Por Claudia Guebel
La ¿lógica? del endeudamiento
La administración Macri tomó dos decisiones fundamentales: la primera, la de reducir los niveles de presión fiscal sobre los grandes contribuyentes sin observarse modificaciones sustanciales en el sistema tributario actual. La segunda decisión, la de incrementar los niveles de endeudamiento público. Esto convive con un aumento de la coparticipación federal consecuencia del incremento de los precios y del nivel de actividad en la ciudad.
El bono de endeudamiento por U$$ 500 millones de dólares a diez años y a una tasa indeterminada, con una comisión menor respecto del bono anterior (nos referimos al Tango serie 8, cuya comisión fue del orden de 12.5 al día siguiente de su emisión bajó 2 puntos con una comisión altísima del orden de los 2 puntos. Un gran negocio para los que tomaron el bono a 12.5 y un negocio obsceno para la ciudad) implicó el retorno anticipado de Argentina a los mercados internacionales en plena crisis financiera. La excusa fue: “se abre una ventana; hay que meterse rápidamente porque el mercado se va a secar”. El monto de la deuda surgió desde los inversores y no de un debate serio de política económica.
¿Qué tan lejos o cerca está, la administración Macri, de cumplir con los objetivos en materia económica y fiscal que tienen por objeto, optimizar los niveles de empleo, y propender a la distribución del ingreso?
El tratamiento legislativo del endeudamiento público, llevado en forma discriminada respecto de la discusión presupuestaria, no sólo rompe la unidad del presupuesto, sino que denota mala práctica legislativa y de Gobierno. Hubo quejas en la Comisión de Presupuesto en cuanto a la falta de precisiones por parte del Ejecutivo.
Cabe preguntarse si ante la incertidumbre del escenario internacional es conveniente y recomendable correr los riesgos que ello implica y si esta decisión no resulta perjudicial para los intereses porteños. La teoría económica indica ser cuidadosos y no tomar deuda en momentos de crisis. Estamos en presencia de una crisis financiera globalizada que promete problemas de pago en el sistema internacional. Por otra parte, tomar compromisos absolutamente innecesarios es sumamente arriesgado.
¿Por qué es inoportuno?
El saldo de caja del presupuesto 2010 es de $733 millones. Compuesto por $500 millones de préstamos tomados en 2010 y $233 millones como resultado de la venta de inmuebles (Catalinas), a la fecha no ejecutados.
La Administración Macri lleva adelante un mecanismo singular que combina en partes iguales “subjecución presupuestaria” y “endeudamiento público” para terminar financiando gastos corrientes. Recordemos que la toma del bono Tango serie 8 trajo como consecuencia el depósito obligado de los U$$ 475 millones de dólares en el Banco Ciudad, a una tasa de interés muy inferior a la tomada por la Ciudad, dado que no existían planes de obras para la ejecución de los subterráneos (finalidad del bono) pretendiéndose utilizar los recursos para los famosos “sapitos”.
La lógica indica que en períodos procíclicos o de ciclo favorable, el Estado se desendeuda y hace lo contrario en épocas contracíclicas, es decir, desfavorables. Aquí ocurre, todo lo contrario.
¿Dónde va a parar el dinero del endeudamiento?
¿Cuál es el orden de prioridad de política pública para determinar la necesidad de financiamiento externo para la ciudad?
En la actualidad, la Administración Macri destina $165 millones para veredas y calles, y $16 millones para centros de Salud y Hospitales, esto da una muestra del orden de prioridades en la agenda pública social.
Resulta incomprensible la necesidad del endeudamiento habiendo cerrado la ciudad el ejercicio 2010 con un superávit de alrededor de $1.100 millones de pesos, no declarado en el ejercicio financiero del siguiente año y alcanzaría para solventar los gastos financieros del presente año. El 60% del bono se destinará al pago de “revolving” del pasivo, no queda claro para qué nos endeudamos los porteños.
La inversión real en gastos de capital en la ciudad (2009-2010) fue deficitaria y está por debajo de la administración de (2005-2006) que fue superavitaria sin endeudamiento. Resulta entonces central determinar en qué se pretende utilizar este dinero. Queda claro que el endeudamiento tiene como destino la “redeterminación de precios” y el financiamiento de gastos crecientes: aumentos de no contratos como el de la basura que ronda los $1700 millones de pesos. Desde la asunción de Macri, fines de 2007 a la fecha, la ciudad tiene $4000 millones de pesos más de deuda.
No es este un problema ideológico sino de eficiencia administrativa. Se trata de círculo vicioso donde será necesario cada vez más, “nueva deuda”, obligando a las nuevas administraciones a saldar el déficit anterior, mientras el ejercicio contable disimula un superávit ficticio. En un marco de crecimiento de ingresos y recursos se vienen produciendo reiterados “déficit financieros”.
El endeudamiento hasta el momento no se orientó a la obra pública. ¿Dónde se orientará la inversión futura? ¿Acaso saben los legisladores dónde irán a parar esta masa de recursos?
La licenciada Claudia Guebel es Convencional Nacional UCRi
