para ganar en primera vuelta. Sobrepasar la línea del 45 por ciento, o con un 40 por ciento aventajar al menos por más de diez puntos al segundo. Con una oposición donde por ahora ninguna fórmula alcanza a cortarse como segunda, ese es hoy el escenario más probable para el FpV, cuyo objetivo de mínima apunta entonces a alcanzar el mágico número 40.
Luego de que Parlamentario exhibiera estos números ante una fuente kirchnerista, la misma se encogió de hombros y con una sonrisa dijo que en el planteo estaba implícita la respuesta. “Si aún no yéndonos tan bien en los grandes distritos ganamos en 2007 en primera vuelta, ¿por qué no podemos repetirlo ahora?”, señaló convencido de su propia lógica.
Una visión más amplia hace prever un horizonte no tan sencillo. Es que Santa Fe ya exhibió un panorama distinto al de 2007, cuando Néstor Kirchner dejaba la presidencia con un 60 por ciento de imagen positiva y CFK carecía de imagen negativa. Un año después vino la guerra con el campo y las heridas todavía no parecen haberse restañado. Entre las presidenciales de 2007 y la reciente elección provincial santafesina, el kirchnerismo perdió 219.000 votos. ¿Cuántos votantes de Bonfatti y Del Sel, que no se inclinaron por Rossi el 24/07 lo harán en las presidenciales? Difícilmente sean tantos.
Vale otra singularidad. Los defensores del actual presidente del Senado dicen desde la ruptura post voto “no positivo” que el vicepresidente le aportó su cuota de votos a Cristina en 2007, datos que el kirchnerismo rechaza con desdén. Veamos qué pasó en 2007 en Mendoza, donde el por entonces gobernador saliente de esa provincia le traccionó muchos votos a esa fórmula. En esas presidenciales la fórmula ganadora obtuvo nada menos que el 60,94 por ciento de los votos, contra un escuálido 18,30 por ciento de Roberto Lavagna. Ya se sabe cómo terminó la relación con Cobos y el kirchnerismo en esa provincia cuyana está de capa caída, como ya pudo verse en 2009, donde las cosas se dieron vuelta, sumando entonces el peronismo apenas poco más del 20 por ciento, contra el 48,58 por ciento del Acuerdo Cívico. Estamos hablando de casi 500 mil votos que de una elección a otra se transformaron en poco más de 160.000. Ergo, en esa provincia el FpV podría estar perdiendo nada menos que 253 mil votos.
En otra provincia gobernada por el radicalismo kirchnerista fue donde en 2007 Cristina consiguió el porcentaje más amplio: hablamos de Santiago del Estero y su 79,48 por ciento. Le siguieron entonces Salta (75,77) y Formosa (74,14). Luego, por supuesto, la entonces incondicional Santa Cruz (68,47). Igual, con un margen de votantes incomparable respecto de los grandes distritos. A los mismos habrá que sumar otro distrito donde Cristina obtuvo una diferencia más que apreciable, con el 66,29 por ciento: Chubut, entonces gobernada por el aliado Mario Das Neves. Otro distrito donde las cosas cambiaron de ayer a hoy.
