Tras la zaga de derrotas electorales del kirchnerismo, Daniel Scioli se ha convertido en la principal figura para contener el avance de la oposición. El viento huracanado del Pro puede dañar a CFK y Ricardo Alfonsín.
A las llanuras del principal distrito electoral del país la onda expansiva de las perfomances del Pro -versión original- y el Pro Federal semejaron al zonda, por su velocidad y envergadura. Algo que desorientó a los bonaerenses porque ese viento ingresa al territorio en un sentido inversamente proporcional.
Las casillas naranjas donde se germinan las ideas fuerzas del actual gobernador Daniel Scioli tambalearon. La idea de que el sciolismo “corre los márgenes” del kirchnerismo -es decir, que es más amplio y abarcativo-, encontró un resquicio que hasta el momento la había relegado a un subrepticio rincón y comenzó a mostrarse en escena con tantas ínfulas que tembló el Gabinete.
En efecto, vía twitter, la red social que habitualmente utiliza el ministro de Economía, Alejandro Arlía, para difundir sus actividades y pensamientos, sirvió una vez más para auscultar el estado de ánimo del funcionario de Scioli que más ostenta sus vínculos con las mesas chicas de la Rosada. Y manifestó su molestia por “el manoseo” del que se siente víctima, acusando, aunque sin mencionarlo, al titular del Grupo Bapro, Santiago Montoya, de estar detrás de “operaciones berretas” para perjudicarlo, anunciando su alejamiento del Gabinete provincial.
En la superficie aparece la anécdota de que el instigador principal del proyecto de ley de Regionalización ante las casi nulas chances que posee de ser aprobado, al menos antes de las votaciones, viró en su idea y, ahora, avanza con un esquema similar “fraccionando” el Gabinete y reunificando áreas “de acuerdo con la afinidad temática”. Santiago Montoya “se candidatea para presidir” la fusión de carteras vinculadas a “cuestiones económicas”, quizá la de mayor poder en términos de la futura gestión provincial -por las áreas que incluye- en caso de concretarse la reformulación del organigrama ministerial.
Pero en profundidad la discusión de fondo es que tal vez ambos personajes representan las ideas encontradas que aquende ven al kirchnerismo como un medio y allende como un fin. En el centro cayó la “bomba loca amarilla” en forma de saludos entre el empresario, el cómico y el mononauta.
Las esquirlas derivaron en un apreste de la tropa bonaerense del Pro Peronismo en trasladar el envión a los candidatos de Unión Popular, Eduardo Amadeo y Claudia Rucci, algo que en la práctica, en el territorio provincial, no quedan dudas. De hecho, por el lado institucional, duhaldistas, felipistas y macristas conforman un único bloque en la Cámara baja, el del Pro Peronismo. Por el lado electoral, como adherentes o como miembros plenos, los macristas están bajo el paraguas del Frente Popular.
Es más, en la práctica, el macrismo ha elegido bando en la interna que divide al Frente Popular entre “barrionuevistas” y “momistas”. El Pro toma partido por el reconocido gremialista Luis Barrionuevo. El claro ejemplo es que Ramiro Tagliaferro, esposo de María Eugenia Vidal, es el segundo precandidato a diputado provincial en la lista A del gastronómico que competirá en la PASO de la populosa Primera Sección Electoral.
Las balsas opositoras son resbaladizas, pero se advierte a primera vista que habría un porcentaje de ciudadanos no despreciables que estarían dispuestos a prestarles atención a sus candidatos. Sin embargo, es muy difícil ignorar la significancia que, en el arco opositor, tiene el tridente de la UDESO, De Narváez-López-Scioli, que según los observadores aparecen en el horizonte como “la única alternativa real” al oficialismo.
Hasta dónde la tropa macrista de la Provincia puede forzar a Mauricio Macri definir un apoyo explícito al Frente Popular, lo que implícitamente –según señalan- sería un apoyo al Gobierno actual, y como seguir siendo “la nueva forma de la política” e ignorar a la fórmula de la UDESO, es difícil de imaginar. Más difícil aun es que el líder porteño deje a su tropa bonaerense sin su apoyo.
La jugada es de alto impacto, pero si los triunfos opositores no convergen en fortalecer alguna propuesta concreta en el territorio bonaerense se complica aún más “la alternativa real nacional”, y finalmente el castigo puede ser para la oposición en octubre. Por lo pronto, atentos a estas conversaciones y tratando de descomprimir en el frente interno, en las huestes sciolistas se frotan las manos.
