La Cámara baja sesiona a cuentagotas, con un promedio de menos de una sesión por mes, durante el período ordinario. Sólo se reunió seis veces en lo que va del año y todo indica que terminará el año alcanzando un récord negativo para lo que va desde la recuperación democrática.
No había buenas perspectivas cuando se inició el año legislativo. A sabiendas de que con el “dominio” del Grupo A, 2010 fue un año cruzado por la pulseada entre el oficialismo y la oposición, las perspectivas para el presente no eran mejores. Por el contrario, al ser este un año electoral, se presumía una actividad de los recintos bastante menguada.
Pero nada como la que marca la actualidad, cuando de marzo a septiembre apenas se ha sesionado en seis oportunidades.
Se sabía que sería un año complicado, a partir de la experiencia de 2010. En ese entonces, el Frente para la Victoria no quería sesionar, salvo para las cosas que deseaba puntualmente; y el consabido Grupo A se las veía cada vez más negras para reunir por sí solo el quórum necesario para tratar los temas que pretendía. Apenas pudo contabilizar como una derrota legislativa asestada sobre el kirchnerismo la aprobación del 82 por ciento móvil, aunque ese éxito fue menguado, pues después vino el veto.
¿Qué podía esperarse este año con un Grupo A hoy desarticulado, con intereses particulares muy distintos por imperio de las elecciones, y con más de un legislador pensando en la vuelta al redil K? Nada mejor de lo que se dio a lo largo del año.
La cosecha es magra: apenas seis sesiones en lo que va del año, a razón de una en marzo, otra en abril, una más en mayo, otra en junio, una en agosto y la última a principios de septiembre.
Con todo, no es el peor promedio histórico en lo que va de democracia. En efecto, aunque cueste empeorar este oscuro récord, el 2009 fue aún menos activo en materia de sesiones, ya que para el mes de septiembre apenas había habido cinco sesiones. Claro que ese año estuvo cruzado por el adelantamiento electoral al mes de junio, lo que complicó toda la actividad legislativa de la primera parte del año. Y hubo un elemento que seguramente convertirá a 2011 como el peor año en materia de sesiones: hacia fines de 2009 el FpV quiso sacarle “jugo” a la mayoría legislativa que iba a perder a fin de año y promovió la aprobación de numerosas leyes clave, como la de Servicios Audiovisuales y la reforma política. Con eso, mejoró la performance histórica, aunque quedó registrada como la peor desde la recuperación democrática.
No hay ninguna señal que permita pensar que 2011 no superará esa marca. Por el contrario, no hay perspectivas de que hasta las elecciones generales la Cámara baja vuelva a sesionar, y para el “post” elecciones, no habrá que hacerse demasiadas ilusiones. Así como el kirchnerismo aceleró los tiempos cuando se encaminaba a perder la mayoría, ahora los amenguará, a la espera de que en diciembre la recupere.
Otro dato que muestra a 2011 peor que 2009 lo da la cantidad de sesiones en minoría que hubo ese año. Si bien para el mes de septiembre apenas se había sesionado en cinco oportunidades, otras tantas veces fracasaron las reuniones al no alcanzarse el quórum, sesionando en consecuencia la oposición en minoría. Este año ni siquiera hubo voluntad de intentar buscar el quórum: apenas dos veces se sesionó en minoría.
Otro detalle relevante es que como el oficialismo no quiere sorpresas, la mayoría de las veces la Cámara baja ha tenido sesiones especiales. Salvo las dos primeras, todas las siguientes han sido sesiones especiales.
Qué dice la historia
Para darnos cuenta de la magnitud de esta inactividad habrá que observar qué sucedió en los años anteriores. Para el racconto nos extenderemos hasta los últimos dos años de la gestión menemista, y así veremos que en los primeros nueve meses del año la mejor performance corresponde al período kirchnerista, ya que en 2006 la Cámara baja registraba 29 sesiones para esta época. Un escalón detrás tenemos el último año de la gestión de Carlos Menem, con mayoría aliancista: pese a ser un año electoral, 1999 sumaba para fines de septiembre 27 sesiones.
De acuerdo con el Indice de Calidad Legislativa que elaboró este análisis para Semanario Parlamentario, más abajo aparece el año 2000, con 23 sesiones, entre las que estamos sumando la preparatoria de febrero.
Veamos qué sucede en los años impares, tradicionalmente menos activos por el trajín electoral. Ya mencionamos qué pasó en 1999; dos años después hubo 21 sesiones en los primeros nueve meses del año; pero en 2003 llegó una merma: sólo 10. Claro que ese año hubo elecciones por partida doble, ya que las presidenciales se adelantaron al mes de abril, y después se volvió a votar en octubre para las legislativas. Así y todo, se duplicó la marca actual.
En 2005 hubo 17 sesiones, una más que en 2007. Ya hemos dicho lo que pasa ahora y lo que sucedió en 2009.
Tanto hemos mencionado al año 2010, cuando la oposición pudo hacer gala de una mayoría circunstancial, con la que tampoco pudo mantener demasiado activo al Parlamento. Empero, los números no se parecen en nada a los de la actualidad, ya que en los primeros nueve meses del año los diputados habían sesionado ese año en 16 oportunidades.
A principios de año se había llegado a un acuerdo para mantener la actividad en términos razonables. Se sesionaría dos veces al mes, garantizando así que cada legislador pudiera cumplir con las necesidades de campaña. Esa norma cumplida más o menos en el Senado, ni cerca estuvo de serlo en Diputados, donde todo se encamina entonces a alcanzar un récord negativo que quedará en la historia.
Cantidad de sesiones al mes de septiembre
1998: 22
1999: 27
2000: 23
2001: 21
2002: 20
2003: 10
2004: 20
2005: 17
2006: 29
2007: 16
2008: 15
2009: 5
2010: 16
2011: 6
Fuente: Indice de Calidad Legislativa
