“Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí, resucitando”, dice la canción que si no remitiera inmediatamente a la cigarra, podría ser adjudicada perfectamente a José Manuel de la Sota, a quien habrá que reconocerle como principal cualidad la perseverancia.

Con el triunfo de ayer, De la Sota iguala el record de Eduardo Angeloz, gobernador de Córdoba en tres oportunidades, pero no se debe ignorar que había fallado en dos intentos previos, en 1987 y 1991. La tercera, en 1995, fue la vencida. Y si de frustraciones hablamos, De la Sota también sabe bastante: como compañero de fórmula de Antonio Cafiero, perdió en 1988 la histórica interna peronista con Carlos Menem; y ya en 2002, ungido por Eduardo Duhalde como “delfín” para las presidenciales venideras, su candidatura se apagó al no “levantar” en las encuestas y finalmente lo reemplazó en esa aventura el entonces más ignoto gobernador santacruceño Néstor Kirchner.

Quienes imaginaron que había tocado su techo político y el tren ya había pasado, deberán admitir que con De la Sota nunca conviene adelantar esos juicios. Futuro mandatario de uno de los principales distritos del país, a los 62 años el Gallego vuelve a jugar en las grandes ligas y se sumará a los gobernadores peronistas que en los próximos años planean sentarse a negociar de igual a igual la sucesión para 2015, si Cristina resulta electa este año. E íntimamente no quiere cerrarle la puerta a la alternativa presidencial.

Sabe mejor que nadie que la vida política siempre le ha dado revanchas, de ahí que su ilusión pueda seguir en pie.

Mientras tanto, hace equilibrio, actitud que mantuvo durante toda esta campaña, conservando una distancia prudencial del gobierno nacional que probablemente pueda modificar esta misma semana, cumplido el objetivo principal de retener la gobernación.