El candidato a senador del FAP por la Sexta Sección Electoral, Roberto Molini, reclamó que “es necesario que se transparenten los mercados para que el productor pueda seguir, de lo contrario vamos a tener un país de seis millones de toneladas” de trigo y dijo que, de mantenerse esta situación, los productores “se van a dedicar a cualquier otra cosa, menos a sembrar trigo; porque sembrar trigo hoy en la Argentina es un mal negocio”.

Molini es un productor agropecuario del sur de la provincia de Buenos Aires y fue un adelantado de los agro-legisladores, ingresó en 2007 a la Cámara alta bonaerense. Ahora este dirigente de la Federación Agraria Argentina, busca su reelección. Considera que es “un honor” integrar la lista del Frente Amplio Progresista, junto a Rubén “el Pájaro” Grenada, actual intendente de Saavedra.

– ¿Cómo legislador opositor y dirigente rural que reflexión hace de las primarias?

– En realidad esta fue una elección compleja. Yo, con mi experiencia, me he dado cuenta que no hay una elección que se parezca a la otra, esta es la realidad que estoy tratando de ver a la luz de los resultados.

– ¿Qué ve?

– La gente se maneja emocionalmente, es decir, hay un componente emocional cuando se trata de elegir quién rige los destinos del país, de las provincias o de los municipios. Las elecciones que nosotros, desde la política, llamamos las elecciones grandes, que son las ejecutivas; son más complejas en ese sentido. De alguna forma, en esa emocionalidad, la gente vota, convalida situaciones, reafirma algunos condicionamientos y esto hace que estemos ante el resultado que hemos tenido.

– ¿El campo votó al Gobierno?

– En realidad aquí se explotó, comunicacionalmente, si el campo había votado o no a Cristina Kirchner Fernández de Kirchner. Obviamente que, frente a ese cincuenta por ciento que acepta y convalida este modelo, como lo llaman desde el kirchnerismo, hay otro cincuenta que no lo está convalidando.

– Pero está disperso…

– Ese otro cincuenta está disperso, no está unido, obviamente. No me extraña ni descalifico que así sea. Los partidos fuertes han dejado de serlo y se están constituyendo en expresiones políticas más modernas. Es lo que nosotros llamamos frentes, para estas situaciones. Los frentes hay que constituirlos desde la coherencia, es decir, con los ideológicamente parecidos. Me parece que cuando uno constituye algunos frentes y tiene que dar muchas explicaciones, ya ahí se está entrando a perder frente a la sociedad. Si tenemos que explicar porqué estamos juntos, es porque la gente no lo está viendo muy claramente.

– ¿O por qué están separados?

– En todo esto los resultados están a la vista. Además, evidentemente para una gran parte de la sociedad, hay situaciones económicas que no están del todo mal. Yo creo que, desde la política, lo que tenemos que empezar a analizar es que no todo está mal. Y yo lo creo. Hay que analizar qué es lo que nosotros tenemos que cambiar.

– ¿El Gobierno mejoró su relación con el campo?

– En realidad la política para con el sector agropecuario no ha mejorado. La política es la misma que la de la época de la presidencia de Néstor Kirchner. Esto no ha cambiado absolutamente. La relación con el campo se atenuó desde una supuesta vocación de diálogo, en ese marco se distienden las situaciones pero en realidad se ha tratado de buscar un diálogo constructivo que, honestamente, hasta la fecha no se ha dado. Es decir, se ha dado el diálogo pero no se ha dado lo constructivo.

– ¿Da la sensación qué el Gobierno resolvió los problemas que surgieron en 2008/9?

– Obviamente que hay una parte del campo que indiscutiblemente, no le está yendo para nada mal; al contrario, le está yendo bastante bien, que es la parte sojera. Después, el resto de las actividades, si pasamos por las economías regionales, si pasamos por todo lo que es la producción de cosecha fina, están absolutamente relegadas. Y estamos frente a una política cuasi caprichosa del Gobierno, en la cual se intervienen mercados y realmente los resultados son bastante funestos para los que tienen como única posibilidad la producción de trigo o de maíz. Estas actividades parecen secundarias para el Gobierno nacional. La verdad, es que más allá del paraíso de la soja, el sector agropecuario sigue esperando políticas públicas eficientes por parte de este Gobierno.

– ¿Cuáles serían las medidas que se reclaman desde 2008/9?

– El 2008 estalla con la 125 por el tema de las retenciones, pero en realidad, previo a todo eso, en la Federación Agraria ya veníamos diciendo qué era lo que estaba pasando con el mercado distorsionado que venía teniendo el trigo. Esa era una cuestión previa. La actividad triguera tiene retenciones y la distorsión del mercado los perjudica notablemente. Hoy en este contexto los productores ya no hablan tanto de las retenciones. Quieren que se transparenten algunas situaciones como son las del mercado. El objetivo es poder realmente comercializar a través del mercado internacional que hoy rige para esas producciones.

– ¿Concretamente qué es lo que se está demandando desde el sector?

– El sistema productivo argentino no ha discutido una política a largo plazo, una política productivo-agropecuaria, es lo que hace falta. En realidad lo que tenemos que tener es una política marco que trascienda los gobiernos, no que cada vez que cambien las banderas políticas hay que iniciar un nuevo convenio. Yo creo que acá hay que establecer, a través de un debate, una política que atraviese el tiempo, una política agropecuaria que dé el marco a la situación. Después los matices del mercado demandante podrán generar situaciones para las cuales el Estado tiene herramientas para corregir eventualidades. Lo que tenemos que consensuar es una política productiva, porque si no siempre vamos a estar peleándonos por lo mismo.

– ¿Aparece aquí la histórica dicotomía: industria vs. el agro?

– Hay que desarrollar políticas individuales sin perder el horizonte, ¿qué quiero decir con esto? que estas políticas productivas individuales puedan tener la posibilidad de converger, de alguna forma, en un mismo sentido.

– ¿Y la dicotomía?

– Esa dicotomía campo/ciudad o industria/agro tiene que desaparecer si queremos avanzar en el tiempo. Realmente, todo ese tipo de pulseadas, lo único que han traído a través del tiempo, es regresión. No nos ha dejado avanzar. Hoy de hecho ya estamos hablando de la industrialización de la ruralidad.

– ¿Qué análisis hace de la política de subsidios?

– En todo esto de discutir políticas públicas para el sector, los subsidios tiene que estar, pero de manera analizada y como resultante de una discusión previa. Pero la política de subsidios debe existir para solucionar determinados problemas, debe estar orientada, dentro del marco de una ley de asistencia a los productores para diversas situaciones climáticas u otras eventualidades, como las conocidas leyes de emergencia o excepcionales. Creo que ahí entra la política de subsidios.

– ¿Solamente allí tiene qué aparecer el subsidio?

– Tiene que haber una política de subsidios para el sostenimiento y la contención de la familia en el lugar de la productividad para que no haya éxodos desde el campo y desde los pequeños pueblos del interior. Creo que tiene que haber una política de subsidios cuando en realidad los precios internacionales se caen como en los noventa. En los noventa íbamos a discutir o a reclamar lo que era la falta de rentabilidad y me acuerdo verlos a los funcionarios del Gobierno nacional encogerse de hombros que me decían “…y es el mercado”. Así fue que se nos fueron 200 mil productores del sector agropecuario. Quiero dejar un análisis de todo esto para pensarlo. Después del 2001, con precios internacionales en la cresta de la ola, también perdemos 60 mil productores. Las medidas integrales no llegan. Todo un tema.

– ¿Difiere la posición de Daniel Scioli del kirchnerismo respecto al sector agropecuario?

– En realidad Daniel Scioli ejecuta fielmente la política nacional, pero no solamente frente al campo, sino frente a todo lo que demande. Todo lo que se ha dicho de Scioli, muchas veces rayando la falta de respeto, es una realidad. El gobernador no ha tenido, y lo digo con respeto y consideración, una iniciativa distinta para la provincia de Buenos Aires. La Provincia es un correlato de la Nación.

– Eduardo Buzzi dijo que Julián Domínguez construyó un Ministerio con un escarbadientes ¿Franetovich también?

– Cabe lo mismo para los ministros que para Scioli. Realmente aquí son meros ejecutores del sistema. Tanto a Franetovich como a Domínguez los abarca las generales de la ley. Aquí hay dos ministerios, donde no hay políticas definidas y sostenibles para el sector. La única política pasa porque todo funcione con piloto automático, esperando rentabilidades en virtud de los precios internacionales. Quiero decir que, en un país netamente exportador como el nuestro, en época de precios internacionales como los que tenemos, con muy poco funciona. Esta es la realidad. Los pingos se ven en las canchas mucho más complicadas que éstas, hablando de lo que es el contexto internacional. Lo que no acepta la presidenta cuando hablamos del viento de cola, es una realidad. El viento de cola para este Gobierno existe, ha sido fundamental y sigue llevándolo hacia adelante. Y con esto, el piloto automático alcanza.

– ¿Cuál es el problema que ve?

– Lo cierto es que a diferencia de la exportación de soja, el que tiene un mercado intervenido o el que tiene economías específicamente regionales, que muchas veces tiene mucha dependencia del mercado interno y poca dependencia del mercado exportador, está muy complicado. Entonces ahí también estamos viendo que los ministros están, simplemente, haciendo los deberes y nada más.

– Si tuvieran que decir una medida urgente que no se concreta ¿cuál sería?

– Le voy a contestar con el corazón puesto en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Es urgente reabrir las exportaciones de trigo, no porque tenga posiciones liberales, sino porque hace falta transparentar un mercado que hace cinco o seis años está absolutamente manejado y manoseado. Si Dios dispusiera que llueva muy bien y tuviéramos una buena cosecha, estaríamos sumergidos en una incertidumbre de no saber a quién venderle la producción. Es indispensable la apertura irrestricta del mercado exportador de granos porque esto nos llevaría, primero, a clarificar algunas situaciones y a depurar los stocks, sin descuidar la mesa de los argentinos.

– ¿Y no se descuida la mesa cuándo se produce la apertura?

– El Gobierno tiene los instrumentos y las herramientas suficientes para garantizar el tonelaje de trigo necesario para la manufactura del pan. Pero es necesario que se transparenten los mercados para que el productor pueda seguir, sino vamos a tener un país de seis millones de toneladas, que es lo que hace falta para adentro, y los demás se van a dedicar a cualquier otra cosa, menos a sembrar trigo; porque sembrar trigo hoy en la Argentina es un mal negocio. Están sembrando trigo los que no pueden hacer otra cosa y los que tienen una imprescindible necesidad de una rotación, sino nadie siembra trigo en este país.

– Hablemos un poco de política ¿Cómo ve la construcción del FAP?

– En lo personal, me apenaba un poco nuestra condición de viejos radicales que hace que la nostalgia, por ahí, juegue en todo esto. Me apenaba un poco no haber podido construir la tercera pata que debería haber sido con el radicalismo. Pero obviamente nos quedamos muy contentos. No cabe ninguna duda que el socialismo de Binner y el GEN tienen un sentido progresista muy parecido y en esto va lo de no tener que dar demasiadas explicaciones.

– ¿Y cómo ve al candidato Binner?

– Cuando uno está trabajando para algo y ve que hay posibilidades buenas, esto lo reconforta y lo anima el desafío. Binner viene en franco crecimiento y de aquí a las elecciones, va a tener una performance de crecimiento bastante más importante. Es el candidato y obviamente veremos hasta dónde nos da para llegar.

– ¿Se puede soñar con un segundo mandato como legislador?

– Seguro, es la posibilidad de completar el trabajo iniciado. Yo siempre dije, no perpetuarse donde uno está porque en realidad no es bueno, pero en este caso hay que concluir con tareas fundamentales. Lo cierto es que tenemos buenas posibilidades para volver a ser reelectos y creo que queda mucho por hacer.

– ¿Cómo está terminando este mandato entonces?

– Estoy terminando este mandato con la amargura, si se quiere, de no haber podido lograr cosas que teníamos pensadas. El contexto se dio para no poder legislar demasiado. Cuando uno se sienta en una banca sueña con cambiar las cosas. La realidad indica que esto no es fácil. Un amigo me decía, en una campaña, cuando fui candidato a diputado hace unos cuantos años: legislarás si te dejan. Bueno, de eso se trata.

– ¿Apuesta a dejar plasmados proyectos importantes si es re-electo?

– Evidentemente, desde nuestra óptica, hay muchas cosas que pretendemos cambiar y muchas de ellas nos han quedado en el camino y no hemos logrado cambiarlas en estos cuatro años. Por eso en el marco de nuestra propuesta, queremos tener la chance de legislar otros cuatro años para seguir trabajando. La política no se termina en un período legislativo de alguien ni en dos, sino que la política como herramienta trasformadora de la realidad, trasciende más allá de las personas. Es lo que vamos dejando, a través del tiempo, para las generaciones futuras. Poder dejar nuestra impronta desde el compromiso con la sociedad es para mí construir el futuro.