“Es la economía, estúpido”, fue la frase emblemática de la campaña de Bill Clinton con la que dicen que venció en 1992 a George Bush (padre), y a partir de entonces, se globalizó. En la Argentina podría haberse aplicado innumerables veces, léase triunfo de Menem en 1989, reelección en el 95, victoria de De la Rúa cuatro años más tarde (prometía la vigencia de la Convertibilidad), y así hasta las elecciones de este año, cuando el consumo exacerbado deja en un segundo plano incluso a la inflación vigente. El supuesto bienestar económico se impone aun sobre factores como la corrupción y la inseguridad.

Después de la abrumadora victoria en las primarias, algunos en la oposición creyeron advertir señales sino de recuperación propia, que al menos prometían cierto desgaste para el gobierno, con los casos Schoklender y Candela. Empero, pruritos propios han hecho que no vieran la conveniencia de hacer campaña con esas cuestiones. Lo cual no es criticable, pero pone en tela de juicio la vocación opositora para revertir de algún modo una historia que parece haber quedado escrita el 14 de agosto pasado.

De otra forma no se explicaría por qué el paso de Sergio Schoklender por el Congreso dejó más escoriaciones en la oposición que en el oficialismo. Sondeos de opinión no muestran que el tema pueda haber salpicado al gobierno nacional de modo tal que vaya a horadar un techo electoral cada vez más elevado.

Tras la extensa presentación del ex apoderado de las Madres en el plenario de comisiones de la Cámara baja, los diputados resolvieron remitir este lunes la versión taquigráfica al juez de la causa en el que, dicho sea de paso, no guardan la menor confianza. Pero no tienen voluntad ni tiempo para apartarlo. Se reunirán en los próximos días para formalizar la invitación a la titular de la Fundación, Hebe de Bonafini, la misma que acaba de definirlos como “ratas”, por haberse reunido con la “víbora” -tales sus palabras- que representaría quien ella misma consideraba hasta hace cuatro meses casi como un hijo. También impulsarán una segunda invitación al secretario de Obras Públicas de la Nación, Abel Fatala, y al subsecretario de Desarrollo Urbano y Vivienda, Luis Bontempo, quienes ya pasaron por el Congreso a principios de junio, pero a los que quieren consultar por las nuevas denuncias de Schoklender. Convocarán también al secretario de Obras Públicas, José López. Analizan también si citan al titular de la Secretaría de Inteligencia del Estado, Héctor Icazuriaga, luego de que condenado por parricidio hablara de “recomendaciones” de un representante de ese organismo para que cerrara la boca.

Mientras tanto, los diputados van a ir analizando la conformación de una comisión investigadora, para lo cual necesitarán el apoyo de otras fuerzas; de lo contrario, todo quedará en enunciados.

Las perspectivas no son favorables para que el Congreso avance en este tema más de lo que hizo hasta ahora. De hecho, es probable que no pueda hacer más. No hay practicamente ninguna posibilidad de que los “invitados” accedan a presentarse en el Congreso, ni obligación tienen. El argumento será el mismo que utilizó el oficialismo para no asistir: la Justicia está actuando, el Congreso no tiene que interferir. Curiosamente es casi el mismo razonamiento que ha hecho una parte de la oposición y ese es el elemento que le baja el pulgar a la movida.

A regañadientes y luego de que se lo acusara de connivencia con el oficialismo, el Frente Amplio Progresista accedió a enviar a sus representantes a la reunión para escuchar a Schoklender, pero a su vez, de la Coalición Cívica sólo estuvieron Patricia Bullrich y Fernando Iglesias. El número de legisladores presentes ese día no le deja a la oposición espacio para la ilusión: apenas 22 diputados. Tuvieron el tercio necesario para sesionar, pero ni por asomo alcanzaron la mitad más uno.

“Habrá que ver en este contexto hasta donde juegan las fuerzas de la oposición, cuando queda poco para las elecciones y ya están entregados y dando por sentada la paliza que se viene”, confió a parlamentario.com una fuente cercana a quienes impulsan que se avance en la investigación. En esas filas gana el escepticismo. Con los números del jueves, ni pensar en que pueda crearse una comisión investigadora, aunque sólo necesitaría una mayoría simple que la vote en el recinto.

Esa fuente consultada expresó sus dudas respecto del papel de la oposición y fundamentalmente de si el sector de Binner y el Peronismo Federal están dispuestos a plantarse en la vereda opositora. Con crudeza, desde el interior del peronismo anti kirchnerista expresaron a este medio que en este contexto no hay ambiente para transformarse en talibanes contra el kirchnerismo. Por el contrario, se ven muchos dispuestos a integrarse al oficialismo antes que desintegrarse con el resto de la oposición.

En el seno de la oposición experimentan una sensación de escozor al conocer los datos con los que alardean en el oficialismo. “Si con 87 miembros tuvieron la capacidad de paralizar el Congreso, ni pensar lo que harán cuando recuperen la mayoría”, se atajan. Reconocen errores propios, pero le dan un fuerte crédito al kirchnerismo.

“En la peor época tuvieron la visión de ponerle un avión a un senador para producir un hecho político, imaginate ahora…”, ejemplificó ante parlamentario.com un asesor que los últimos veinte años vio mutar al peronismo en todas sus variantes. Hacía referencia esta fuente al episodio de 2001, cuando la entonces senadora Cristina Fernández de Kirchner hizo tambalear al gobierno de Eduardo Duhalde al pedirle a su esposo que le mandara el avión sanitario de Santa Cruz al senador correntino Lázaro Chiappe para que pudiera participar de una sesión. El gobierno tuvo que negociar entonces que una senadora radical se retirara del recinto para poder derogar la Ley de Subversión Económica.

El 14 de agosto, el kirchnerismo logró “matar” de un solo tiro a cuatro candidatos, ejemplifican con crudeza desde la oposición, en alusión a las primarias de las que sigue regodeándose el ministro Florencio Randazzo, quien ganó muchos puntos en la consideración oficial con la realización de las mismas. El jefe de la cartera de Interior se entusiasma aun más al observar los números de encuestas que le ha acercado a la Presidenta.

Pero como el oficialismo suele manejar los números con un criterio muy particular, más vale atender los datos que maneja la propia oposición, y ahí se verifica claramente la razón de semejante estado de decepción. Según datos que maneja el peronismo anti K, a menos de dos meses de las elecciones Cristina transita su carrera triunfal con entre 60 y 62 puntos, mientras que Hermes Binner es el opositor mejor posicionado, con apenas 13 por ciento, dos puntos más que Eduardo Duhalde; en tanto que Ricardo Alfonsín se habría desmoronado a un 7 por ciento.

Faltan varias semanas todavía y de hecho no se ha iniciado oficialmente la campaña, pero semejantes cifras -que consultores como Rosendo Fraga “reducen” a entre 52 y 58 por ciento- alientan el instinto de preservación de más de un operador peronista dispuesto a emigrar.